XOXO.
SE TERMINÓ. Sebastián estaba en la habitación de su mansión mirando con complicación a Erika. La mujer estaba hecha un mar de lágrimas, y el Alfa no sabía cómo proceder. ―Erika ―dijo en voz baja ―Conocías la naturaleza de nuestra relación, sabías que terminaría en cualquier momento. ―Sí, lo sé, pero no puedo resignarme, Sebastián ―sollozó la mujer ―No puedo. Sé que no querías más que sexo entre nosotros, pero… ¡Oh dios, te amo! ¡Te amo, Sebastián! Por favor, no me abandones, yo… yo te amo. El alfa sintió compasión por la mujer, pero por otro lado, no pensaba sacrificar su recién descubierta felicidad por ella. No había dejado de pensar en Rose desde que llegó, de hecho, estaba ansioso por regresar, para abrazarla, besarla, hacerla suya. En el fondo, Sebastián anhelaba volver con los suyos y comportarse como lo que era: un lobo. Estaba hastiado de vivir en el mundo humano, aunque este le había dado pequeñas satisfacciones. Había conocido a Erika en una negociación, de hecho, en el
ES LA ÚNICA MANERA DE SENTIRTE MEJOR. Braelyn corrió a través del bosque en su forma de lobo, las palabras de la Omega resonaban en su mente una y otra vez. En ese momento, deseaba poder desaparecer o, mejor aún, retroceder en el tiempo. Se sentía estúpida, una gran tonta. Se había negado a unirse al hombre del que se había enamorado. Sentía que el destino la castigaba, primero al llevarla hacia él y luego al unir sus destinos. Continuó corriendo hasta llegar a un hermoso lago. Se detuvo, con la respiración agitada y el corazón martilleando en su pecho. Volvió a su forma humana y se permitió llorar, pero esta vez sus lágrimas eran como cuchillos atravesándola, estaba llena de dolor y tristeza, porque sus propias decisiones la habían alejado de su propia felicidad. Cerró los ojos y en su mente brillaron los ojos azules de Sebastián, mirándola con admiración y anhelo. Y sus sollozos se hicieron más fuertes, pronto cayó de rodillas, abrazándose a sí misma, presa del dolor. ―¿Por qué? ¿
MANTENER EL SECRETO. Braelyn se estremeció al escuchar la voz de Sebastián. Giró la cabeza en dirección al sonido, encontrándose con la mirada intensa del lobo que la había cautivado con sus ojos azules. La presión en su pecho aumentó, sintiendo una mezcla de alivio y temor. Las palabras resonaron en su mente, promesas de querer conocerla mejor, de ser parte de su vida. ―Rose, ¿qué sucede? ―preguntó con voz suave, rodeándola con sus brazos protectores. Ella cerró los ojos, permitiéndose sentir el consuelo momentáneo de su abrazo, pero el peso en su corazón no se aliviaba. Sebastián apartó suavemente a Braelyn para mirarla directamente a los ojos. ―Dime, por favor. ¿Quién te hizo llorar? ―inquirió con una preocupación palpable. Ella titubeó, luchando con sus propias emociones antes de responder con un susurro entrecortado. ―No es nada… Yo… solo estoy un poco triste ―murmuró, intentando ocultar la verdad. Él secó delicadamente sus lágrimas y, con un dejo de incredulidad, preguntó:
EL SABOR MÁS DULCE (+18) Sebastián caminó hacia la cama y la dejó caer lentamente, perdiéndose en la profundidad de sus ojos grises. Sus corazones latiendo en perfecta sincronía, como si estuvieran conectados por un hilo invisible de amor y deseo. En ese momento el mundo a su alrededor pareció desvanecerse, dejando solo espacio para ellos dos. El Alfa se perdió un momento en la imagen del ángel que había llegado para cambiar su mundo. «Desnuda. La forma en que estaba destinada a ser… para mí… Solo para mí» Una sonrisa brotó en sus labios después del pensamiento y dijo. ―Solo relájate, ángel. Te haré sentir bien. El Alfa se inclinó hacia ella y le dio un suave beso en los labios, para luego dejar otro en su mandíbula y comenzar a bajar lentamente hasta llegar al inicio de sus pechos. Braelyn cerró los ojos disfrutando del suave toque de sus labios, pero abrió los ojos perplejos cuando sintió la calidez de su lengua. Bajo la mirada, solo para encontrarse con sus labios cerrados al
UNIÓN DE ALMAS. El sol se sumergía lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y púrpura. El día esperado había llegado, marcando el capítulo más importante en la historia de la manada. El imponente jardín detrás del castillo estaba decorado con flores blancas y doradas, creando un escenario digno de la ocasión. La brisa suave susurraba entre los árboles, como si la naturaleza misma celebrara la unión que estaba a punto de tener lugar. Sebastián, ataviado con un impecable traje negro, esperaba nervioso en el altar improvisado. A su lado, Xavier, el pequeño niño que era un hijo en su corazón, sostenía las alianzas con la seriedad de un joven caballero. Sebastián quería hacer esta unión de dos maneras, la primera como lo dictaba su naturaleza y la segunda como lo hacen los humanos. Los ancianos del consejo, vestidos con túnica ceremonial, se encontraban listos para oficiar la ceremonia. Braelyn, radiante como la Luna llena, caminaba hacia el altar con e
UNIÓN ETERNA (+18) Las manos de Braelyn se acercaron a su pecho, con un tacto suave y tierno. Sebastián no se consideraba un lobo suave, pero por ella, estaba dispuesto a intentarlo. Sus ojos lo miraban con asombro y curiosidad, sin timidez ni reservas. ―Eres hermoso ―la suave voz de Braelyn lo baño como la miel. Ella se inclinó hacia arriba y rozó con su boca contra su piel, justo encima del corazón. El pecho del Alfa se hinchó, ese vacío que lo había acompañado por años, fue llenado por la mujer que ahora era su compañera. Rodeó con su mano la parte posterior de su cabeza y aplastó su boca contra la de ella. Tragándose sus gemidos, disfrutando de los labios que le pertenecían ahora. Sebastián deslizó la mano por su espalda, sintiendo la suavidad de su piel. Un suave gemido sonó contra sus labios, haciendo que él rompiera el beso y se alejara ligeramente. Sus ojos codiciosos se embebieron de ella. ―Eres jodidamente hermosa. Braelyn era considerada la loba más bella de la manda ‘F
EL ME ODIA. En el salón del castillo de la manada ‘FENRIR’, el lobo enviado por Boris para infiltrarse en la manada de Vincent, compartió las impactantes noticias sobre Braelyn, la hermana de Boris. La noticia de su muerte y la sentencia de Vincent provocaron una ira ardiente en el Alfa, quien apretó los dientes con fuerza, luchando por contener la furia que bullía en su interior. ―Alfa Boris, lamento informarte que Braelyn fue sentenciada a muerte por Vincent. Sin embargo, logró escapar antes de la ejecución. Pero… ―el lobo bajó la cabeza sabiendo que tenía que terminar de decir la información ―… Ella se ahogó en el río Negro, eso fue lo que dijo uno de los guerreros de Vincent, dijo que el Alfa la persiguió a través del bosque y ella… Las palabras resonaron en el salón, cargadas de un peso insoportable. Boris sintió un nudo en el estómago al asimilar la noticia de la pérdida de su hermana. La ira se reflejó en sus ojos, pero también la determinación de enfrentar las consecuencias.
VENGAR A UNA HERMANA. La noche estaba envuelta en sombras densas cuando Boris, el hermano de Braelyn, guiaba silenciosamente a su manada de lobos guerreros a través del oscuro bosque. La luna, un testigo mudo de la venganza que se avecinaba, bañaba el claro con su luz plateada mientras los lobos de Boris se preparaban para el asalto. El líder, con sus ojos centelleantes de ira, dirigió una mirada feroz a sus seguidores, quienes respondieron con gruñidos de determinación. Con la sigilosidad propia de los depredadores, avanzaron hacia el territorio de la manada de Vincent. La oscuridad era su aliada, y cada lobo mantenía sus sentidos alerta, listo para el combate que se avecinaba. Boris y Vincent se encontraron en el centro del claro, dos Alfas poderosos enfrentándose con miradas intensas y gruñidos que resonaban en la noche. Las respiraciones agitadas eran preludio de la tormenta que estaba por desatarse. Boris, con ojos llenos de rabia, gruñó desafiante. ―Vincent, pagarás por la t