Nadine Connor se encontraba sentada en una mesa de juego en Atlantic city, al parecer tenía una buena racha, tenía muchas fichas, al parecer esa racha era buena para ella, así que jugaba y jugaba, entre más jugaba más ganaba, no tenía planeado regresar a casa por el momento. Un hombre vestido de negro se acercó a ella, era uno de los guardaespaldas de la familia Andollini, el señor Jean Carlo,lo había enviado con las órdenes expresas de regresar con su suegra, el hombre había meneado sus influencias para hacer que la mujer fuera internada en un centro de rehabilitación para jugadores compulsivos. La mujer no se había percatado que alguien la observaba, así que continuaba jugando de manera compulsiva. Señora Connor — hablo el hombre — me encantaría que me acompañara — pidió con educación el hombre que se encontraba parado ya al lado de ella — me envió el señor Andollini y su esposa, tengo ordenes de escoltarla al aeropuerto, de ahí tomaremos el avión privado del señor Andollini. N
Cuando regresaron a Nueva York la pareja iba callada, al parecer el viaje y todo lo que había sucedido en los últimos días, estaba dejando emocionalmente sin energía a Anabella, sentía que el cuerpo igual se estaba quedando sin fuerzas. Su esposo la miro y se preocupó un poco, esperaba que, sin la preocupación por su madre por unos meses, Annie mejorara en su aspecto. Por la diferencia de horas, al parecer llegaron a Nueva York, era casi la una de la mañana, al parecer habían estado todo el día en California, y ahora ya era de madrugada en su hogar, había hablado con su padre de la situación de su madre, lo más importante es que esta había aceptado quedarse en la clínica. Los mensajes constantes no habían dejado de entrar en el celular de Jean Carlo, cada uno de ellos pertenecía a Constanzza, Anabella, su esposa, no le había contado acerca de la visita de esta a su hogar, se lo había guardado, pero ahora estaba un poco irritable al ver que Jean Carlo, miraba el celular, movía la cab
Constanzza se quedó con los ojos abiertos de par en par, no podía creer lo que acababa de ver escuchar, Jean Carlo, le había dicho de mala manera que lo dejara en paz, sentía que la furia comenzaba recorrer sus venas. ¿Quién te crees, Jean Carlo Andollini? — dijo con el rostro marcado con la furia que comenzaba a sentir — me las vas a pagar, en verdad me las vas a pagar —Constanzza se levantó de la cama donde se encontraba sentada, tenía que pensar en lo que debía y tenía que hacer — Fanucci no ha encontrado nada que pueda utilizar en contra de la estúpida de Anabella, me muerdo de furia, te lo hare pagar, Jean Carlo, en verdad me las pagaras — tomo una cigarrera que se encontraba encima de su tocar, junto a un encendedor de plata. Encendió con rapidez un cigarro y comenzó a fumar, miraba a su alrededor, su departamento era bello y ella también — ¡FANUCCI! — grito la mujer, tenía que hablar con ese grandísimo imbécil, tenía mucho enojo igual contra el hombre. El hombre entro vestid
Anabella, se quedó mirando al hombre, y se dio cuenta de lo que iba a decir, y mejor se contuvo, así que se quedó callada, Jean Carlo, le sonrió a su esposa, sabía lo que le iba a decir, y era algo bastante agradable, pero decidió permanecer callado por el momento. Terminaron su desayuno y se arreglaron, Jean Carlo camino con dirección a la casa de su padre, al parecer el señor Andollini se sentía mejor, y tenía bastantes ánimos. Este se encontraba en el jardín, al parecer la última quimio había resultado, pero aún no se podía decir que se encontraba completamente curado, pero tenía mucho mejor semblante del que tenía en días anteriores. Buenas tardes, padre — se acercó Jean Carlo y saludo a su padre, le dio un beso fraternal — veo que te encuentras con mejor semblante, eso me alegra bastante — el hombre se sentó al lado de este y le tomo la mano — me encanta verte así, padre — le sonrió. Gracias, hijo mío, tú te miras feliz — el hombre apretó la mano de su hijo — ¿Cómo va el matr
cuando llegaron a la calle número 23, vieron el puesto de las hamburguesas, al parecer les tocaría esperar un poco, el aroma de la carne era riquísimo, Anabella miraba el lugar, había comido muchas veces ahí con algunas de sus compañeras de la universidad. En el lugar miro a una figura conocido al parecer Ethan se encontraba ahí, llevaba un traje de color azul marino se preguntó ¿Qué haría Ethan Smith?; el hombre se encontraba con otros dos. Smith al ver la mujer el rostro se le ilumino, podría acercarse a ella, cuando vio que el hombre que la acompaña le tomo del brazo, supo de manera inmediata que era Andollini, si lo había visto en fotos de economía, y algunas del Jet Set de su madre, pero verlo en vivo era diferente, Andollini al parecer no era la clase de hombre con quien se podía jugar o meter, así que tenía que decidió por el momento no hablar con ella, así que se alejó del lugar, algunos de los hombres con los que iba se dieron cuenta que Ethan se alejaba, pero como ya había
Horas más tarde Ethan seguía buscando cosas y miro en una de las redes sociales la foto de Jean Carlo junto a Constanzza Brassi, tenía que ver donde podría encontrarla, y comunicarse con ella, por la foto parecía que tenían o habían mantenido una relación importante. Abrió el buscador en la red social y puso el nombre de Constanzza Brassi, y salieron tres personas con el mismo nombre, una residente de Italia, otra en Argentina y una en Nueva York; al abrir las fotos miro que la de Nueva York era la Brassi que buscaba. Entonces pulso el botón enviar mensaje, y comenzó a pensar en que le pondría, así que inicio el texto. Hola, Constanzza, quiero platicar sobre algo que te podría interesar, y es sobre la pareja conformada por Anabella y Jean Carlo Andollini, quiero quitar a ese hombre de la vida Anabella y por la foto que publicaron en las redes sociales; espero tener contacto pronto contigo. Ethan le dio enviar al mensaje que acababa de escribir, esperaba que pronto la mujer lo leye
Horas más tarde Ethan seguía buscando cosas y miro en una de las redes sociales la foto de Jean Carlo junto a Constanzza Brassi, tenía que ver donde podría encontrarla, y comunicarse con ella, por la foto parecía que tenían o habían mantenido una relación importante. Abrió el buscador en la red social y puso el nombre de Constanzza Brassi, y salieron tres personas con el mismo nombre, una residente de Italia, otra en Argentina y una en Nueva York; al abrir las fotos miro que la de Nueva York era la Brassi que buscaba. Entonces pulso el botón enviar mensaje, y comenzó a pensar en que le pondría, así que inicio el texto. Hola, Constanzza, quiero platicar sobre algo que te podría interesar, y es sobre la pareja conformada por Anabella y Jean Carlo Andollini, quiero quitar a ese hombre de la vida Anabella y por la foto que publicaron en las redes sociales; espero tener contacto pronto contigo. Ethan le dio enviar al mensaje que acababa de escribir, esperaba que pronto la mujer lo l
Dieron las seis de la tarde del día siguiente, Constanzza se encontraba en la cafetería, no sabía cómo era físicamente Ethan Smith, vio unas cuantas fotografías de la red social, pero ninguna era reciente, podía ser que el hombre hubiera cambiado mucho en estos años. Pidió un café cortado y solo eso, esperaba que no tuviera que esperar mucho rato al hombre, una figura alta vestida en traje caro con portafolio, se acercó a la mujer, era Ethan Smith quien había llegado. Buenas tardes, Constanzza Brassi — hablo el abogado —me presento soy Ethan Smith, tú y yo tenemos muchas de las cuales hablar, tenemos en común que deseamos ver separados a Anabella Connor y Jean Carlo Andollini, yo simplemente, porque necesito el dinero de Constanzza, cometí una estupidez y perdí a Anabella, pero ahora quiero que ella sea para mí o al menos el dinero de ella y su familia — puso claro el hombre a Constanzza que observaba como sentaba el hombre. Buenas tardes, Ethan Smith —dijo Brassi — tú quieres dine