CAPÍTULO 10

Mi corazón retumbó en mi pecho cuando Caden se detuvo con su cara entre mis muslos, mirándome con esos profundos ojos marrones.

—Dilo otra vez —dijo, pasando la lengua por sus labios mientras me observaba. El calor que ya inundaba mis mejillas se intensificó mientras me retorcía. Nunca antes me habían hecho pedir placer. Los chicos siempre habían estado tan desesperados por llegar a la acción principal que jugar conmigo no estaba entre sus prioridades. No tenía la menor intención de ir más allá con Caden, pero me había despertado tan jodidamente cachonda que rechazar a mi ardiente, aunque despreciable, marido estaba resultando imposible.

Siempre pensé que no tenía derecho a rogar, pero hacía mucho que nadie me hacía sexo oral. Suplicar solo me hacía sentir aún más hambrienta de él.

—Por favor, Caden.

Él miró hacia abajo entre mis muslos una vez más y sonrió antes de extender la mano y pasar un dedo sobre la carne resbaladiza.

—Qué mojada estás, Maya. ¿Quién iba a pensar que estarías t
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