Hasta que la voz de Santiago sonó a su lado:

—¿Quieres seguir escuchando?

Valentina se quedó un poco aturdida. Sintió como si alguien hubiera presenciado su incomodidad y, por instinto, quiso defenderse, pero Santiago no le dio la oportunidad.

—¿Qué hay de interesante en los asuntos de otros? Si quieres escuchar algo, podemos hacer el amor esta noche.

—¡Santiago! —Valentina lo interrumpió con urgencia, avergonzada por las palabras provocadoras de Santiago.

Pero al encontrarse con su mirada juguetona, Valentina rápidamente desvió la vista.

—No quería escuchar.

—Fuiste tú quien puso la grabación.

—¿Cómo puedes reproducir esas cosas?

Valentina intentaba demostrar que no era del tipo que disfrutaba escuchando esas cosas. Cuanto más intentaba explicarse, más nerviosa se ponía y menos convincente resultaba. Santiago la miró con ternura y, de repente, se puso serio:

—No tuve ninguna relación con Alba, el niño que espera no es mío, así que no te traicioné.

El aire se volvió tenso. V