—Tienes razón. —Tuvo una idea brillante—. Yo no tengo por qué andar recibiendo las migajas de otras.
Kalila temió a…—Buscaré otro marido. Y tú me vas a ayudar. —Romina salió de la habitación semidesnuda.—Ay, vamos, Romina —la siguió Kalila por los pasillos—. No es para tanto, sé que esto lo haces porque estás molesta.Romina se detuvo antes de llegar a la puerta de su habitación del segundo piso.—¿Molesta? —Se acercó a Kalila para decirle—: Molesta es poco, Kalila. Es un imbécil que…—Que te gusta —terminó por ella, dejándola en silencio—. Pronto haremos el ritual de henna y en pocos días subirás a ese altar con el vestido que la familia del novio te ha mandado a confeccionar.Romina soltó suspiro de cansancio, y entró a la habitación junto a la chica.—Kalila, no me puede gustar una persona que recién conozco, la cual tiene tres esposas. —Había cierta pizca de decepción en sus palabras—. HasaRomina estaba en el The bridal closet midiendo su vestido de novia, cuando una visita inesperada apareció por las puertas dobles del gran establecimiento: era nada más y nada menos que la princesa de Arabia Saudita. Una joven de tez morena y ojos cafés observaba los mostradores de vestidos y a la vez acompañada de un apuesto hombre forzudo.Romina no sabía, ella estaba junto a una modista luchando porque el vestido que le hicieron, sorpresivamente, no le quedaba. Al parecer había aumentado de peso desde la última vez que se vieron, que fue hacía un mes cuando Hasan estaba de viaje.—No entiendo —dijo la modista de nombre Hana, una hermosa y joven mujer japonesa—. ¿Has estado comiendo mucho?Romina gachó su mirada, porque eso era.—Últimamente, me da mucha hambre —confesó apenada—. No suelo ser así…—Bueno, supongo que son por los nervios de tu próxima boda. —Comenzó a quitarle el vestido, después de haberle tomado una nueva medida—. No te preocupes, arreglaré esto.Romina asintió un p
Las cuatro mujeres musulmanas al darse cuentan que Romina estaba observándolas, se levantaron de sus asientos y con sonrisas siniestras se le aproximaron. La primera en hablar fue Amira, que era la más alta de las tres, de ojos esmeraldas y nariz respingada: —Al fin te encontramos a solas, querida… Romina seguía un poco mareada. Igualmente, levantó su mentón en señal de no temerles. —Mi nombre es Basima la segunda esposa, Amira es la primera —señaló la innombrable. Basima era un poco alta, de pechos grandes y tez clara. —Y el mío Badra la tercera. —Esta era de tamaño mediano, un poco morena. Romina aplaudió tres veces y luego dijo con ironía: —Y son las tres mosqueteras. —Rio con falsedad.Las tres rodaron los ojos. —Seremos breves y te lo diremos una sola vez —empezó Amira—: Vete y deja a nuestro esposo en paz. No queremos a una extrajera en nuestra casa. Las demás asintieron mientras Azahara se mantenía ausente a la conversación, sentada en la mesa masticando su comida y ob
Cuando Hasan llegó al hotel, Romina estaba siendo atendida dentro de este. Un doctor le había informado que encontraron a su esposa totalmente inconsciente. —¿Puedo verla? —le preguntó al doctor que salía de la habitación. Estaba angustiado, llevaba treinta minutos sin saber nada sobre su estado. Solo que debía esperar a que le hicieran unas pruebas. —Por supuesto, la señorita ha despertado. —Hasan sintió alivio y se apresuró a llegar lo más rápido a la habitación donde la tenían. Romina observó desde la camilla como Hasan se adentraba sin importarle a quien se llevaba por delante. Lo que causó que apenas riera por la incomodidad en el vientre. —¿Estás bien? —Hasan indagó revisando su rostro y manos buscando alguna señal de heridas. —Tranquilo, estoy bien —aseguró ella asintiendo. Él al mirarla vulnerable en esa camilla, se arrepintió de haberla dejado sola, de no haberla llamado apenas llegó de ese insufrible viaje con sus tres esposas. —Perdóname, hermosa. —Romina sintió el c
Romina hablaba con Kalila horas más tarde en su casa, sobre la cena que tendrían junto a la familia esa misma noche.—¿Ya no le harás la sorpresita a Hasan por haber querido alejarse de ti?Romina suspiró.—Ahora con sus dos hijos en mi vientre no es necesario que mueva un dedo para tenerlo conmigo —explicó—. Pero de todas formas se la haré. Incluso le dije…Kalila se sorprendió. Ella estaba tan emocionada con los bebes que cuando se enteró, incluso, le dijo a Romina que la ayudaría en todo apenas los tuviera en sus brazos.—¿Qué le dijiste? —Estaban sentadas en la sala de estar, donde solían conversar cada vez que estaban juntas.—Que después de la cena le tenía una sorpresa en casa.—¿Y qué dijo? —Se tomaron de las manos, emocionadas.—Si eres chismosa. —Reían las dos—. Bueno, me dijo que estaba bien. Pero eso no es todo…Kalila se puso la mano en el pecho, emocionada.—¡Romina habla de una vez, me vas a matar de la espera!—Hasan me dijo que si no quería seguir con el matrimonio, é
Fue un silencio sepulcral lo que bañó el ambiente por unos segundos.El primero en reaccionar fue Hakim:—Hijo, ¿nos estás jugando una broma?—No, padre —aseguró con mucho entusiasmo—. Tendremos mellizos.Todos jadearon impresionados.—Y yo que creía que eras estéril. —Su padre se acercó y lo abrazó. Más adelante también lo hicieron todos sus hermanos, incluso con Romina que la felicitaron condescendientes.Entonces se levantó la primera indignada. Amira.—¡Esto es indignante, Hasan! —Todos en la mesa la observaron sorprendidos por haberle hablado de esa manera a su esposo—. Has fornicado con esa cualquiera y aun así, te atreves a embarazarla y traerla con toda la familia. ¡Eres un sin vergüenza!Hamza, el hermano mayor, apretó los puños deseando ser Hasan para ponerla en su lugar.Hasan la observó por unos segundos, y negó con la cabeza.—¿Tanto te cuesta contentarte por mis herederos? ¿Mucha es tu envidia?—No es envidia… ¡Tú ni siquiera estás casado con ella!—Tiene razón —apoyó la
la mañana siguiente, un día antes de la boda, no conseguían a la novia y mucho menos al novio. Sus hermanos, habían ido a buscarlos a casa de su prometida, pero estos no se encontraban por ninguna parte. Ese mismo día también debían acompañar a Romina en su última noche de soltera, donde harían el ritual de henna.Tres mujeres turcas, amigas de Kalila, invitadas a la boda por la familia de Hasan, la acompañarían en este ritual cediendo a conocer a la novia. También Kalila se los había pedido porque Romina no tenía amistad con las mujeres de la familia Abadallah.Hasan y Romina se encontraban en un hospital por orden del doctor que los atendió la vez pasada, para revisar seguidamente el estado de la novia con su embarazo de mellizos.—Que sea una hembra y un varón —dijo Hasan apenas terminaron de verificar a su prometida.—Ojalá sea dos gemelas —dijo Romina para molestarlo.Hasan no respondió, sabiendo las intenciones de Romina.
Hasan estaba horas más tarde en un restaurante junto a su hermano Hamza, que lo había citado con urgencia después de dejar a su abogada en el hotel.—¿Cuál es la urgencia? —indagó Hasan, recién su hermano tomó asiento—. He dejado una reunión por tu culpa.Hamza repiqueteaba sus dedos en la madera de aquella mesa donde estaban sentados.—¿Cuál reunión? —Enarcó una ceja—. ¿Con tu examante?Hasan amplió sus ojos.—¿Cómo sabes?Hamza rodó los ojos.—¿En serio fue tu amante?Hasan lo observó un poco enojado.—Yo nunca he tocado a esa mujer —aclaró—. Debo admitir que una vez me atrajo, pero nada que ver con algo romántico.Hamza bebió de su taza de té.—Hermano, pues todos pensamos que sí tuviste algo con ella —dijo mientras dejó la taza con té sobre la mesa.El hombre volvió a negar.—La única mujer con la que he roto las reglas, está esperando a mis hijos.Hamza suspiró, imaginando todo lo que eso podría traerle a su hermano en un futuro.—Te has salvado de que Romina es extrajera. ¿Te im
Ulises llegó a la mañana siguiente del día de la boda.—Sé que me extrañaste mucho, no lo niegues. —El castaño abrazaba a su amiga en el aeropuerto de Dubái.—Claro que te extrañé. —Romina se despegó de sus brazos y sonrió a su amigo que también lo hacía.Ellos desde que se conocieron se habían convertido en prácticamente hermanos inseparables. Y ahora en ese momento, que estaban separados a miles de kilómetros de distancia: se echaban de menos.Dos hombres empleados de Hasan que acompañaban a Romina, cargaron las maletas hasta el automóvil donde fueron llevados hasta la mansión. Allí se encontraban muchas mujeres que prepararían a la hermosa novia.En la mansión Abadallah se encontraba el novio nervioso por primera vez en su vida, tratándose de uno de sus matrimonios. Sus tres hermanos lo animaban para que estuviera tranquilo y feliz de este nuevo compromiso.—¿Y si me deja plantado como en esos programas que ve nuestra abuela? Por Alá, nuestra abuela conocerá a Romina hoy. ¿Y si no