Domingo en la mañana, en las afueras de Atenas…Es el último día del imprevisto fin de semana, en veinticuatro horas a las tres parejas les tocará toparse con la realidad. Ann y Demitrius saben lo que desean para su relación, solo les falta actuar para conseguirlo. Andreus está convencido de que puede conquistar a Dionela y hacerla ver que está listo para algo serio con ella. No obstante, hay dos personas que no saben por qué sucumbieron a los deseos carnales y pasaron gran parte del fin de semana teniendo sexo rudo y desenfrenado. Solo descansaron para asearse y alimentarse. Parecían estar en cerrados en una cárcel del placer. En un cálido pueblo rodeado de vegetación y aire fresco, Celia y Alexander se olvidaron de sus compromisos y se quitaron las ganas contenidas por los mismos. Se supone que él tiene un encargo y entre ellos no es acostarse con una mujer que, según muchos, está obsesionada con Demitrius, su mejor amigo. —Y ahora, ¿qué hacemos?Pregunta ella, aún acostada en la
Domingo en la noche. Paros, Grecia…Con un cielo despejado, iluminado por la luna llena y embellecido por las estrellas. Va soplando una ligera brisa que abraza a dos personas que intentan amarse con locura. Siempre se ha escuchado que antes de dar el gran paso hacia el altar se debe de conocer a la perfección a la persona a tu lado. Dicen que dos meses no son suficientes para saber si amas a alguien, que no puedes ser feliz si no son de la misma clase social. Son tantas las objeciones que mucho se limitan a vivir un amor verdadero, que muchos optan por dejarlo ir. ¿Qué tan malo puede ser tener una romántica cena frente a la playa mientras lo único que se escucha son las olas que chocan contra las rocas? ¿Qué tan descabellado es ver con ilusión, admiración y amor a un hombre que es mayor que tú y al cual intentas conocer? ¿Qué de malo tiene perderte en la mirada de una joven que a penas conoces y con quien compartirás algo tan importante como la paternidad? ¿Qué de malo hay en vivir
Lunes. Atenas. Grecia… A penas son las 7:15 de la mañana y ya Demitrius está listo para enfrentar a sus enemigos. Su impecable traje de corte inglés color gris con estampado de cuadros de tres piezas lo hace ver imponente e indestructible. Con mucha elegancia, termina de acomodar el nudo de su corbata para luego colocarse su reloj Patek Philippe de correa verde olivo. Todo lo del sensato hombre es exageradamente exquisito, y sin duda, le hace honor a su apodo… —Zeus. Se escucha la voz de la joven al entrar la habitación luego de salir del cuarto de Dafne y confirmar que estaba plácidamente dormida. Resulta que los tres salieron de madrugada de Paros; esta vez, el viaje de regreso fue por avión, para mayor rapidez. Así que la niña llegó demasiado agotada para ir al colegio. Tanto el padre como la hija se negaron a volver al palacio de los Constantino. Demitrius no tenía ninguna intención de sostener una discusión con su madre, y mucho menos de dejar a Ann sola después del maravilloso
La sala se encuentra en total silencio, de tal modo que, de caer un alfiler, se pudiese escuchar su sonido. De repente, Demitrius siente que una neblina cubre todo y solo lo deja visualizar a un padre que aún no supera la muerte de su hija. Beatriz no fue la única hija que tuvo Caesar; sin embargo, era su consentida. Él nunca vivió con Eleonor o se involucró en su crianza, para él era suficiente enviarle dinero hasta que llegó el día de necesitarla y vengar la muerte de su hermana. Fue lenta y amarga la espera, pero será dulce el resultado, piensa él. Él desvía su mirada hacia Ann, quien lo observa con intriga, luego mira a su viejo amigo.—Dionisio, también es un gusto volver a verte. Sé que no esperaban mi presencia, ya que nunca he asistido a ninguna de las reuniones; no obstante, me enorgullece saber que ya soy lo suficientemente bueno para pertenecer al corporativo de los Constantino - dice en tono maldoso y voltea a ver a Demitrius, quien oculta muy bien su desconcierto. —Mi qu
Nunca se había sentido una noche tan vacía como la de ahora, no hace frío, pero tampoco calor. No hay nubes; sin embargo, la luna ni las estrellas muestran su brillo. No hay indicios de lluvia, aun así, se siente que una corriente de agua se lleva el alma de un hombre que acaba de revivir su pasado y esta vez le golpea más duro que nunca. Un hijo, Demitrius iba a hacer padre doce años atrás y ni siquiera quien le iba a dar esa bendición se enteró, al menos eso quiere creer, porque le rompería el corazón, saber que ella sí lo supo, y de todas formas decidió no vivir. —Sabía que te íbamos a encontrar aquí. Habla Andreus sentándose en la mesa de un viejo bar adonde ellos suelen ir cuando quiere sentirse una persona común y corriente. También se encuentra Alexander, quien se mostraba preocupado por su amigo después de la reunión en la mañana. Demitrius sintió que tenía que salir corriendo, debía escaparse por unas cuantas horas de su realidad. Fue doloroso para él ver la cara de Ann c
Una cena, una noche de gala, es lo que está organizando Elena sin importarle los nuevos cambios que ha dado su entorno. La matriarca se comunicó con sus contactos para obtener informaciones acerca de sus hijos e incluso sobre Celia. Estos le aseguraron que cada uno tuvo un especial fin de semana en diferentes partes de Grecia. De hecho, también se enteró de la aparición de Caesar y su nueva relación con el corporativo de su familia. Al parecer, llenarle de ideas a Beatriz en su momento no fue suficiente para alejarla a ella y a su padre de su hijo. Ahora este tiene sed de venganza y se la quiere desquitar con un inocente, siendo ella la verdadera causante de la muerte de aquella joven. Pero eso nadie lo tiene que saber. Igual permanecerá con sus ideas, no dejará que las personas comiencen a especular sobre que la dinastía Constantino está llegando a su final. Llevará a cabo su plan y Demitrius y Celia tendrán que moldearse a él.—Muy bien, quiero estos centros de mesas - dice Elena s
En la calle Ermou en la ciudad de Antenas, se encuentran las tiendas más exclusivas del país, establecimientos que están a la disposición de Celia. Como lo es la tienda Bazar, es una reconocida tienda de lujos que cuenta con las vestimentas que están en el último grito de la moda. Chanel, Dior, Balenciaga, entre otras marcas importantes, están a la espera de que la dulce joven elija una de sus piezas para la tan esperada cena. —Celia, ¿no crees que este vestido es mucho para mí? - pregunta Ann mirando en espejo una elegante pieza que literalmente muestra todas sus bondades. Para una persona como Celia sería perfecto, ya que es de figura delgada, pero en Ann, que todo le abunda, se vería muy sugerente. —No sé si cubrir mi espalda, pechos o piernas. —¿Sabes qué? Tienes razón - comenta Celia con postura pensativa. —Es mucha información. Siguiente…Ordena desde la comodidad de su asiento, mientras sostiene en su mano una copa de champán y se divierte viendo los cambios de vestuario de A
Como meses atrás, nuevamente hay una chica que se encuentra frente al espejo observando su reflejo en él. La primera vez, estaba ansiosa por conocer cuál destino que le aguardaría trabajar para en el conglomerado Constantino. Tenía pautado que en dos años, luego de un arduo trabajo, se ganaría una posición en la sede más cotizada del mundo, «el Monte Olimpo», como mucho lo denominan. Sin embargo, lo consiguió dos meses después de su entrada, aunque no por las razones con que lo planificó. Eso no sabe si la deja bien o mal parada frente a ella misma. —Vamos, no es hora de dudar y menos si llevas puesto un hermoso vestido - se dice así misma. Ann eligió el vestido Dior color negro, de corte sirena y sin mangas. La delicada pieza tiene un corset que disimula el embarazo de la joven; aun así, resalta su figura. Su cabello está recogido en un elegante moño que muestra su atractivo pico de viuda, y a petición de Celia, lleva en su cabeza una diadema con piedras de cristales en tono azul c