Capítulo 3

Solo una niña

Mariana

Han pasado varias semanas desde que León llegó a la casa, la verdad es que estoy muy confundida, la primera vez que lo vi fue muy amable, pero después cambió, ahora es frio y cortante, creo que le caigo mal, o tal vez siempre ha sido así de altanero, lo mejor que puedo hacer es ignorarlo, aunque la verdad, cada vez que me mira con sus destellantes ojos azules, me pierdo en ellos, pero no le voy a dar el gusto de que me humille.

— Hola – digo entrando  a la casa, Paz  me mira y sonríe con cariño

— Hola, ¿cómo te fue en la escuela? – pregunta con amabilidad

— Bien, mañana tengo examen, espero que me vaya bien – digo y ambas sonreímos, de pronto escucho voces, es él y una mujer, ellos llegan y se paran frente a mí, una mujer muy guapa está pegada a él, demasiado cerca diría yo, él me mira fijamente, yo también lo miro, la mujer se pega más a él, si es eso posible, de pronto mi abuelo aparece y la mujer lo mira con agrado

— Hola Manuel – dice la mujer y se suelta de León para darle un beso en la mejilla a mi abuelo

— Cecilia, tanto tiempo, ¿cómo has estado? – dice mi abuelo con amabilidad, mientras León sigue mirándome

— Bien, ya sabes, España es maravilloso, yo no quería regresar, pero León insistió – dice ella con arrogancia, ¿se puede llegar a odiar a una persona en menos de 5 minutos?

— Mira Cecilia, te presento a Mariana, Mariana ella es Cecilia – dice mi abuelo, la mujer posas sus grandes ojos grises sobre mí y me mira de arriba abajo con prepotencia

— Soy Cecilia, la novia de León – dice ella y mi corazón se detiene por una fracción de segundos, su novia dijo, León quita su mirada de mi incomodo, le doy la mano a la mujer frente a mí, y ella la toma con repugnancia

— Mucho gusto – digo a duras penas, no sé porque tengo unas inmensas ganas de llorar, sé que soy una tonta, él me ha tratado con indiferencia casi desde que llego, pero creo que es verdad eso del amor a primera vista, él solo me miró y se robó mi corazón, soy tan tonta.

— Bueno, nosotros nos vamos – dice ella y se vuelve a pegar a León

— Nos vemos después abuelo – dice él,  después me mira, pero aparto mis ojos de los suyos y me siento en la sala, finjo que reviso unas cosas en mi bolsa, pero la verdad es que estoy tratando de contener las necias lágrimas que quieren traicionarme

— Está bien, cuídense – dice mi abuelo, no sé si me sigue mirando, sigo según yo, revisando mis cosas, veo de reojo como se aleja con la mujer garrapata, digo, por eso de que está pegada a él.

Estoy en mi cuarto, y siento las amargas lágrimas correr por mis mejillas, que tonta soy, como pude pensar que él siquiera me hubiera mirado, es tan educado,  apuesto y perfecto, y yo soy solo una muchacha insignificante.

León

Estoy en la dichosa fiesta a la que Cecilia quería venir, pero no dejo de pensar en Mariana, cuando supo que Cecilia era mi novia, pareciera que le afectó, sus brillantes ojos se opacaron en un minuto, ¿porque?, tal vez ella siente algo por mí. No, ella es amante de  mi abuelo, y yo debo dejar de pensar en ella, por eso me he portado distante y hasta grosero, debo poner distancia entre nosotros, de lo contrario no voy a poder resistir las enormes ganas que tengo de besarla.

— ¿Qué te pasa cariño? – pregunta Cecilia acariciando mi pecho con seducción

— Nada – contesto secamente, ella me mira fijamente

— Por favor, te conozco, dime que te pasa – dice irritada, no le puedo decir que estoy pensando en la hermosa mirada de Mariana

— Ya te dije que nada – digo con sequedad, para que me deje en paz

— Está bien, como quieras, por cierto, la niñita esa que está viviendo en tu casa, así o más insignificante – dice con burla y siento que la sangre me hierve

— Mariana es una muchacha muy sencilla – digo defendiéndola

— Por favor León, solo mírala, no tiene clase, ni elegancia, es una pobretona – dice con prepotencia, la miro con enfado, Mariana no necesita joyas  caras o ropa fina, así es perfecta

— ¿Qué? – dice Cecilia mirando la furia que brotan de mis ojos

— Nada, mejor me voy – digo molesto pero ella me detiene

— Espera, vamos a mi departamento – dice con seducción, pero no tengo ánimos de estar con Cecilia, en realidad, lo único que quiero es verla a ella.

— Estoy cansado, nos vemos mañana – digo y me alejo, me mira molesta, pero lo que menos me importa es lo que Cecilia quiera

Llego a la casa, es más de media noche, todos duermen, subo a mi cuarto, pero la miro salir de su recamara, tiene puesta una pijama rosa y unas pantuflas de conejo, se ve tan tierna e inocente, ella me mira y se sonroja

— Hola – dice suavemente, y me acerco a ella, es como si un imán me jalara a su lado

— ¿Qué haces despierta? – pregunto cerca de su cuerpo, ella se pone nerviosa,  y sonrío por dentro

— No podía dormir – dice con vergüenza

— Tal vez un poco de leche tibia ayude – digo con ternura, si, ella provoca eso en mí

— Vamos – digo y la tomo de la mano, no pone resistencia, llegamos a la cocina, ella se sienta en la barra mientras pongo un poco de leche al fuego

— ¿Estabas con tu novia? – pregunta de pronto, la miro y ella también lo hace

— Aja – digo secamente, puedo ver como su mirada se vuelve fría, sirvo un poco de leche en un vaso y se lo extiendo, lo toma y sorbe un poco, después pone el vaso en la barra y me mira, me acerco a ella y quito unos cabellos que resbalan por sus mejillas, cierra los ojos al sentir mi contacto, es tan hermosa, ¿qué me está pasando?, ¿porque no puedo dejar de pensar en ella?

— Gracias por la leche – dice de pronto visiblemente sonrojada,  solo me alejo de ella

— De nada – digo y miro como se aleja, ¿será verdad que ella y mi abuelo son amantes?, no puede ser, ella es tan inocente, me estoy volviendo loco.

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