Emily Sinclair caminaba rápidamente por los pasillos, dirigiéndose a las escaleras, a duras penas, cargando la maleta. En el vestíbulo, Scarlett Evans charlaba con la enfermera, fingiendo preocupación, la ex-esposa del CEO Robinson, hacía como si estuviera llorando, desconsolada, preocupada por su bebé. —Todo es culpa de esa maldita perra… Desde que Freddy vino a quedarse, estaba preocupada. Sabía que ella algo tramaría para quitarnos del medio como la familia de Franklin, y quedarse ella y hacer su propia familia… —decía entre quejas con vos temblorosa, Scarlett, mientras limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas con un pañuelo de mano. —No diga eso, señora Evans. El niño está fuera de peligro, estará bien —sonreía la enfermera, haciendo un gesto al mayordomo para que trajera una vaso con agua a Scarlett. Pero… Justo en ese momento, vieron a Emily bajando rápidamente las escaleras con la maleta roja a rastras, y su rostro empapado de lágrimas, su pecho subiendo y baja
El vehículo oscuro se detuvo frente a un motel. Jack Smith, al volante, apagó el motor. En la parte trasera, el CEO Robinson miraba incrédulo, con las piernas cruzadas y el ceño fruncido. —¿Es una broma? —No, señor. Esta es la dirección que nos dieron los de telefonía al rastrear el móvil de la señorita Sinclair —respondió Jack. Se desabrochó el cinturón de seguridad, salió del automóvil y luego abrió la puerta para el CEO. Franklin soltó un suspiro de resignación y se apoyó en su elegante bastón. "¿De verdad esa tonta se metió en un lugar así?" Pensaba, observando el motel con desdén. —Espero que estés armado. Aquí podría haber cualquier tipo de locos —comentó Franklin a Jack mientras avanzaban. —Sí, señor Robinson. Siempre —asintió Jack, siguiéndolo de cerca. ………….. Mientras tanto, dentro de una habitación, la mujer pelirroja se encontraba sentada en la cama, aún vestida con la ropa con la que había huido. Su mirada estaba perdida en el vacío. No traía más dinero, su telé
>>> Emily Sinclair: Era tarde. Sí, tal vez por eso él quería que nos quedáramos ahí, aunque… No había tal diferencia con volver a su mansión. Subimos a un ascensor, tras el sonido "pling" sus puertas abrieron y… Nos encontrábamos en un magnífico penthouse. La vista hacia la ciudad de Los Ángeles, se filtraba por los ventanales, colorida, radiante. Franklin continuó caminando y yo fuí tras de él, hasta que me señaló a un punto. —Ve y toma un baño. ¡Sentí la vergüenza invadirme!, ¿huelo tan mal?, quizá solo lo dice porque estuve en un motel barato… Lo que sea. Me dirigí hacia el cuarto de baño, y tomé una relajante ducha caliente. Al salir, agarré una bata de baño, que me puse y até a mi cintura. —¿Solo hay de hombre?, es un poco grande… Pero está bien… —susurré para mí misma. Probablemente porque era un lugar al que Franklin no traía mujeres. Bueno, eso pensé… La idea hizo que me sintiera mejor, me vi en el espejo antes de salir… Suspiré. "No es como si fuera a pasar
>>> Emily Sinclair: —Si vuelves a tratarme así de mal. Me iré… Sin importar si soy o no tu señora Robinson —advertí. Mis ojos lo veían fijamente, mi corazón latiendo aceleradamente… Quizá mi voz temblaba, al igual que mi cuerpo… Él no era un juego. Pero yo tampoco quería ser tratada como uno. Franklin cerró sus ojos por unos segundos, era como si estuviera conteniendo su furia o frustración. Me levanté de la silla, pero antes de irme… Él detuvo mi mano. Me quedé inmóvil, mi corazón dando un vuelco, mientras mis ojos volvían a verlo… Su expresión era fría y altiva. ¿Provoqué nuevamente su furia? Fue la primera pregunta que cruzó por mi cabeza… Tuve un poco de miedo. —¿A dónde irás? —sin embargo, la pregunta que él me hizo, fue totalmente ajena a mi advertencia, quizá simplemente me ignoró pensando que yo no era nadie para provocarle temor o dolor. —¿A… A dormir?… Es noche. —¿Dónde piensas dormir?, ahí solo queda la sala. —En un sofá, claro está —dije intentando solt
>>> Emily Sinclair: Lo besaba, mis labios disfrutando de los suyos, de cada roce, de cada lamida y mordisco, hasta que los sentí hinchados. Como si no existiera un mañana, me perdí en él, en su calor envolvente. Mis manos se deslizaron con delicadeza por los rizados mechones de su cabellera negra, tocando sus mejillas, acariciando su cuello y sus hombros. Anhelaba recorrerlo, sentir cada centímetro de su piel. Comencé a desabotonar su camisa de manga larga mientras él se acercaba más a mí. Franklin, compartiendo la misma urgencia, se apartó un instante, se quitó la camisa y la lanzó a un lado. En ese momento, casi me arrancó la prenda que llevaba puesta, dejándome completamente expuesta, desnuda ante su mirada intensa. Sus ojos grises se posaron en mí, llenos de deseo ardiente que me estremeció. No podía negarlo; ya no había espacio para las mentiras. Me enamoré de él. Me repetía que era una tonta por hacerlo, pero… Rápidamente esos pensamientos se esfumaron, mientras sent
✧✧✧ La mañana del día siguiente. En la mansión del señor Robinson. ✧✧✧ Emily salió del coche oscuro y se encontró rodeada de vehículos estacionados. Tiana Bennett estaba dirigiendo a algunos hombres que bajaban cajas de un camión. —¡Señorita Sinclair, señor Robinson! —sonrió Tiana, acercándose a Emily y Franklin, que recién bajaban mientras él ajustaba su corbata con una expresión de aburrimiento. —Señorita Bennett. No sabía que hoy tenía que venir… ¿Tan pronto comenzarán los preparativos de la boda? —preguntó Emily, confundida y con un ligero sonrojo en su rostro, sus ojos azules volviendo a posarse en el CEO que estaba a su lado. Franklin, sin dignarse a mirarla, simplemente saludó a Tiana con un apretón de manos. —La boda es el próximo fin de semana. Estamos contra el reloj. Por supuesto que debe estar aquí hoy —hablaba Franklin a Emily—. Sé clara y dile todo lo que piensas, no te guardes nada. Esa noche quiero verte con una sonrisa que haga justicia a la señora Robins
✧✧✧ La mañana del día siguiente, en Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ Franklin y Emily llegaron a la clínica. Franklin, con su elegante bastón apoyado a su lado, caminaba con paso firme, mientras Emily trataba de mantener el ritmo. A pesar de los nervios que la invadían, se sentía agradecida de no estar sola en ese momento. —¿Estás tranquila, verdad? —preguntó Franklin, mirándola por el rabillo del ojo mientras esperaba en la recepción. —Intento estarlo —respondió ella, forzando una sonrisa—. Sé que solo es un chequeo por el embarazo… Pero… Estoy un poco ansiosa… Es mi bebé —sonrió Emily, posando su mano en su vientre—. Nuestro bebé —recalcó ella con emoción. Franklin simplemente la miró de reojo, sin opinar del tema. De inmediato la enfermera los guió a una habitación donde el médico los esperaba. Después de los chequeos de rutina, el médico les dio buenas noticias. —Todo está bien, señorita Sinclair. Usted, sí está embarazada; y el embarazo progresa adecuadamente —dijo el m
¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! Franklin, desde el interior de la habitación, escuchó los golpes que daba con fuerza Emily. Se detuvo en seco y volteó a ver con el ceño fruncido. ¡No estaba de humor para lidiar con ello! Se dirigió al minibar de la oficina y tomó una botella, sirviéndose una copa. Tomándola de golpe, sirvió otra más. ¡Había mandado la m@ldita invitación por cortesía! ¡No tenía exactamente una buena relación con los Howard! Sí, Jameson Howard una vez fue su mejor amigo. Pero eso era tiempo pasado. "Isabella… ¿Ella vendrá a la boda? ¿Mi boda con…?" ¡PUM! ¡PUM! Los golpes de Emily interrumpieron los pensamientos del CEO, que de inmediato soltó un profundo suspiro. —¡Lárgate Emily, no voy a abrir la m@ldita puerta!, ¿no te queda claro? Ve a descansar o haré que seguridad te lleve y te encierre en la habitación. Ese hombre habló a grandes voces desde el interior. Por un momento, el silencio reinó. "¿Se fue?" Pensó Franklin. Sin darle mayor importancia, se acercó a su escrit