Capítulo 811
—¡Ay!

El hombre gritó sorprendido.

Lucía corrió hacia la cuna, protegiendo a su hijo con su cuerpo mientras adoptaba una postura desesperada contra el hombre. Con los ojos cerrados, ella golpeó con fuerza y el hombre retrocedió, despertando a Santiago en la cuna con un fuerte grito.

—¡Ya basta!

—¡Tu hijo está llorando!

—¡Lucía, soy yo!

—¿Quién? —Lucía se congeló al instante.

La mano se congeló en el aire por un momento.

El hombre que tenía delante, que era más alto que ella, estaba acurrucado con las manos en la cabeza, cubierto de sus golpes.

De repente, toda la habitación se quedó en silencio...

El hombre asomó su cara por el hueco entre los brazos cruzados y la miró horrorizado.

—¿Daniel? —exclamó Lucía.

La expresión de Daniel se torció.

Lucía volvió en sí, incapaz de ocuparse de él, y cogió a su hijo en brazos y engatusarlo suavemente.

En ese momento llegaron varios guardias con porras eléctricas, y Lucía les explicó que se trataba de un malentendido y los mandó de vuelta.

—Estás d
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