Angelina, estaba muy pensativa, le hacía feliz que su pequeño Lucien, fuera feliz, pero... ¿y ella? por nada del mundo volvería a pasar por ese infierno de matrimonio que tuvo, se rehusaba a pasar el resto de su vida en una situación tan humillante

Esa noche la bella mujer arropó a los dos Lucien, el niño fue el primero en quedarse dormido, cuando se pasó al cuarto del hombre para ver si se le ofrecía algo, el imponente y poderoso Lucien Black, parecía un niño pequeño

— Me duele mucho la ceja y los golpes que me dio tu amigo, ¿podrías darme un analgésico de los que me recetaron? Angy — el CEO, hizo ojos de borrego a medio morir, se veía lamentable

— Claro, Lucien, enseguida, espero que esto te suena de experiencia y no vuelvas a provocar a Alejandro, no esperaba que tuviera tan buena mano, ¿será boxeador? — preguntó Angy, más para ella que para él

— Si, tiene una mano muy dura, pero eso no me importa, ni los golpes que me dió, si era por defenderte de que te robara, lo volvería a hace