Capítulo 2888
Dalia no se atrevió a decir ni una palabra y subió al coche.

Dos horas más tarde.

Dalia, que había recuperado su papel de hija menor de la familia Nuñez, subió las escaleras y llegó, jadeante, a la puerta de su residencia alquilada.

Sacó la llave y estaba a punto de abrir la puerta cuando la abrió de un tirón desde dentro.

Lo primero que pensó Dalia fue que había un ladrón, coño, cómo iba a ser ella el objetivo de un ladrón siendo tan pobre.

Después de ver claramente que la persona que abrió la puerta era su tía Serafina, Dalia exclamó: —Tía Serafina, ¿por qué estás aquí? ¿Tienes la llave de mi casa?

No recordaba haberle dado la llave a su tía.

Serafina también se sobresaltó y cuando vio claro que era su sobrina la que volvía, le dijo: —Dalia, eres tú, me has dado un susto, ¿por qué has vuelto de repente sin avisarme? Me diste una llave cuando alquilaste la residencia y me pediste que viniera a ayudarte a hacer limpieza. No te la devuelvo todavía.

—¿Dónde has estado estos días? Hace dí
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