Mis amores, ¿les gusta el desarrollo de la historia? ¿Qué les gustaría que sucediera a continuación? Déjenme sus opiniones, las leo todas y prometo escribir sobre ello. NOTA DEL AUTOR: Pobre Sebastian, pero es que es ¡BRUTO!
UN LOBO SIN HOGAR. La frescura del jardín principal del castillo envolvía a Braelyn mientras caminaba por él, intentando despejar su mente con la serenidad del amanecer. Pero la paz era elusiva; los ecos de las palabras de Sebastián resonaban como un tambor de guerra en su interior. Sus pasos, normalmente seguros y ligeros, eran hoy pesados, cargados de un dolor que no podía desvanecer con el rocío de la mañana. Al ver la figura encorvada sobre la banca de mármol, su corazón dio un vuelco. «¿No se fue?» Pensó, con una mezcla de nerviosismo y una aceleración que le recorría el pecho. Con pies que parecían moverse por voluntad propia, se acercó a la silueta que perturbaba su paz. Frente a Sebastián, dormido y vulnerable, Braelyn luchaba con su propia tormenta interna. «Maldito, eres tan bello, pero venenoso» se reprendió en silencio. La loba en su interior se retorcía, anhelando la conexión perdida, mientras ella acariciaba su frente con una ternura que contradecía sus pensamientos e
UNA UNIÓN CON PROPÓSITO. La biblioteca del castillo Donovan siempre había sido un santuario de silencio y sabiduría, un lugar donde el tiempo parecía detenerse entre las páginas de cada volumen antiguo. Braelyn leyó con su cabello oscuro recogido en una coleta desordenada, no había olvidado continuar con su investigación, estaba dispuesta a llegar al fondo de todo. Pero esa tarde, la curiosidad dio paso a una revelación que sacudiría los cimientos de su realidad. Había encontrado un libro encuadernado en cuero, con la imagen de una quimera grabada en la portada. Era un tomo que nunca había visto antes, olvidado o escondido a propósito de miradas indiscretas. Con dedos temblorosos, Braelyn abrió el libro y comenzó a leer acerca de los guardianes ancestrales del objeto de poder inimaginable. ―Dos guardianes… siempre dos. ―susurro mientras seguía cada línea. El libro relataba cómo estos guardianes protegían el mapa y la llave que conducían a la pluma oculta, un artefacto de leyendas q
EL OJO DE FENRIR. Después de que Braelyn terminara la conversación con su padre, a pesar de que estaba preocupada al llevar el peso de la información, sabía que debía cumplir con los compromisos del festival del Dios Fenrir. En honor al Dios, se organizaban competencias y la de ese día era la del ‘Ojo de Fenrir’. Los participantes deberían conseguir el ojo, y quien resultara ganador tendría una cena romántica con ella. A pesar de su negativa inicial, Boris le advirtió que, como hija de la casa Donovan, debía cumplir con su parte. En momentos como ese, deseaba haber tenido una hermana. Suspiró audiblemente y bajó las escaleras. Desde que descubrió que estaba esperando un cachorro, su apetito había aumentado. «Tal vez Sienna tenga un poco de corazón de cerdo para picar» Pensó y bajó las escaleras solo para encontrarse con una escena que la dejó boquiabierta. En el salón estaban Tobías y Sebastián comiendo cada uno perfectamente. La presencia de Tobías no le sorprendió, en cambio, la d
LA ODISEA DEL OJO DE FENRIR. La luna colgaba en el cielo como un testigo silencioso, su luz plateada filtrándose a través del dosel del antiguo bosque. Sebastián, cuyos ojos azules brillaban con una resolución feroz, se encontraba en el límite del claro, listo para adentrarse en el corazón de la oscuridad. La competencia por el Ojo de Fenrir había comenzado, y con ella, una carrera llena de peligros inimaginables. El aire estaba cargado de electricidad, y la tensión entre los competidores era tan palpable como la bruma que se arrastraba por el suelo del bosque. Con un aullido que resonó como un trueno, los lobos se lanzaron hacia la niebla oscura. Sebastián, confiando en su fuerza y determinación por recuperar a Braelyn, corrió. La espesura del bosque se cernía sobre Sebastián con una promesa silenciosa de desafíos aún mayores. El río de las Lágrimas, ahora detrás de él, era solo el comienzo. Con cada paso que daba, la imagen de Braelyn inundaba su mente, su mirada resuelta y su sonr
LA ODISEA DEL OJO DE FENRIR (II) Sebastián se puso de pie con el pecho agitado y su cuerpo lastimado, miró ansioso a su alrededor y todo lo que vio fue oscuridad. Sin embargo, el dolor de la pérdida de Braelyn lo consumía por dentro. Era como si alguien hubiera hundido la garra en su pecho y le arrancará el corazón en carne viva. ―Braelyn… ―susurro su nombre y por primera vez desde que le dio su marca intentó llamarla. No hubo conexión y su miedo se hizo más fuerte. Con su pata adolorida y las costillas rotas, se propuso avanzar. La luna colgaba alta y ominosa en el cielo nocturno, bañando el Bosque de los Miedos Profundos en un resplandor argentado. Sebastián, con sus sentidos agudizados por la adrenalina, observó cómo de repente un lobo que él conocía demasiado bien emergía de las sombras, su pelaje oscuro como el suyo brillando con gotas de rocío que parecían rubíes a la luz lunar. Se trataba de su hermano, Sedrik. El miedo dio paso a la ira y un profundo gruñido resonó en el si
LA ODISEA DEL OJO DE FENRIR (III) Sebastián vislumbró la aparición de un Esbirro de Hela. Su esqueleto retorcido y envuelto en sombras emanaba una aura ominosa, anunciando el desafío que se avecinaba. La criatura, con una guadaña reluciente en mano, se erguía como el guardián de la entrada a un reino de pesadillas. Los ojos vacíos del Esbirro brillaron con una malevolencia sobrenatural, mientras se lanzaba hacia Sebastián con una agilidad que desafiaba su naturaleza esquelética. La guadaña giraba en el aire con una danza letal, dejando rastros de sombras que parecían devorar la luz circundante. Sebastián, armado con determinación, enfrentó la embestida del Esbirro. Cada choque de sus cuerpos resonaba en la caverna como un trueno oscuro. Las sombras se retorcían y enredaban alrededor de ellos, creando un escenario surrealista donde la realidad se desdibujaba. El Esbirro de Hela lanzó sus ataques con precisión espectral, mientras Sebastián esquivaba y contraatacaba con destreza. Cada
SACRIFICIO DE AMOR Y AMISTAD. La oscuridad de la caverna estaba rota por las estelas de fuego que se retorcían en el aire, como serpientes aladas envueltas en llamas. Sebastián y Tobías, con sus corazones latiendo al ritmo de un tambor de guerra, se adentraron en la guarida de las llamas Espectrales. El Ojo de Fenrir, un orbe centelleante de poder antiguo, pendía en el aire, vigilado por los danzantes guardianes de fuego etéreo. El calor era sofocante, como una marea que intentaba devorar su voluntad y fuerzas. Pero Sebastián, con su mirada fija en el premio, avanzó con determinación, mientras, Tobías, cuyos dedos danzaban sobre los componentes mágicos atados a su cinturón, murmuraba encantamientos preparatorios, su mente tan enfocada como la de su compañero. Las llamas Espectrales percibieron su presencia y, como un enjambre de cometas furiosos, se lanzaron hacia ellos. El primer embate fue como un golpe de un horno abrasador; el aire se llenó de un rugido ensordecedor mientras las
CUIDAR DE ÉL. En el Castillo Donovan, Braelyn caminaba de un lado a otro en la gran sala, su falda susurrando cada vez que se giraba. La luz de las velas lanzaba sombras danzantes a su alrededor, como si incluso ellas estuvieran nerviosas por el regreso de los aventureros. ―Vas a desgastar el suelo, Brae, cálmate. ―dijo Boris en tono cansado ― Tómate un té de flor de luna si quieres. Braelyn se detuvo bruscamente y miró a Boris con ojos llameantes. ―No debiste dejar que participara, ¡no debiste permitir que fuera! Braelyn estaba nerviosa, cada fibra de su ser vibraba con la tensión de la espera. Algunos competidores ya habían vuelto, con sus cuerpos y orgullos heridos, pero Sebastián no estaba entre ellos. Boris suspiró y caminó hacia su hermana. ―Brae, debes tener calma. Aunque me hubiera negado, Sebastián es demasiado testarudo y no me habría hecho caso. No tenemos más opción que esperar. ―No puedo, Boris ―dijo con voz temblorosa ― No puedo quedarme aquí y morir de angustia.