Capítulo 969
En esa temporada hacía calor, era bastante cómodo dormir al aire libre, pero había muchos mosquitos.

Berta se acercó en silencio.

Esta cama plegable le quedaba corta y las largas piernas de Santiago seguían medio expuestas.

Y no era suficientemente ancha.

Era como un adulto durmiendo en la cama de un niño.

Berta, un poco divertida, se volvió, y Leo la seguía esperando en el salón.

—¿Por qué no te vas a la cama?— preguntó ella.

Leo señaló a Santiago y susurró: —¿No dices que duerma en la habitación?

—¿Salió por voluntad propia o le echaron papá y mamá?

—Es él—Leo contestó—. Oh sí, hermanita, ¿tienes hambre? Te traeré algo de comer.

A continuación, se dirigió a la cocina y sacó un plato de arroz frito con bogavante.

—¡Se está calentando en la olla!

Berta se quedó paralizada y miró a Leo.

No era obra de la madre, y la langosta era caro. Si la madre compró, lo haría en conjunto, no conseguiría la carne de langosta por separado para el arroz frito.

—Esto es...

Leo sonríe enigmáticamente:— E
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