La esperanza de Theo estimuló el siguiente día, pues se despertó con buen ánimo para enfrentar las incidencias. Caminó hasta la cocina para hornear unas cuantas galletas, mientras Adén estaba en el restaurante trabajando, haciendo tiempo para ir hasta el Instituto.
Las galletas recién horneadas reposaban en la encimera. Varias docenas de estas habían en el recinto, con el fin de llevar unas cuantas hasta la cena de esa noche. Por su parte, Adén había pedido a su madre que le hiciera su especialidad para no llegar con las manos vacías al encuentro nocturno.
Transcurrió tiempo suficiente hasta que el joven de tez oscura se fue del restaurante chino para averiguar qué pasaba en el instituto de idiomas. Ahí le atendieron amablemente haciéndole saber los requisitos, las reglas a cumplir y el horario por el que se debía regir. Gran parte de su trabajo consist&iacut
Theo apresurado se quita la ropa, dejándola sobre el sofá. Se baña y procede a arreglarse mientras los minutos corrían. La puntualidad para él era sumamente importante cuando se trataba de primera impresión en labores, así como el compromiso que ponía sobre esto. Era tan significativo no dejar mal parada a Rossy, pues que se tomara la molestia de buscarle un trabajo con buena posición era un gesto maravilloso para honrar. Estaba agradecido, por ende cumplir con asistir hasta el lugar siendo puntual era su primer objetivo.Rápidamente sale de su casa, sin tomar café, ni ingerir comida más que una manzana. Eso sí, estaba muy bien vestido y oloroso a perfume.La presencia de Theo causó furor en la empresa. Cuando llegó casi todos los empleados lo saludaron. Como preámbulo tuvo que esperar unos minutos a la gerente del negocio; una mujer vestida de traje verde es
Cinco minutos para que el reloj marcara las seis, cuando Theo se despierta por una algarabía fuera de su casa. Se pone su suéter tejido holgado sobre su torso desnudo y se encima el pantalón deportivo que a veces usaba de piyama. El muchacho descalzo sale a la fachada de su vivienda para encontrarse con una abrumadora escena.Adén ebrio con un intento de serenata, aupado por su amiga Marianna y quien conducía el carro estacionado era Josélo. El automóvil tenía música en su máximo volumen, mientras que el chico moreno manoteaba y era agarrado por su amiga.Theo quedó pasmado, pero al volver en sí entró a su casa sin mirar atrás, omitiendo aquel trío cercano a su casa. Sin embargo, vuelve a salir para pedirles que se fueran, y descubre que el vigilante ahora era un nuevo integrante que luchaba por despachar a los allegados, ya que los habitantes se estaban quejando.
En medio de sollozos, llanto descontrolado y jipíos, Theo se dejó caer en el piso frío de la sala. Desconsoladamente se entregó a sus lamentos. Lloró hasta que se quedó dormido con las luces apagadas, la ropa puesta y un clima impávido.A esos de las 3:17 a.m. despierta como si un camión le hubiese pasado por encima. Estaba dolorido. Sentía su cuerpo entumecido y la cara hinchada. Se levanta sin coordinación del suelo, camina hasta su cuarto para lanzarse a la cama donde se echa un rato sin lograr conseguir dormir. Todo porque los pensamientos vehementes lo invadieron.No sabía por qué tenía sus emociones tan descontroladas, simplemente se había entregado a ese estado de crisis, en el que de un momento a otro se vio involucrado. Revisó su celular, lo que le hizo saber que Anastasia le había abarrotado el buzón de voz. Sin embargo, no tenía ni se
—Hola—dice nervioso Adén—. Respondiendo a tu mensaje, sí podemos hablar.Theo por un momento quedó inerte, aunque luchaba con las llaves y las bolsas que colgaban de sus manos.—¿Puedes sostenerme esto? —titubea mientras señala con su boca el palillo del algodón de azúcar y una bolsa que tenía en la mano izquierda.Adén agarra lo que le indica su novio sin decir una palabra.Tras unos milisegundos de lucha con la chapa de la reja que no dejaba ingresar a la pareja al apartamento, Theo consigue abrir la puerta para dejar lo que tenía en sus manos sobre la barra de madera. Por su parte, Adén persigue a su pareja repitiendo lo mismo que este.—Si quieres algodón, termínatelo—espeta Theo.El joven moreno no dice nada, pero se lleva a su boca los restos del dulce.—¿Hablaremos? —manifiesta
La pareja de jóvenes se despierta abrazados dándose calor el uno al otro. Esta vez no se escucharon los pillidos de las aves, pero en el ambiente había una música suave inexistente para armonizar la escena.Theo es el primero en levantarse, directamente a la sala sanitaria. Camina hasta la cocina para sacar las galletas, así como para calentar la avena y servirla como desayuno. También en el proceso le escribe a Dani para confirmar su cita enTerraza,al mismo tiempo invita a Anastasia al encuentro para así tener su opinión con respecto al trabajo gráfico aparte de entregarle las galletas.Adén seguía dormido, mientras que Theo preparó todo aquello, sirviendo los platos de ambos rebosados del líquido espeso. Deja reposar la mezcla grumosa y se dirige a bañarse. Abotonando su pantalón, dejando el torso desnudo, se le tira encima a su novio
Las dos mujeres al ver la pareja se levantaron para saludarlos. La madre de Adén se acerca para besar a su hijo, aunque Theo se mantuvo parado sin tener contacto visual con nadie.Tras los apapuches de madre e hijo, el pálido saludó a Marianna con una seña. Por su parte la mamá del joven moreno se abalanzó sobre Theo para decirle que estaba muy contenta de que por fin haya ido a compartir con ella, lo que ayudó a que su nivel de ansiedad se disminuyera tanto como la tensión que causaba su postura en el ambiente.Adén se va hasta su cuarto para cambiarse, pero en el camino decide que es mejor bañarse, ya que llevaba varios días usando el mismo pantalón. Por lo tanto, se estuvo un buen rato entre el baño y su cuarto arreglándose para la cena, mientras que Theo estaba en una esquina de la sala incomodo tranqueándose los dedos. Esto porque al momento de entablar una con
El nerviosismo de Adén duró varias semanas, pues de algún modo desapareció ante los ojos de su pareja durante muchos días. Tal cual como lo hiciese Theo en un pasado. El chico de los labios prominentes no respondía llamadas o mensajes, pero Theo sabía que estaba bien porque se comunicaba esporádicamente con la señora Dilcia.La desidia del pálido esas semanas fue eterna. Anastasia buscaba entretener a su amigo de todo aquello, a pesar de que el embarazo de su pareja se volvió turbulento.Al mismo tiempo, las pocas veces que iba Theo a trabajar, su compañero Braulio intentaba animarle y reconfortarle un poco el alma desdichada.La última vez que el especialista en redacción vio a su novio fue cuando él lo dejó en la fachada del trabajo, sin decir una sola palabra de lo sucedido Adén llevó en el carro de su madre a su adjunto, lo dejó
La noche del enfrentamiento había llegado, estaba oscura y tenue, pues el ambiente de celebración había desaparecido. Todos los presentes se incomodaron, pero muchos hicieron caso omiso.Adén invitó al balcón a Theo, se apartaron de la muchedumbre para conversar. El pálido seguía cabizbajo, mientras el moreno nervioso se traqueaba los dedos sin saber qué decir.—Perdón por desaparecer —dijo por fin—. Mi mamá me contó que ya sabías que se van a divorciar. Necesité tiempo. Además que todo lo de la última vez me trajo pensamientos nocivos sin saber cómo actuar—indica Adén con la voz temblorosa.—Nunca sabes cómo actuar.—Es verdad, pero aquí estoy para pedirte perdón por estar perdido. Pensé que lo entenderías porque así lo has hecho varias veces—carra