Ya quiero ver cómo es Sebastian... ¿qué creen ustedes?
EL SABOR MÁS DULCE (+18) Sebastián caminó hacia la cama y la dejó caer lentamente, perdiéndose en la profundidad de sus ojos grises. Sus corazones latiendo en perfecta sincronía, como si estuvieran conectados por un hilo invisible de amor y deseo. En ese momento el mundo a su alrededor pareció desvanecerse, dejando solo espacio para ellos dos. El Alfa se perdió un momento en la imagen del ángel que había llegado para cambiar su mundo. «Desnuda. La forma en que estaba destinada a ser… para mí… Solo para mí» Una sonrisa brotó en sus labios después del pensamiento y dijo. ―Solo relájate, ángel. Te haré sentir bien. El Alfa se inclinó hacia ella y le dio un suave beso en los labios, para luego dejar otro en su mandíbula y comenzar a bajar lentamente hasta llegar al inicio de sus pechos. Braelyn cerró los ojos disfrutando del suave toque de sus labios, pero abrió los ojos perplejos cuando sintió la calidez de su lengua. Bajo la mirada, solo para encontrarse con sus labios cerrados al
UNIÓN DE ALMAS. El sol se sumergía lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y púrpura. El día esperado había llegado, marcando el capítulo más importante en la historia de la manada. El imponente jardín detrás del castillo estaba decorado con flores blancas y doradas, creando un escenario digno de la ocasión. La brisa suave susurraba entre los árboles, como si la naturaleza misma celebrara la unión que estaba a punto de tener lugar. Sebastián, ataviado con un impecable traje negro, esperaba nervioso en el altar improvisado. A su lado, Xavier, el pequeño niño que era un hijo en su corazón, sostenía las alianzas con la seriedad de un joven caballero. Sebastián quería hacer esta unión de dos maneras, la primera como lo dictaba su naturaleza y la segunda como lo hacen los humanos. Los ancianos del consejo, vestidos con túnica ceremonial, se encontraban listos para oficiar la ceremonia. Braelyn, radiante como la Luna llena, caminaba hacia el altar con e
UNIÓN ETERNA (+18) Las manos de Braelyn se acercaron a su pecho, con un tacto suave y tierno. Sebastián no se consideraba un lobo suave, pero por ella, estaba dispuesto a intentarlo. Sus ojos lo miraban con asombro y curiosidad, sin timidez ni reservas. ―Eres hermoso ―la suave voz de Braelyn lo baño como la miel. Ella se inclinó hacia arriba y rozó con su boca contra su piel, justo encima del corazón. El pecho del Alfa se hinchó, ese vacío que lo había acompañado por años, fue llenado por la mujer que ahora era su compañera. Rodeó con su mano la parte posterior de su cabeza y aplastó su boca contra la de ella. Tragándose sus gemidos, disfrutando de los labios que le pertenecían ahora. Sebastián deslizó la mano por su espalda, sintiendo la suavidad de su piel. Un suave gemido sonó contra sus labios, haciendo que él rompiera el beso y se alejara ligeramente. Sus ojos codiciosos se embebieron de ella. ―Eres jodidamente hermosa. Braelyn era considerada la loba más bella de la manda ‘F
EL ME ODIA. En el salón del castillo de la manada ‘FENRIR’, el lobo enviado por Boris para infiltrarse en la manada de Vincent, compartió las impactantes noticias sobre Braelyn, la hermana de Boris. La noticia de su muerte y la sentencia de Vincent provocaron una ira ardiente en el Alfa, quien apretó los dientes con fuerza, luchando por contener la furia que bullía en su interior. ―Alfa Boris, lamento informarte que Braelyn fue sentenciada a muerte por Vincent. Sin embargo, logró escapar antes de la ejecución. Pero… ―el lobo bajó la cabeza sabiendo que tenía que terminar de decir la información ―… Ella se ahogó en el río Negro, eso fue lo que dijo uno de los guerreros de Vincent, dijo que el Alfa la persiguió a través del bosque y ella… Las palabras resonaron en el salón, cargadas de un peso insoportable. Boris sintió un nudo en el estómago al asimilar la noticia de la pérdida de su hermana. La ira se reflejó en sus ojos, pero también la determinación de enfrentar las consecuencias.
VENGAR A UNA HERMANA. La noche estaba envuelta en sombras densas cuando Boris, el hermano de Braelyn, guiaba silenciosamente a su manada de lobos guerreros a través del oscuro bosque. La luna, un testigo mudo de la venganza que se avecinaba, bañaba el claro con su luz plateada mientras los lobos de Boris se preparaban para el asalto. El líder, con sus ojos centelleantes de ira, dirigió una mirada feroz a sus seguidores, quienes respondieron con gruñidos de determinación. Con la sigilosidad propia de los depredadores, avanzaron hacia el territorio de la manada de Vincent. La oscuridad era su aliada, y cada lobo mantenía sus sentidos alerta, listo para el combate que se avecinaba. Boris y Vincent se encontraron en el centro del claro, dos Alfas poderosos enfrentándose con miradas intensas y gruñidos que resonaban en la noche. Las respiraciones agitadas eran preludio de la tormenta que estaba por desatarse. Boris, con ojos llenos de rabia, gruñó desafiante. ―Vincent, pagarás por la t
EN BUSCA DE UNA ALIANZA. En la penumbra de su habitación, Boris contempló el techo con ojos cansados y llenos de determinación. La batalla había dejado marcas no solo en su cuerpo, sino también en su alma. La voz de Vincent resonaba en su mente, las palabras crueles resonaban como un eco persistente. Su Beta, Marcus, se mantenía en silencio, respetando el dolor de su líder. Boris rompió el silencio con una voz ronca. ―Vincent tiene razón en una cosa… fue patético de mi parte. Pero no puedo dejar impune la muerte de mi hermana. Marcus ascendió, comprendiendo la carga emocional que Boris llevaba. ―Sabes que buscar ayuda es la decisión correcta, Alfa. No podemos enfrentar a Cedrik y a Vincent solos, necesitamos aliados. Boris se incorporó con dificultad, sintiendo cada herida como un recordatorio de la amarga derrota. ―Hemos perdido a muchos buenos lobos hoy. No permitiré que sus sacrificios sean en vano. Necesitamos una mano fuerte a nuestro lado. Los ojos de Marcus brillaron con
CORRESPONDENCIA URGENTE. La habitación estaba sumida en una atmósfera romántica, Sebastián y Braelyn, se abrazaban en la cama después de haber hecho el amor. El Alfa besó con ternura el cabello de su compañera y luego, con una mirada profunda, se encontró con sus ojos. ―Mi amor… ya sé que me dijiste que tenías tu manada, pero no puedo evitar preguntarme… ― dijo con voz grave y suave ―… ¿Qué hacías en el bosque? Braelyn sintió que su corazón se aceleraba, sus mejillas se calentaron y su mirada se desvió momentáneamente. La pregunta de Sebastián la tomó por sorpresa y el miedo se instaló en su corazón. ―Bueno… yo…― comenzó a decir, pero la timidez y la ansiedad entrecortaron sus palabras. Se mordió el labio inferior, buscando la manera de explicar lo que había estado escondiendo. ―Cariño… ―el Alfa beso la punta de su nariz y le sonrió ―… puedes decirme lo que sea, ¿de acuerdo? No tengas miedo, yo voy a protegerte. La culpa la arropo por completo y por un momento se sintió tentada a
UN MIEMBRO DE LA MANADA FENRIR. Braelyn y Sebastián avanzaban con sigilo entre los árboles del bosque, sus garras afiladas listas para cualquier encuentro. La luz de la luna llena derramaba un resplandor plateado sobre ellos mientras buscaban nuevas zonas de caza en su forma de lobos. El ulular de los búhos y el crujir de las ramas bajo sus patas eran los únicos sonidos que rompían la serenidad de la noche. Un extraño sonido metálico atrajo la atención aguda de sus orejas puntiagudas. Braelyn gruñó suavemente, y ambos lobos se dirigieron en silencio hacia la fuente del ruido. Emergieron en un claro del bosque, solo para descubrir trampas estratégicamente colocadas, destellando con astucia bajo la luz de la luna. Los ojos de Sebastián se estrecharon con indignación. ―Cazadores ―murmuró en su forma lupina, mostrando sus dientes afilados. Braelyn asintió, su pelaje erizado. Juntos, comenzaron a desactivar las trampas con cuidado, sus garras hábiles deshaciendo los lazos mortales. Mie