Capítulo 201: Súplicas
Incluso ahora, Noah conservaba una tenue esperanza. Pero la realidad no dejaba espacio para ilusiones.

Santiago soltó una risa fría. Noah, con la cabeza cubierta, no podía ver la expresión de Don Mendoza, pero el silencio que siguió a esa risa helada elevó su terror al máximo.

De repente recordó: en los registros civiles, los detalles sobre la esposa de Valentina eran escasos.

¿Quién podría lograr que incluso los registros ocultaran información?

Probablemente solo Don Mendoza.

Al pensar en lo que había hecho a Valentina, Noah sintió como si una espada colgara sobre su cabeza, lista para caer en cualquier momento.

—Tío... me equivoqué, fui yo, no debí codiciar a Valent...

Noah iba a decir el nombre de Valentina, pero algo le hizo cambiar de idea:

—A la tía... sí, no debí albergar deseos impuros hacia la tía.

Con esto, Noah intentaba recordarle a Don Mendoza la relación entre la familia Rodríguez y la Corporación Mendoza, esperando que eso le salvara.

Pero ¿cómo podría Santiago perdonarl
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