Capítulo 4

Mariana

León cada día me confunde más, ayer tenía a la presumida de su novia pegada a él como garrapata, y en la noche me ofrece leche tibia para curar mi insomnio, si supiera que es él, el único causante de mi falta de sueño, tengo que sacármelo de la cabeza, es igual que ella, arrogantes y prepotentes, cree que por que tiene esa profunda y hermosa mirada y su sexy sonrisa puede jugar con mi cabeza, lo sé, desde que me miró por primera vez, perdí cualquier gramo de sensatez.

Estoy en el coche rumbo a la escuela, Jorge el chofer, me pregunta cómo me ha ido, él es muy amable, y nos hemos hecho amigos, tiene una esposa y dos niños pequeños, ha trabajado con los Montero desde hace mucho, dice que el Joven León, como él lo llama, es muy buen patrón, amable y generoso, yo ya no sé qué pensar de él, ¿será que solo a mí me desprecia?

El día pasa y yo sigo pensando en él, ¿porque anda con esa tipa?, es tan vanidosa  y presumida. Tengo que encontrar alguna actividad que realizar para dejar de pensar en León, aunque pienso en él las 24 horas del día, ni dormida me deja tranquila, sueño con sus hermosos ojos celestes, con sus bellos labios rosados y no puedo olvidar su seductora sonrisa de lado

— Hola Mariana – dice Javier y me saca de mis bellos pensamientos, él es un compañero de la escuela, que según Chío, está interesado en mí, yo no lo creo, bueno, para ser sinceros, nunca le he puesto atención

— Hola Javier – digo amablemente, él se acerca demasiado, tanto que pongo distancia entre ambos

— Mariana, ¿te gustaría ir por un helado? – pregunta con firmeza, estoy sin habla, creo que Chío tiene razón después de todo

— Javier, yo – digo pero no termino de hablar porque su presencia me deja sin aliento, es León que camina hacia nosotros mirando fijamente a Javier

— ¿León que haces aquí? – pregunto cuando lo tengo a centímetros

— Vine por ti – dice con tono frio mirando a Javier con enfado

— Creo que dejamos el helado para otro día – dice Javier divertido, León lo fulmina con la mirada y yo no sé porque estoy más roja que un tomate

— Si, eso creo – dice León enojado, Javier lo  mira con irritación y se aleja no sin antes lanzarme una sonrisa pícara, la cual es innecesaria, León tiene los puños apretados, parece molesto, después de que Javier sale de nuestra vista, León me toma del brazo y me sube a su coche, llevamos 5 minutos de camino, maneja callado y yo estoy empezando a desesperarme

— Parece que no eres muy platicador – digo con burla, y me mira con enfado

—¿Quién es ese idiota? – pregunta con rabia en la voz, y yo no sé qué mosco le picó

— ¿Quién?, ¿Javier?, es un amigo– digo con naturalidad, aunque es más bien un compañero, ¿porque le dije amigo?, tal vez porque su profunda mirada me pone nerviosa y ya no sé lo que digo

— ¿Estas segura que es solo tu amigo? – pregunta enojado, acaso esta, CELOSO, no, no está celoso, solo es bipolar, o tal vez solo quiere que todos me detesten como él lo hace

— Pues sí, ¿qué más podría ser? – digo molesta, sí, yo también se me enojar

— No sé, tal vez tu novio – dice y toma el volante con fuerza, creo que el coche no tiene la culpa de su ataque de celos, <<que no son celos>> ok, de su ataque de histeria

— No León, yo no tengo novio, ¿contento? – digo enojada, me mira y después mira nuevamente la carretera

— ¿Entonces porque estaba tan cerca de ti?, además te invitó a tomar un helado, ¿no? – dice un poco más relajado, ni siquiera me había acordado que me invitó un helado, pero claro que no iba a salir con Javier, a mí el único hombre que me importa es el energúmeno que está a mi lado manejando con demasiada intensidad

— ¿Tu novia no se va a molestar porque viniste por mí? – digo aunque me duela

— No tiene porque – dice secamente, estaciona el coche frente a la casa, no dice nada, solo tiene la mirada perdida

— ¿León porque me odias tanto? – pregunto mirándolo fijamente, necesito saber qué fue lo que le hice, o si solo me detesta por deporte, él me mira confuso

— Yo no te odio – dice mirándome fijamente, puedo ver perturbación en su mirada celeste

— ¿Entonces porque me tratas así, porque me ignoras y me evades, porque parece que siempre estás enojado conmigo? – pregunto y no sé porque las lágrimas empiezan a picarme los ojos, lo que me faltaba, mis traicioneras lágrimas.

— Lo siento, no te odio, es solo que – dice pero se queda callado, me acerco a él, puedo oler su perfume, ese aroma embriagador

— ¿Solo que León? – pregunto suavemente, me mira como me miro la primera vez, como había extrañado esa cálida mirada, acaricia mi mejilla con la yema de sus dedos, cierro los ojos al sentir sus caricias en mi piel, los abro lentamente, se acerca a mí, mi corazón palpita a mil por hora, me va a besar, y cuando sus labios están a centímetros de los míos, se aleja violentamente, yo me quedo aturdida mirando su incomodidad

— Tengo que regresa a la oficina – dice con tono seco, y quita su mirada de mí, otra vez regreso el ogro, me bajo de su coche y azoto la puerta, ya sé que tanto él como yo nos hemos estado desquitando con el pobre coche, pero es que me desesperan sus cambios de humor, entro a la casa sin voltear, miro por la ventana como arranca el motor y sale de la propiedad, y yo solo me quedo ahí, conteniendo todo lo que siento por él.

León

Maldita sea estuve a punto de besar a Mariana, es que tenerla cerca, mirándome con esos dulces y tiernos ojos,  hace que me olvide de que posiblemente es la amante de mi abuelo, además es solo una niña, pero  tenía esa maldita necesidad de verla, maldita la hora en que se me ocurrió ir por ella a la escuela, ver como ese idiota que según ella es su amigo estaba tan cerca de ella y ver como la miraba me enloqueció, es obvio que está interesado en ella, Mariana me aseguró que solo es su amigo y que no tiene novio, pero no sé, ya no sé qué hacer, no sé cómo demonios se metió en mi cabeza, me la paso pensando en ella, en su voz, su mirada, su linda sonrisa y su inocencia, piensa que la odio, si supiera que estoy volviéndome loco por ella.

Llego a casa, y entro al despacho, me sirvo un trago de whisky, necesito olvidarme de todo, de ella, me lo tomo de un solo sorbo, sirvo otro y no tarda ni un segundo en el vaso, de pronto la miro parada en la puerta, ella me mira intensamente, entra y se para frente a mí

— ¿Qué pasa? – pregunto mirándola fijamente, está sonrojada, se acerca lentamente a mí,  no sé si es el  whisky o su hechizante mirada, pero estoy perdido en sus lindos ojos marrones

— Solo quería darte las buenas noches – dice con suavidad,  se acerca a mí y me besa suavemente la mejilla, cierro los ojos al sentir sus labios en mi piel, y ya no puedo más, no me importa si es la amante de mi abuelo o si solo tiene 17 años, la tomo de la cintura y la estrecho fuerte contra mi cuerpo, ella me mira, está más sonrojada que nunca, escucho los latidos de su corazón, son rápidos y fuertes, como los míos, y sin pensarlo más la beso, dulce y suavemente, ella no pone resistencia y me corresponde, puedo sentir el sabor de sus dulces labios, es mejor de lo que me había imaginado, es tierno y suave, había besado a muchas mujeres, pero esta es la primera vez que con un solo beso, alcanzo a tocar el cielo.

Ella rodea mi cuello con sus brazos y me pega más a su esbelto cuerpo, nuestro beso se hace más intenso, no puedo dejar de saborear sus dulces labios, son una nueva droga para mí, mi mira con amor y yo a ella, ya no puedo más, no puedo seguir ocultándolo, yo la amo.

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