Vittorio se despertó suavemente, encontrándose en un momento de tranquilidad junto a Ellis. Ella estaba dormida, con los cabellos esparcidos sobre la almohada. Con ternura, él extendió su mano y comenzó a pasar sus dedos por sus sedosos cabellos, sintiéndose completamente rendido por su presencia.
Mientras acariciaba el cabello de Ellis, Vittorio sentía una mezcla de gratitud y felicidad por tenerla a su lado. Era un momento de conexión íntima y serena, en el que la certeza de que estaban juntos era algo real y no solo un sueño.
De repente, Ellis abrió los ojos, revelando su mirada amorosa y encantada al ver a Vittorio allí, a su lado. Una sonrisa iluminó su rostro, expresando la alegría de constatar que aquel momento no era solo fruto de su imaginación, sino una realidad compartida.
Vittorio suspiró, sintiendo una oleada de
Mauricio entregó el sobre en las manos de Vittorio, y él lo abrió con cuidado, revelando una nota que decía: "Te espero. A.M." y una fecha establecida. Ellis, curiosa, preguntó:— ¿Qué es esto?Vittorio guardó la nota y devolvió el sobre a Mauricio antes de girarse hacia Ellis para explicar la situación.— Ángelo Messina accedió a reunirse conmigo.Ellis mostró una sonrisa alentadora, pensando que eso era algo positivo.— Entonces, eso es una buena noticia.Vittorio negó con la cabeza, mostrando una expresión un tanto insegura.— Sucede que la reunión con Ángelo es el mismo d&iacut
Vittorio, confundido, miró a su madre y preguntó por qué ese cambio tan repentino.— ¿Por qué un cambio tan repentino, madre? ¿Qué está pasando?Ellis, dándose cuenta de que era hora de revelar la verdad, reforzó la pregunta de Vittorio, con su voz temblorosa y tensa.— Exactamente, queremos saber el motivo de tu cambio, Antonietta. Parece que estás huyendo de algo. Por favor, dinos qué está sucediendo.Antonietta respiró hondo, sintiendo el peso de la decisión que estaba a punto de tomar. Miró a los ojos de su hijo y nuera, y comenzó a explicar su motivación.— Vittorio, desde la muerte de Marco, me siento perdida en esa mansión
El ambiente en la sala se mantuvo tenso, con cuestiones no resueltas flotando en el aire.— Ellis, ¿por qué mi madre se fue tan rápido? ¿Algo ha pasado? – Preguntó Vittorio mirando a Ellis, confundido.Ellis sintió un apretón en el pecho y luchó contra el impulso de revelar la verdad en ese momento. Miró el sereno rostro de Vittorio y dudó, preguntándose si estaba preparada para enfrentar cualquier reacción que pudiera venir del mafioso. Así que optó por una media verdad.— No estoy segura, Vittorio. Creo que podría ser el leilão. Tal vez se sintió un poco presionada por toda la expectativa en torno al evento.Vittorio asintió, comprendiendo el punto de vista de Ell
Vittorio se despojó de su ropa, se recostó sobre Ellis y besó su boca, chupando su lengua de manera deliciosa mientras recorría con su mano todo el cuerpo de la morena.El mafioso apretaba fuertemente el trasero de su esposa, la tiraba de la cintura y pegaba su cuerpo aún más al suyo. Vittorio colocó los brazos de Ellis arriba y los sostuvo firmemente mientras empezaba a besar con pasión su cuello, ella gemía fuerte con cada mordida y chupetón que él daba.Luego, descendió y dejó marcas mientras avanzaba hasta llegar a los senos de la señora Amorielle. Se los metió completos en la boca y chupó con deseo, mientras Ellis sujetaba con fuerza el pelo negro de Vittorio mientras él mordía sus pezones.Vittorio continuó bajando hasta llegar a la ingle de ella. Colo
La asistente de Kina de Maison Le Blanc observaba atentamente las marcas de chupones y mordidas presentes en el cuerpo de Ellis mientras la estaban midiendo para el vestido. El rostro de la asistente, de setenta años, reflejaba sorpresa y cierta desaprobación.Ellis, sintiendo la mirada conservadora de la señora sobre su cuerpo marcado, prefirió ignorar el juicio y concentrarse en la náusea que la estaba afectando en ese momento. Trató de contenerse, luchando contra las ganas de vomitar mientras la asistente tomaba sus medidas con habilidad.— Oh, joven, estas marcas en tu cuerpo... son tan... evidentes, especialmente en tu piel pálida. ¿No temes que esto pueda comprometer tu imagen?— Ah, no te preocupes, tengo un equipo de maquillaje excelente para resolver esto.
La asistente salió dejando a los hermanos solos y entonces Jason se volteó mirando a su hermana mientras decía:— Entonces, ¿qué hace aparecer esa arruga en medio de tu frente, hermanita?— Estoy un poco nerviosa con todo lo que está sucediendo, especialmente con la reunión de Vittorio y la subasta benéfica. Además, la mudanza del apartamento.— Espera, ¿ustedes se mudarán del apartamento? – Preguntó Jason, sorprendido. — ¿Y a dónde planean ir?— Volveremos a la mansión. La madre de Vittorio se ha sentido sola y como yo estoy al final del semestre de todos modos, pensamos que sería mejor volver allí lo antes posible. – Explicó Ellis.
La Mercedes-Benz Clase S blanca se detuvo con elegancia frente al imponente edificio de la Comisión. Dos hombres vestidos con gabardinas negras, con tatuajes de serpiente en el cuello, salieron del coche y uno de ellos se apresuró a abrir la puerta del pasajero, permitiendo que Tommaso Grecco saliera. Con una enorme sonrisa de confianza, Tommaso ajustó su impecable traje granate, mostrando una actitud de autoconfianza.Mientras caminaba hacia el edificio, Tommaso sentía una energía vibrante dentro de él. Creía firmemente que esa reunión con la Comisión finalmente le daría el reconocimiento que tanto anhelaba y merecía. Sus pasos eran firmes y decididos, reflejando su determinación de conquistar su lugar en la cima del submundo del crimen.
Tommaso Grecco sonrió con confianza mientras recorría con la mirada cada rostro de los miembros de la Comisión: Enrico Turin, Lorenzo Gerevini, Giovanni Cordopatri, Luigi Gallo y Stefano Gattone. Luego, su mirada se posó en el asiento vacío destinado a Vittorio Amorielle, su rival en el mundo del crimen. La ausencia de Vittorio no lo sorprendió, pero Tommaso no pudo evitar sentir una sensación de satisfacción por poder frotar su victoria en la cara de su adversario.Sin embargo, algo llamó la atención de Tommaso. La silla del presidente, el lugar que le correspondía a Ángelo Messina, también estaba vacía. Esta ausencia era inusual, ya que Messina era el presidente de la Comisión. Tommaso no pudo evitar preguntarse sobre la importancia de esa reunión, considerando la falta de presenc