Capítulo 130
Estas palabras le hicieron confundida a Lucía.

Miró a la anciana con desconcierto. Pero cuando quería preguntar algo, Jorge la sorprendió.

Se puso con semblante sombrío y mirada feroz, como si pudiera comenzar una tormenta en cualquier momento.

Lucía cogió su mano suavemente y le susurró al oído:—La abuela puede ser tan vieja que no sabe qué está diciendo su mismo... No te importe.

Inesperadamente, los oídos de la anciana estaban muy sensibles, escuchó esto y sonrió.

—Eres una chica tan amable, su amble la regala a sí mismo.

—Gracias, abuela—Lucía se rio,—De hecho, mi esposo también es una buena persona. Es que parece feroz y a veces está demasiado hosco, pues los demás siempre lo malentienden.

—Ah, chica, quiere ver su suerte de matrimonio,¿no?

Lucía asintió rápidamente.

Después de ver la línea de su mano, la anciana sacó dos cuerdas rojas de su bolsillo.

El adorno tejido de la cuerda era vívido, en cada nudo concéntrico colgaba una campanilla, que hacía un sonido cuando se tocaba.

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