—¿Qué ha pasado? —preguntó con fingido espanto al verle la cara a Badra, que parecía no haber dormido en toda la noche—. No me digas que…La musulmana sin responderle se fue a su habitación.En la madrugada Hasan y sus esposas oraban a Allah, Romina no quiso y Hasan tampoco la obligó a hacerlo. Todo eso se repetiría todos los días a la misma hora por tradición y cumplimiento a las enseñanzas islámicas.La trigueña se paseaba por la enorme casa extrañando, la que su esposo le había regalo. Cuando se adentró al vestíbulo observó al musulmán en traje y corbata listo para irse a su empresa.—Hola. —Había algo extraño en esa mañana entre ellos dos. Y eso era porque el musulmán había estado con su otra esposa, lo que hacía incómoda la relación—. Vendré por la tarde —informó—. Por favor, no se maten.Intentó despedirse con un beso en su mejilla, pero Romina lo esquivó.—Te observo y me das náuseas, ni te acerques a mí. —Se alejó sabiendo que eso lo haría sentir mal.El hombre gachó su cabeza
—¿Estás segura que se encuentran aquí? —Las dos iban forradas de pies a cabeza con mantos para no ser reconocidas.—Basima me dijo que así era. —Las dos mujeres estaban detrás de los arbustos que se encontraban frente a un establecimiento que por frente parecía un edificio cualquiera.Un hombre en traje abrió las puertas de cristal y al otro momento Romina llevaba arrastras a Kalila, coleándose adentro de aquel lugar. Las dos perseguían a aquel hombre silenciosamente por esos vacíos pasillos. Aquello llegó hasta un punto donde se detuvieron y lo observaron adentrarse a un ascensor y miraron que paraba en el piso 40.—Vamos, no lo debemos perder de vista… —Kalila detuvo a Romina antes que esta pudiese ir al ascensor.—Espera, Romina. —La trigueña aguantó el paso y le devolvió una mirada de extrañez—. ¿Ya has pensado lo que vamos a decirles si nos descubren? Mujer, si esos musulmanes nos llegasen a encontrar nos vuelan la cabeza.Romina en
—Lo estamos perdiendo… —Intento de reanimación número 3… —Su pulso sigue crítico… —Intenta, no lo podemos perder… —Lo siento, no responde… —¡Intenta! —Último intento… —Se ha ido… Cuando dábamos nuestro último suspiro no sabíamos con exactitud qué pasaría con nosotros. Algunos decían iríamos a un lugar de paz, otros que a uno de tormento. Pero, ¿cuál sería realmente ese paraje a dónde íbamos después de la vida? Hamza luchaba por su vida en ese instante, los médicos lo daban por perdido, pero… ¿habría en verdad un ser superior que daba segundas oportunidades? ¿Uno que controlaba la vida y la muerte? Más allá de lo que conocíamos, existían mundos inimaginables para el ser humano. Mundos que aún eran un misterio para la humanidad y hasta la misma ciencia. ¿Creían cuando comenzaron esta historia que este narrador solo narraría la historia de dos individuos? ¿Tan aburrido creían que sería? Mis palabras viven en estos textos, este es un mundo, uno donde yo, Aren, soy el que lo
—Esto es gigante… —musitó Romina mientras contemplaba el gigantesco palacio en Qatar.Habían llegado hacía unas horas donde guardias los recibieron y llevaron al palacio. Era momento de reunirse con la familia real en el comedor, donde compartirían un almuerzo.Las puertas dobles se abrieron y la familia Asghar se levantó de sus asientos y recibieron a Hasan Abadallah y a sus esposas con asentimientos de cabezas y leves sonrisas.—La paz de Allah sea con todos ustedes —dijo Hasan haciendo una reverencia y sus esposas lo siguieron.El primero en acercarse a saludar fue Bahir. Le cedió su mano a Hasan como saludo, y juntos asintieron. Las mujeres con sus respectivos vestidos e hiyab, le sonrieron al príncipe. Romina le guiñó su ojo y los dos se miraron con complicidad.El almuerzo fue agradable, las dos esposas de Hasan comentaron varias cosas con la reina y los hombres charlaban sobre negocios. Romina estaba en silencio porque ap
Presente.Romina se acercó a Basima y le guiñó el ojo.—¿A quién miras con tanto interés? —Le sonrió para ponerla nerviosa—. Todos los hombres que han venido al baile están bien guapos.Basima bebió de su jugo y le dijo:—Yo en nadie… —mintió—. Sí, sí… supongo que están guapos.Un muchacho la observaba desde un grupo de hombres que charlaban agrupados en una mesa. Basima no hallaba la manera para evitar que la mirase tanto.—Quiere algo contigo… —siguió Romina, incitándola—. Si quieres puedo cantarte la zona.—¿Cantarme qué? No te comprendo…Romina giró sus ojos y dejó la copa que contenía jugo de uva sobre la mesa.—En mi país nos referimos a eso, cuando debemos cuidar de que personas, o alguien en especial se entere de cualquier acción que estés llevando a cabo. Cantar la zona es avisarte si un imprevisto surge.Basima rio con gusto.—No, para nada. Yo estoy casada…Romina enarcó una ceja.—¿No te gustaría la compañía de un hombre en este momento? Tal vez incluso enamorarte…Basima
Hasan llegó a la morgue con el corazón hecho pedazos. Le pidió perdón al cadáver fallecido de Basima y le prometió vengar su muerte. La policía de Qatar dio con Romina cuando ella llamó al número de emergencias. Contaron que la encontraron abrazada al cuerpo del cadáver. Su estado era deprimente, fue ingresada al hospital central de inmediato con signos de un futuro aborto. Según contaron también los doctores que esa mujer fue bastante fuerte al mantenerse cuerda en todo el trayecto.La familia real de Qatar lamentó lo sucedido y prometió a los Abadallah dar con los responsables de este suceso. En Arabia saudí la prensa estaba comentando posibles causas del por qué asesinaron a la esposa del joven millonario Abadallah.Romina fue ingresada a un establecimiento de recuperación para que sus hijos estuvieran a salvos, dado al estado depresivo en el que entró dos semanas después cuando la iban a dar de alta en el hospital.La relación entre el musulmán y la latina comenzó a verse afectada
La mañana siguiente un día antes de la boda: el musulmán desapareció. Nadie de la familia supo de su paradero, ni la misma Kalila que era la que cuidaba de su esposa en ese momento. ¿Dónde estaba Hasan Abadallah? Nadie lo sabía…En casa de Romina las cosas estaban un poco extrañas. Ella se levantó muy temprano preguntando por su esposo Aarón.—Yo soy Neiht de Nubia, soberana de Egipto —le dijo a la rubia que trataba de convencerla de que su verdadero nombre era Romina Valente—. Y quiero a mi esposo ahora. El faraón.Kalila tenía ganas de arrancarse el poco cabello que le quedaba en la cabeza por lo estresada que estaba.—¿Sabes? Tienes razón, tu nombre es Neiht y tu marido es Aarón. —Hay un dicho que dice: si no puedes con ellos, úneteles—. Yo iré a descansar, estoy embaraza como tú, y las dos necesitamos estar relajadas.Neiht en ese momento sonrió mirando a su barriga.—Tienes razón. —Acarició su enorme panza—. Estoy esperando dos hermosos bebes, uno es niño y el otro una hermosa ni
Hasan llevaba un mes completo buscando por cielo, mar y tierra a Romina. Ya sus fuerzas estaban agotadas. No hallaba salida y su equipo de búsqueda parecía que cada vez quería darse por vencido. Solo que los millones de dólares que el musulmán les estaba ofreciendo los mantenía buscando.Muchas personas murieron en la mezquita ese día. Ahora mientras buscaban a Romina, la policía de Dubái investigaba a la familia Abadallah. Kalila estaba a salvo gracias a un hermano de Hasan que la sacó en cuanto la vio correr sin ningún rumbo.Hasan recibió una llamada mientras se dirigía en su auto al centro de la ciudad, en busca de información con unos de sus informantes que al parecer habían encontrado una pista.—Hasan Abadallah, ¿quién habla?—Hasan… soy Ulises…Era el mejor amigo de su esposa. A Hasan se le hizo un nudo en la garganta.—Ulises… ¿Dónde has estado? Han pasado muchas cosas… Romy…—Sé que la han secuestrado. —Se oía triste el chico.Hasan comenzó a llorar sin poder detenerse.—Tod