Austria 1986
En alguna parte de los Alpes orientales.
Friedrich Kraus corría desesperado, estaba seguro que, de ser capturado nuevamente, no tendría la misma suerte que la vez anterior, si a eso se le podía llamar así, de ser llevado de nuevo al laboratorio; esta ves estaba seguro que no serían tan benévolos y solo se limitarían a matarlo como el perro que siempre le dijeron que era; que, si se detenía a pensar un poco, sería menos horroroso que pasar de nuevo por la tortura que se vivía dentro del recinto de La Hermandad.
Mientras huía de ese tétrico lugar, nunca dejo de sentir el frío que calaba su cuerpo, iba casi desnudo, con solo unos Jeans y un suéter ligero, pero prefería arriesgarse a tener una sola oportunidad en esa inhóspita llanura que a esperar a morir en manos de esa gente que lo consideraba a él un monstruo, de estar en otra situación, hasta se habría reído.
Después de algunas horas huyendo, Friedrich estaba cansado, había pasado días sin dormir dentro del recinto, esa era su nueva forma de tortura, algo a lo que ellos llamaban “investigación”. El cuerpo comenzaba a dolerle por el esfuerzo y los ojos se cerraban de manera casi involuntaria, tropezó varias veces antes de caer de bruces por el agotamiento. Estaba seguro que de no encontrar un refugio muy pronto, iba a morir, y después de haber escapado de ese maldito lugar se negaba a que eso sucediera. No ahora cuando tenía una verdadera oportunidad.
De nuevo se puso en pie y caminó sin rumbo ladera abajo, no sabía en donde se encontraba, así que no tenía idea de a dónde podría dirigirse, rogaba por poder reconocer algo que lo ayudara a ponerse a salvo, pero estaba perdiendo la esperanza. Siguió caminando, no podía hacer otra cosa que solo eso, caminar y caminar, alejarse lo más posible de la patrulla que estaba seguro que lo estaba buscado para regresarlo a la prisión, nunca olvidaría el infierno por el que paso; ahora estaba libre y lucharía hasta su último aliento por mantenerse así, prefería morir en este salvaje lugar antes de volver al encierro.
La patrulla de La Hermandad detuvo su búsqueda después de casi siete horas, el frio comenzaba a calar en los huesos después de tantas horas fuera, el abrigo de la ropa ya no les protegía ahora que la temperatura comenzaba a descender, si ellos que estaban vestidos para sobrevivir, eran vulnerables a ese clima, entonces el prisionero que logró huir ni siquiera pasaría la noche, estaba casi seguro de eso, no importaba que fuera un cambiante, jamás sobreviviría a una noche de invierno en ese lugar.
Convencido de eso el jefe de la patrulla dio la orden de regresar, para cuando lo hicieran estaba casi seguro de que el prisionero ya estaría muerto pues la noche comenzaba apoderarse de la montaña y en caso de que el frío no lo matara, lo harían los animales salvajes y hambrientos que rondaban en ese agreste lugar.
Friedrich volvió a caer de bruces, sus piernas ya no le respondian, el frío era insoportable, tanto que apenas si podía respirar, ahora estaba seguro de que no pasaría la noche, pero estaba bien se dijo, era mejor morir teniendo como vista el cielo estrellado que la hiriente luz blanca con la que era torturado cada día.
Se abrazó las piernas con sus brazos intentando calmar los temblores involuntarios de su cuerpo, apretó los labios para dejar de castañear los dientes, temía romperlos de tanto temblar. A pesar de la hipotermia estaba dispuesto a contemplar la belleza, si esta sería su última noche en este mundo no podía desperdiciarla pensando todas las cosas que le pasaron en los últimos meses, y de las que ya no podía hacer nada, no les daría la satisfacción de arruinarle hasta la muerte.
Se maravilló de la inmensidad de la montaña, de la blancura de la nieve que cubría todo el lugar, de cómo poco a poco la luna llena fue subiendo hasta colocarse en el punto más alto para iluminarlo todo, de cómo las estrellas parecían tintinear; poco a poco fue cerrando los ojos, el cansancio se hacía presente y morir durmiendo bajo este majestuoso paisaje, sería una buena forma de irse de este mundo.
A Friedrich lo despertó el dulce aroma de café recién molido, sentía el cuerpo dolorido de tanto que lo apretó intentando calmar el frío, pero ahora ya no lo sentía, estaba bajo el cálido abrigo de unas pieles que parecían de oso.
No recordaba nada de cómo llegó ahí, antes de abrir los ojos creyó estar en el cielo ya que por un breve instante no sufrió ningún tipo de dolor, pero ahora se daba cuenta de que estaba en una pequeña choza, no se veía a nadie, pero alguien debió rescatarlo, traerlo hasta aquí y preparar el café. Estaba intentando levantarse de la cama cuando todos sus sentidos se pusieron alerta, la puerta de la cabaña se abrió dejando entrar el aire gélido de la montaña.
El recién llegado se dirigió a la pequeña cocina, directamente a por una taza de café, se froto las manos en un intento por calentarlas un poco, y dio un pequeño sorbo al líquido que al parecer estaba hirviendo. En ningún momento desvió la mirada hacia donde él estaba, al parecer no lo consideraba ningún peligro. Ahora estaba más consternado, ¿quién era ese hombre?
Kurt Von Steiger, finalmente se dignó a echar un vistazo al hombre que había rescatado de la muerte.
—Veo que ya despertaste, —le dio un sorbo a su café— me alegra que no hayas muerto.
—¿Quién eres? —no estaba en posición para ser sociable.
—El hombre que salvo tu vida.
Y vaya que Kurt Von Steiger salvaría su vida, en más de una forma. Los días siguientes se enfocó en recobrar fuerzas para poder marcharse de ese maldito lugar, debía alejarse lo más pronto posible. Cuando llego el momento de partir, Kurt le ofreció una salida.
—Sé lo que eres Friedrich —soltó tranquilamente un día después de comer lo que quedaba de los restos de un venado que lograron cazar.
Friedrich se quedó un momento sorprendido, pero después de un breve momento respondió.
—¿Qué vas a hacer al respecto? —Friedrich siguió recogiendo los platos de la mesa, concediéndole al hecho la menor importancia.
—Ayudarte.
Cuando se marcharon de ahí, Kurt le contó que él también era un cambiante, que había perdido a su hijo en manos de La Hermandad y buscaba una manera de vengarse, que tenía que hacerlo con mucho cuidado porque aún tenía una hija a la cual debía proteger a toda costa, y que La Hermandad no sospechaba de su familia por que su hijo se cambió el apellido cuando se alejó de ellos hacía muchos años.
—Voy a ayudarte, yo también quiero venganza, después de todo lo que me hicieron.
—Ya veremos.
Cuando llegaron a Austria Friedrich se dio cuenta de que Kurt era una persona importante, que esa era una de las razones por las que había logrado pasar desapercibido por mucho tiempo, La Hermandad nunca sospecharía de un hombre rico, pues a su raza no los consideraban muy inteligentes, los creían animales y un animal no podía amasar una fortuna. Se propuso ayudarlo en todo lo relacionado a la venganza, pero cuando conoció a la hija de éste quedó perdidamente enamorado de ella, y todo lo demás pasó a segundo término.
Había estado tan solo por mucho tiempo, nunca se planteó tener una pareja, pero cuando conoció a Grace, las cosas cambiaron drásticamente. Deseo una nueva vida para él, pero sobre todo para ella. Haría todo lo que estuviera en sus manos para ahuyentar a las garras de La Hermandad muy lejos de ellos.
Y así fue por muchos años, Friedrich y Grace formaron una familia cuando tuvieron un hijo al que llamaron Derek, todo fue excelente por mucho tiempo hasta que un día todo se fue al demonio.
Friedrich había llevado a Derek a las montañas, quería que su hijo estuviera familiarizado con su otra naturaleza, enseñarle las cosas más esenciales. Estaban parados en un pequeño claro acompañados de otros animales salvajes de su misma especie, Derek ya se había transformado en un pequeño lobezno y atento escuchaba las instrucciones de su padre; Friedrich comenzó la transformación hasta convertirse en un lobo adulto, que claramente resaltaba de la manada.
Estuvieron jugando tranquilamente por varias horas, se relajaron tanto que Friedrich no se percató de la patrulla que los observaba, él casi podía jurar que el lugar era seguro, por eso se atrevió a llevar a su hijo, pero la casualidad, el destino o alguien muy malvado quiso que ellos fueran encontrados.
Derek de apenas seis años, fue un testigo presencial de cómo su padre fue asesinado a manos de unos hombres que salieron de la nada, cuando este comenzaba la transformación, Friedrich le había dicho que primero se transformaría él para después ayudarlo a vestirse.
Así que la patrulla pensó que Friedrich estaba solo, pero para no dejar cabos sueltos, disparo en contra de los lobos salvajes.
Derek logró escapar gracias a los lobos que los acompañaban; por días estuvo desaparecido, pero siempre en compañía de la manada que aun cuando salvajes, entendieron que debían proteger al crío.
El abuelo de Derek fue quien lo localizó, pero después de eso, el pequeño no volvió a ser el mismo niño de antes. Derek desprecio la otra parte de su naturaleza y juro negarla para siempre.
Washington D.C.26 años despuésEl cálido viento de la mañana sopló suavemente y revolvió su melena castaña, amaba la primavera porque la vegetación era más colorida y frondosa, todo parecía lleno de vida, de luz y color. Después de tomar una gran bocanada de aire fresco que la armó de valor, se dispuso a entrar al edificio al que pensó que no volvería jamás, pero no podía quedar mal con su amiga, además debería tomarlo como una prueba de que por fin lo había superado. Cuando la hora de la reunión se acercaba, se llenó de ansiedad y tenía ganas de matar a Tatiana por casi obligarla a preparar el servicio de catering para la reunión de la junta directiva, ella no quería volver a ver al hermano de su
Cuando Liesel llegó al coche estaba temblando, la emoción al verlo de nuevo fue tan fuerte que su respiración aún no se había tranquilizado. Dio un par de grandes y profundas bocanadas de aire para poder manejar a casa. Y cuando llego lo único que quiso fue dormir, y entonces ella comenzó a soñar.Liesel nunca se imaginó que ese día su vida cambiaría para siempre. A su corta edad ella casi se hizo a la idea de que el amor le estaba negado.«Yo no nací para amar».Era el mantra que se repetía cada día, y con eso no solo lograba engañar a su mente, sino también a su corazón.Estaba a pocos meses de cumplir diecisiete años y nunca se había enamorado. Cómo enamorarse cuando te pasas las horas pensando en que tal vez mañana sea el principio del fin de tus días
Ese sábado por la noche, Liesel llevaba a Tatiana a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad. Liam el novio de Tatis le había cancelado unas horas antes, diciendo que saldría a un viaje de negocios de última hora, así que cuando llamó a Liesel para invitarla a salir, ella aceptó el plan de su amiga de pasar una noche solo de chicas. Primero cenaron en el restaurante para después irse a bailar a algún club de moda.—Crees que me está engañando.—No, Tatiana deja de hacerte ideas, el hombre tuvo que irse de viaje por que el negrero de tu hermano, no tiene vida social y cree que las otras personas tampoco deben tenerla.—¿Estás segura?—Claro. Amiga, Liam te adora, vive solo para ti. Sería capaz de besar el suelo que pisas, por dios, deja el drama y vamos a divertirnos.Antes de que el mesero se acercara a tomar l
Llegaron al bar. Liesel y Tatiana se dirigieron a una mesa que tenían reservada. Derek por el contrario se dirigió a la barra junto con la rubia que no aflojaba su agarre.Después de unos tragos un par de chicos se acercaron a Liesel y Tatiana, Derek pensó en ir y despacharlos, pero su amiguita se lo impidió.—Cariño, son unas chicas grandes, creo que debes darle espacio.—Es mi hermana pequeña y su mejor amiga, son mi responsabilidad.—Tu única responsabilidad esta noche es hacerme feliz.—Amber, creo que lo dejaremos para después.—¿Qué? —Fue el turno de ella de hacer berrinche.—Derek, hace tiempo que no nos vemos y pretendes cambiarme por un par de niñitas. —Estaba furiosa.—Son mi responsabilidad. —Fue todo lo que dijo y dio por concluido el tema.Después de un
La reunión del comité, era llevada a cabo al otro lado del país, en la cima de uno de los edificios más elegantes de la ciudad, exactamente en el piso 103, y en el más completo de los secretos, por lo menos para la mayoría de los mortales.Uno a uno fueron llegando los consejeros, era así cómo se hacían llamar; algunos tomaban sus lugares y otros pocos charlaban entre sí. Era un pequeño grupo de trece miembros los que formaban aquel singular consejo, y cada uno tenía sus tareas bien definidas para no inmiscuirse en los asuntos de los demás, por lo que el consejo estaba dividido en clanes por llamarlo de alguna manera.Estaba el grupo financiero, era el encargado de la dirección y gestión del consejo, cuya finalidad era la obtención de beneficios económicos para todo el consejo, claro que cada miembro era autónomo para decidir en qué negoc
Cuando Liesel bajó a desayunar la mañana siguiente, su madre le dio la noticia de que su auto estaba estacionado en el garaje. Tanto a Liesel como a su madre les gustaba tomar el desayuno en la terraza del jardín, que más bien parecía una arboleda.Frutas encantadas ahora cubrían el suelo y habían brotado ramas de las estanterías, frondosos zarcillos mezclándose con borlas y tapices por igual. Además, un pájaro había anidado entre las cortinas. Los muebles de jardín de hierro forjado, las teteras que vierten tulipanes, y las lámparas de mesa topiarias que descansan entre los arbustos. Las estaciones dan vida a un somier de bronce, a un zarzal de rosas en el verano, a una colcha de azafrán a principios de la primavera. Cojines revestidos de petunia se esparcen por una alfombra, de origen oriental ahora cubierta de musgo... Un escenario de cuento de hadas. Liesel adora
Liesel no sabía lo que había pasado, estuvo a punto de besar a Derek, otra vez, y en un minuto su sexto sentido le gritó que no, que esa no sería una buena opción. Debía alejarse de él, pero estar separada de Derek era imposible cuando lo que ella quería era tenerlo cerca. Le dolía el corazón solo con verlo y tener que esconder todo lo que su cuerpo sentía cuando estaba cerca de él.La sangre le hervía y casi podía oír su propio pulso, estaba temblando y temió desmayarse, eso sí que sería el colmo de su mala suerte.—Concéntrate Liesel, concéntrate. —Se repitió una y otra vez. No podía permitirse perder el sentido, en cualquier momento alguien la encontraría y pediría ayuda en el restaurante y Derek la encontraría inconsciente, y confirmaría una vez más lo débil qu
—Liesel, me ha llamado George.Liesel alzó la ceja, acaso su mamá creía que era tonta.—Te llamo George eh.—Sí, pero descuida, ha llamado para saludar e invitarnos a almorzar.—¿Mamá?—Cariño que él ha llamado, te juro que yo no he tenido nada que ver, ni siquiera a tu padre le he contado sobre Derek, porque se lo contaría a tu doctor.—Porque mi doctor es tu amigo, y tal vez sentías ganas de desahogarte mamá.—Estás un poco paranoica esta mañana cariño.—Como sea, tengo planes.—Por qué no me cuentas.—Es sobre la empresa que quiero montar de servicio de catering y relaciones públicas. Quede con una inmobiliaria para ver locales donde pueda instalarme. Me urge trabajar, hacer algo mamá.—Siempre puedes ayudarme con la asoci