Capítulo 819
Lucía se quedó desconcertada y dio un paso atrás.

—¡No! Mi ropa ya está sucia y huelo a vino, ¡sería una falta de respeto delante de la Reina! Yo...

—¡No te preocupes, tengo una idea!

Huntley la miró y sonrió, poniéndole una mano en el hombro.

Lucía intentó inconscientemente alejarse de él.

Pero Huntley pareció leer sus pensamientos y retiró rápidamente la mano antes de que ella pudiera retroceder.

Luego, muy educadamente, le pidió que se adelantara.

Lucía asintió levemente, aunque inconscientemente no creía que Huntley tuviera intenciones con ella.

Porque sus ojos estaban puros.

No era como si no hubiera visto hombres con otros intereses, el director que solía hacérselo pasar mal cuando estaba en Santo Córdova, el director que intentó aprovecharse de ella cuando estaba en Ciudad Central... Todos esos hombres llevaban sus sucios deseos escritos en la cara.

Huntley no era así.

Lucía podía ver en esos ojos blancos y negros un sentido de igualdad y amistad, de buena voluntad hacia los dem
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