Nunca se había sentido una noche tan vacía como la de ahora, no hace frío, pero tampoco calor. No hay nubes; sin embargo, la luna ni las estrellas muestran su brillo. No hay indicios de lluvia, aun así, se siente que una corriente de agua se lleva el alma de un hombre que acaba de revivir su pasado y esta vez le golpea más duro que nunca. Un hijo, Demitrius iba a hacer padre doce años atrás y ni siquiera quien le iba a dar esa bendición se enteró, al menos eso quiere creer, porque le rompería el corazón, saber que ella sí lo supo, y de todas formas decidió no vivir. —Sabía que te íbamos a encontrar aquí. Habla Andreus sentándose en la mesa de un viejo bar adonde ellos suelen ir cuando quiere sentirse una persona común y corriente. También se encuentra Alexander, quien se mostraba preocupado por su amigo después de la reunión en la mañana. Demitrius sintió que tenía que salir corriendo, debía escaparse por unas cuantas horas de su realidad. Fue doloroso para él ver la cara de Ann c
Una cena, una noche de gala, es lo que está organizando Elena sin importarle los nuevos cambios que ha dado su entorno. La matriarca se comunicó con sus contactos para obtener informaciones acerca de sus hijos e incluso sobre Celia. Estos le aseguraron que cada uno tuvo un especial fin de semana en diferentes partes de Grecia. De hecho, también se enteró de la aparición de Caesar y su nueva relación con el corporativo de su familia. Al parecer, llenarle de ideas a Beatriz en su momento no fue suficiente para alejarla a ella y a su padre de su hijo. Ahora este tiene sed de venganza y se la quiere desquitar con un inocente, siendo ella la verdadera causante de la muerte de aquella joven. Pero eso nadie lo tiene que saber. Igual permanecerá con sus ideas, no dejará que las personas comiencen a especular sobre que la dinastía Constantino está llegando a su final. Llevará a cabo su plan y Demitrius y Celia tendrán que moldearse a él.—Muy bien, quiero estos centros de mesas - dice Elena s
En la calle Ermou en la ciudad de Antenas, se encuentran las tiendas más exclusivas del país, establecimientos que están a la disposición de Celia. Como lo es la tienda Bazar, es una reconocida tienda de lujos que cuenta con las vestimentas que están en el último grito de la moda. Chanel, Dior, Balenciaga, entre otras marcas importantes, están a la espera de que la dulce joven elija una de sus piezas para la tan esperada cena. —Celia, ¿no crees que este vestido es mucho para mí? - pregunta Ann mirando en espejo una elegante pieza que literalmente muestra todas sus bondades. Para una persona como Celia sería perfecto, ya que es de figura delgada, pero en Ann, que todo le abunda, se vería muy sugerente. —No sé si cubrir mi espalda, pechos o piernas. —¿Sabes qué? Tienes razón - comenta Celia con postura pensativa. —Es mucha información. Siguiente…Ordena desde la comodidad de su asiento, mientras sostiene en su mano una copa de champán y se divierte viendo los cambios de vestuario de A
Como meses atrás, nuevamente hay una chica que se encuentra frente al espejo observando su reflejo en él. La primera vez, estaba ansiosa por conocer cuál destino que le aguardaría trabajar para en el conglomerado Constantino. Tenía pautado que en dos años, luego de un arduo trabajo, se ganaría una posición en la sede más cotizada del mundo, «el Monte Olimpo», como mucho lo denominan. Sin embargo, lo consiguió dos meses después de su entrada, aunque no por las razones con que lo planificó. Eso no sabe si la deja bien o mal parada frente a ella misma. —Vamos, no es hora de dudar y menos si llevas puesto un hermoso vestido - se dice así misma. Ann eligió el vestido Dior color negro, de corte sirena y sin mangas. La delicada pieza tiene un corset que disimula el embarazo de la joven; aun así, resalta su figura. Su cabello está recogido en un elegante moño que muestra su atractivo pico de viuda, y a petición de Celia, lleva en su cabeza una diadema con piedras de cristales en tono azul c
Demitrius observa la actitud de su madre, sabe que por sus adentros está arrojando maldiciones, palabras que nunca serán emitidas por sus labios. Sin embargo, tanto Demitrius como Andreus tienen por seguro que, sea lo que esté pensando Elena Constantino, jamás la verán tomar una posición que no sea bajo su propio protocolo de cómo debe comportarse una dama de sociedad en situaciones incómodas. Así que ve cómo ella extiende sus manos y le brinda a la joven una falsa sonrisa. —Lo mismo digo, querida.Habla Elena mientras le sonríe a la joven con hipocresía, mientras que Ann sí le devuelve una sonrisa sincera. Andreus mira a su gemelo y con la mirada le advierte que tiene que mantener a la madre de ambos lejos de la joven. Ella es un alma noble que no reconoce la maldad en lo demás. Su madre, aunque le duela, no es la mejor persona y eso ellos lo saben. Demitrius de manera disimulada, asiente. —Papá, iré a saludar a Dionela, ella me prometió ayudarme con mi pintura, ¿puedo?Comenta Da
Andreus observa a Demitrius sintiendo lo mismo que él. Es una conexión entre gemelos que le indican que quién es para ellos su primer amor, está en peligro. Solo se descuidaron por unos minutos, se supone que la niña estaba sentada hablando con sus amiguitos y ahora no la ven en el salón. Dionela mira hacia la mesa donde estaba hace un rato. Ella dejó a los niños sentados allí antes de que el incorregible la invitara a bailar.—Quizás esté en el baño.Pronuncia Ann tratando de calmar a los gemelos, aunque ella también tiene un mal presentimiento que empieza a agitar su corazón. Demitrius y Andreus se miran entre sí y sin decir nada corren hacia los baños que están en el salón. Alexander va tras ello para darle apoyo. La joven intenta ir también; no obstante, Celia la detiene. —Espera aquí, deja que ellos la busquen, no debe estar lejos. Hay mucha seguridad - asegura Celia, no tan convencida. —Exacto, vamos a esperar - habla Dionela, pensando lo mismo que Celia y todos.Por otro lado
¿Qué hace a una persona victoriosa? ¿Será la cantidad de veces que en las que peleó y se salió con la tuya, aun si eso lastimó a personas que no lo merecían? Dice una célebre frase atribuida a Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”. Son palabras que nunca escribió, ni que se tenga la certeza de que las pronunció; aun así, millones de personas las utilizan para excusar sus acciones. Como lo hace la rubia que recibió su primer regaño, al día siguiente de haberle ordenado a Ann, ir hacia la mansión de los Constantino en Orlando por una simple firma. Desde ese momento odia a la joven y es algo que ella no piensa radicar. —Eleonor, pero… ¿Qué hiciste? Pregunta Caesar al ver entrar a una niña que parece estar muy asustada. Él la reconoce bien, sabe que es la hija de Demitrius, la que deduce fue secuestrada por Eleonor. Dafne estaba tranquila hasta que se percató de que se habían alejado demasiado del entorno donde vive. Duraron un promedio de hora y media conduciendo, y al meno
Demitrius no emite una palabra, solo va hacia la camioneta de color negro, todoterreno que lo espera. Allí se monta y le indica a su chofer que se ponga en marcha. Antes de que pudiera hacerlo, Andreus y Alexander suben para que no lo dejen fuera de la acción. Los dos tampoco dicen nada, por la expresión del sensato hombre; saben que está lleno de rabia, al mismo tiempo que el miedo ha aumentado dentro de él. Se supone que solo se tenía que preocupar por traer a su hija devuelta. Ahora tiene que elaborar otro plan para poder rescatarla a las dos sin un rasguño. —¿Crees que Eleonor se contactó con Ann? - pregunta Andreus.—No, ella contactó a Eleonor.Responde sin decir más. Ahora recuerda la interacción de los dos antes de salir del palacio. Ella sabía las exigencias de Eleonor y se atrevió a tomar la decisión por él. ¿Acaso lo considera incapaz de mantener a su familia a salvo? Piensa Demitrius esperando que pase lo mejor.Por otro lado, dentro de una mansión oculta entre árboles al