Sofía se quedó mirando su teléfono después de enviar el mensaje a Mateo, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. Había dado el primer paso hacia lo que realmente quería, pero las dudas seguían presentes. Camila, quien aún estaba a su lado, notó la expresión pensativa de su amiga.—Hiciste lo correcto, Sofí. Aunque sé que es difícil, a veces lo que más tememos es lo que más necesitamos.Sofía asintió, aunque sus pensamientos seguían mezclados. No podía dejar de pensar en la reacción de su madre cuando descubriera lo que estaba haciendo. Camila, viendo su preocupación, decidió cambiar el tema para relajar el ambiente.— ¿Y qué hay de Julián? —preguntó Camila—. ¿Le has dicho algo sobre lo que sientes? Porque tarde o temprano tendrás que enfrentarlo.Sofía suspiró profundamente y se dejó caer en la cama.—No, no le he dicho nada. Y no sé cómo lo haré. Julián es un buen chico, pero yo no lo amo. Ni siquiera quiero estar cerca de él en ese sentido. Y lo peor es que mi madre está obsesion
Sofía estaba llena de nervios mientras terminaba de ponerse su vestido, pensando en lo bien que quería lucir para Mateo en su cita. Se había esmerado durante horas para estar perfecta. Pero cuando estaba a punto de salir, el sonido del timbre resonó en la casa. Escuchó la voz de su madre desde la puerta y, para su horror, también reconoció la voz de Julián. En ese instante, su corazón se detuvo."¡No cancelé la salida con Julián!", se recriminó mentalmente, sintiendo una mezcla de frustración y pánico. Al escuchar cómo su madre lo recibía con total amabilidad y le decía que Sofía ya casi estaba lista, supo que no tenía mucho tiempo para pensar. Julián estaba esperando por ella en la sala, mientras que Mateo también la esperaba en otro lugar. Su mente trabajaba rápidamente, buscando una salida.La única opción que le quedaba era salir por la puerta trasera, pero para lograrlo, necesitaba llevar a Julián y a su madre a un lugar donde no pudieran verla escapar. Y ahí fue cuando su herman
Sofía, aún en los brazos de Mateo, sintió que era el momento adecuado para sincerarse completamente. Respiró hondo y, sin despegarse de su cálido abrazo, empezó a hablar.—Mateo, hay algo que no te he contado... Mi familia está pasando por una situación complicada. Estamos casi sin dinero, y mi madre... —hizo una pausa, con la voz quebrándose un poco—, ella quiere que me case con un hombre rico para salvarnos de las deudas.Mateo, quien hasta ese momento estaba en paz por el momento que compartían, sintió un vuelco en su corazón. Se apartó un poco para poder verla a los ojos, sorprendido y al mismo tiempo furioso por lo que acababa de escuchar.—¿Qué? ¡No, Sofía! —respondió Mateo, claramente molesto—. ¡No puedes permitir que tu familia te obligue a hacer algo así! Tienes el derecho de elegir por ti misma. No eres una moneda de cambio para salvarlos de sus problemas financieros.Sofía, aunque había esperado esa reacción, sintió una mezcla de alivio y culpa. No le había contado a Mateo
Mateo, al ver la preocupación en los ojos de Sofía, decidió dejar de hablar del tema y simplemente disfrutar del momento con ella. Le acarició suavemente el cabello, mirándola con ternura.—No tienes que preocuparte más por lo que quiera tu familia. Estoy contigo, y no voy a permitir que te obliguen a nada —le dijo con convicción, mientras la abrazaba con más fuerza.Sofía, recostada en el pecho de Mateo, escuchaba su corazón latir con tranquilidad. Se sentía segura, como si todas las presiones y expectativas de su familia se hubieran desvanecido por completo en ese instante. Mateo tenía una forma de calmar sus miedos, y ahora, en sus brazos, sentía que el mundo exterior no podía alcanzarla.—Gracias por estar aquí... —murmuró Sofía, alzando la mirada para encontrarse con los ojos de Mateo—. No sé qué haría sin ti.Mateo le sonrió, besando su frente con suavidad.—Y yo sin ti, Sofía. No te preocupes por nada, vamos a enfrentar todo juntos —le aseguró, antes de volver a besarla, esta v
Rafael se acomodó en su silla, mirando a Luciana con una expresión calculadora. Tomó un sorbo de su café antes de finalmente abrirse con ella sobre el verdadero motivo por el que la había invitado a desayunar.- Te llamé porque quiero hablarte de algo importante. Estoy interesado en alguien, y necesito tu ayuda. -dijo, midiendo cada palabra.Luciana lo miró, curiosa pero cautelosa. - ¿Interesado? ¿En quién?Rafael se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con malicia. - Sofía De Santos.El nombre dejó a Luciana en completo shock. Su mente comenzó a girar con rapidez, tratando de procesar lo que Rafael le había dicho. Sofía... la misma Sofía que estaba con Mateo. En el fondo, una parte de ella sabía que esto podría jugar a su favor, pero la noticia la había tomado por sorpresa.- ¿Sofía? -repitió, incrédula. - ¿Estás diciendo que estás interesado en Sofía? Pero... sabes que ella esta con alguien...Rafael asintió lentamente, con una sonrisa calculadora en los labios. - Lo sé. Y por
Mateo estaba acostado en su cama, disfrutando de una tarde tranquila, cuando su teléfono vibró sobre la mesita de noche. Al tomarlo y ver el mensaje de Sofía, su corazón dio un vuelco. No podía ignorar el tono desesperado en su mensaje, ni las lágrimas que casi se podían escuchar en sus palabras. Sin pensarlo dos veces, le respondió con preocupación:—Voy para allá, Sofía. No te preocupes, ya casi llego.Se levantó de un salto y rápidamente se vistió. Mientras se ponía los zapatos, su mente estaba llena de preguntas. ¿Qué habría pasado para que Sofía estuviera tan angustiada? Aunque sabía que la relación con su familia era complicada, no imaginaba que las cosas hubieran llegado a tal punto.Con la preocupación reflejada en su rostro, Mateo salió de su casa lo más rápido posible, decidido a llegar a Sofía y consolarla.Sofía, mientras tanto, seguía en su cuarto, secándose las lágrimas tras recibir el mensaje de Mateo. Saber que él venía la llenó de alivio. Aunque su corazón seguía pesa
Mateo estaba llegando a su casa cuando de repente recibió una llamada inesperada de Luciana. Su tono era algo urgente, pero a la vez amigable, pidiéndole que la encontrara en el parque para hablar. Sin pensarlo mucho, Mateo se alistó y fue a su encuentro. Al llegar, vio a Luciana sentada en uno de los bancos, mirando hacia la fuente con una expresión algo pensativa.—¡Luciana! —exclamó Mateo al acercarse—. ¿Cómo estás? Hace días que no te veía.Luciana le sonrió, pero esa sonrisa ocultaba un torrente de emociones. Le hizo espacio en el banco y lo invitó a sentarse a su lado. Después de un breve silencio, Mateo rompió la tensión.—Tengo algo increíble que contarte —dijo con un brillo en los ojos—. ¡Ya soy oficialmente novio de Sofía! No sabes lo feliz que estoy, Luciana, estoy tan enamorado de ella. Todo está yendo tan bien entre nosotros.Luciana sentía cómo los celos se enroscaban en su interior, pero hizo todo lo posible por mantener la compostura. Fingió una sonrisa mientras Mateo
Valeria, tumbada en su cama fingiendo estar dormida, esperó pacientemente a que el silencio invadiera la casa. Una vez que todo quedó en calma, sacó su teléfono y, sin pensarlo dos veces, llamó a Rafael. Llevaba todo el día deseando hablar con él, lo extrañaba, y aunque sabía que no debería, no pudo resistirse. Al tercer tono, Rafael respondió con su tono habitual, encantador y cautivador.—Hola, preciosa —le susurró Rafael—. No esperaba tu llamada tan tarde, ¿todo bien?—Sí, solo te extrañaba —respondió Valeria con una sonrisa, sintiendo mariposas en el estómago al escuchar su voz.Estuvieron charlando por horas, hablando de todo y de nada. Rafael la mantenía enganchada con su encanto, sabiendo cómo jugar con sus emociones. Y cuando la conversación llegó al punto adecuado, decidió aprovechar el momento.—Oye, Valeria... ya que estamos hablando, quería preguntarte algo... es sobre tu padre. ¿Dónde trabaja ahora? Me acuerdo que lo mencionaste alguna vez, pero se me escapó. También... ¿