Sigo siendo el mismo Alfa despiadado
En la habitación del hospital donde se encontraba su luna y su hija, el Alfa Mariano, se plantó y no se separaba de ellas para nada, incluso ordenó que le llevarán la comida al cuarto, no les quitaba los ojos de encima a su reina y a su princesa, pero había algo que lo tenía molesto y que por más que quería no se le salía de la cabeza

— Entonces, ¿me vas a decir quién es el hombre que te tomaba de la mano cuando estabas dando a Luz a mi cachorra, Esmeralda? — preguntona el Alfa, mientras se llevaba un trozo de carne a la boca, fingiendo un poco de indiferencia

Cosa que estaba muy lejos de sentir, le interesaba mucho escuchar la respuesta de la mafiosa

— El... él es el capataz de la hacienda que queda al lado de la mi casa, se ha portado muy amable conmigo, es un buen hombre, es atento, caballeroso y tiene un gran corazón

— No sabía que los mafiosos eran tan buenos, ¿que no se dedican a traficar droga ilegalmente y a matar enemigos si es necesario?— escuchar a su luna decir tantas cosas
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