Capítulo 1137
Elisa, sin dudar, le respondió: —Siempre que lo necesites, solo llámame. Te ayudaré en la renovación y te aseguro que tu futura esposa estará más que satisfecha con el resultado. Pero, cuando todo esté terminado, espero un buen aguinaldo como agradecimiento.

Remy sonrió cálidamente, como solía hacerlo antes de hablar, y afirmó: —No te preocupes, te lo recompensaré generosamente.

Elisa observó su sonriente rostro, notando que siempre era así; antes de hablar, sonreía. Su sonrisa, cálida y reconfortante, parecía la brisa primaveral, haciendo que, sin darse cuenta, uno bajara la guardia en su presencia.

—Está bien, seré tu consultora para la remodelación.

Remy agradeció con una sonrisa brillante.

—Vamos, te invito a un café.

—Por la tarde, generalmente no tomo café, ni tampoco té.

Remy se quedó callado.

Viendo la expresión desconcertada de Remy, Elisa soltó una carcajada, diciendo: —El hecho de que no tome café por la tarde no significa que no podamos ir a una cafetería. ¿A cuál me invita
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