¿Cómo va el trabajo?— Pregunto su madre. Violette estaba agradecida por tocar un tema coherente o al menos, tranquilo. Realmente deseaba evitar las constantes discusiones con Sasha.—Bastante bien. He realizado algunas cirugías que me permitirán terminar de pagar el coche y la colegiatura de Katherine. Estoy pensando seriamente en tomarme unas vacaciones, debo pasar más tiempo con ella. — Trastabilló los dedos en el vaso de cristal, bebiendo un largo sorbo para refrescarse la garganta.—No te estaría sucediendo esto si estuvieras con el padre de Katherine. — Un comentario mal intencionado encendió una chispa en Violette. ——Mamá, ya te lo dije, no necesito de un hombre para salir adelante. Además, hace años que no se nada sobre él. — Mentía. Omitía el fantástico relato del reencuentro. Si tan solo Sasha supiera que se trataba de un galante y exitoso arquitecto. No se lo diría, al menos no por ahora. Sosegaría las ideas y dejaría que las cosas se establecieran.¿Y qué me dices de Eugen
—No pareces contenta, imagine que encontrar a tu padre te alegraría. — Carlo se acercó a ella, realizando un gesto con la mano para pedirle que lo acompañara, los se dirigieron al jardín, alejados del barullo de la gente. Aun no estaban hechos para esa clase de reuniones, por suerte, cuando la familia Da Silva decidía dar una fiesta, Carlo nunca faltaba, se tenían el uno al otro para pasar un buen rato. ——No es eso, es solo que…— Sus irises negros se postraron un momento sobre la faz del rubio, reteniendo las palabras y sonriendo ínfimamente decidió darse por vencida. — Olvídalo. — Sentencio cabizbaja. ——Anda, dilo. — Más que una orden, sonó como una súplica. Carlo y Katherine eran buenos amigos desde la infancia, compartían un lazo como el de sus padres, con la minúscula diferencia que el rubio tenía a su padre presente, al menos la mayor parte del tiempo. ——Es una tontería, vas a reírte. — Sus dedos llevaron un mechón de cabello detrás de su oreja. Aquella noche el cielo estaba a
Después de un largo día no había nada mejor que llegar a casa. Tanto Violette como Katherine estaban exhaustas de tanto drama. La última semana estuvo llena de sorpresas para las dos, el cansancio no era físico sino una especie de extenuación sentimental, había mucho por procesar y poco tiempo para hacerlo.Violette se tumbó sobre el sillón y minutos después, Katherine postro la cabeza en el regazo de su madre mientras ella se disponía a acariciar los sedosos mechones azabaches, disfrutando de la completa afonía.—Katherine. — Habló Violette, atrayendo la mirada cansada de la aludida hasta su faz. — ¿Qué opinas sobre Eugene?— El cuestionamiento fue una sorpresa para la niña, Violette nunca había preguntado algo de tal magnitud, mucho menos a ella. ——Me parece un buen hombre. — Dijo insegura. — ¿Por qué lo preguntas?——Tu opinión es importante para mí. ——Ah…ya veo. — Katherine se quedó pensativa unos cuantos segundos. No era que odiara a Eugene o algo por el estilo, existía un cariño
Los intercambios estaban de moda entre el sector estudiantil. Bastian y Edmond se sumaban al selecto grupo de jóvenes dispuestos a crecer en el extranjero. Según decían los expertos, esto ayudaba a los chicos a adquirir cierta relevancia en el mercado laboral, ayudándolos a establecerse en una empresa donde llevaran a cabo prácticas relacionadas con la carrera predilecta.La familia Lemaire y Meyer-Montaner, poseían fuertes relaciones en el extranjero, optando por enviar a sus hijos a Suiza. Magnus Lemaire se encargó de instalarnos en una famosa constructora ubicada en Zúrich, ahí ambos jóvenes permanecerían como practicantes por un lapso de seis meses y gozarían de un sueldo afable.Inmediatamente Edmond y Bastián emprendieron un viaje a lo desconocido, las cosas que sabían sobre Suiza eran escasas la información que tenían era gracias a un folleto de turismo. Debían aprender el idioma, permanecerían ahí un año, Suiza se convertiría en su nuevo hogar.Así pasaron los meses, entre cla
¿Qué fue eso?— Preguntó Bastian anonadado, mirando a la chica con poca discreción. Notando que ella posaba sus ojos grises sobre el hombre, quien la ignoraba olímpicamente. — Vamos viejo, es hermosa, acércate. ——No. — Bisbeo, pidiendo la segunda bebida de la noche. —¡¿Por qué no?!— Exclamó exaltado, manteniendo un tono de voz discreto para llamar la atención de los otros comensales. ——No estoy interesado en ella. — Edmond podía ser demasiado directo en ocasiones. No era un chico que pasara la noche con diferente mujer, en realidad, se encontraba indispuesto. ——Vaya, sí que eres duro. — Bastian regresó el cuerpo a la barra, terminando la parte más amarga de la cerveza. — No te vendría mal un poco de compañía femenina. ——No la necesito y no insistas. — Un largo y ruidoso suspiro escapó de su pecho, delatándolo con el rubio. No tenía más remedio que confesar sus pecados para recibir la debida expiación. — Estoy interesado en otra chica. — Los ojos de Bastian se iluminaron al escucha
Aparcó el lujoso automóvil en el estacionamiento del hospital. Descendió con suma elegancia del deportivo, cerrando la puerta y activando la alarma que lo alertaría de un posible robo. Utilizaba trajes hechos a la medida, la mayoría de ellos pertenecían a reconocidas marcas, era sumamente extraño contemplar a Lemaire Edmond con un atuendo casual, normalmente su guardarropa estaba compuesta por camisas, sacos y pantalones de vestir.Poseía un porte que podía intimidar a cualquiera y enamorar a una que otra mujer. Cambiaba con parsimonia, levantando ligeramente la maravilla y evitando plasmar expresiones en su rostro. La seriedad era importante para el pelinegro.Abrió de par en par las puertas de cristal, dirigiéndose hasta la recepción, donde la enfermera encargada lo avizoraba boquiabierta. No todos los días se tenía a un visitante así en la sala de espera. Tardó unos cuantos minutos en gesticular palabra alguna, la mirada de Edmond no ayudaba demasiado.El pelinegro se registró, cla
¿Qué hay de los periodos vacacionales?— Violette siempre trataba de idear algo para pasar el rato con Katherine. Nunca pasaban los días de descanso en casa, siempre había algo por hacer en la casa de las Dubois. ——Son quince días durante tres periodos. Puedo tomarme una semana libre para estar con ella, claro, si eso no te molesta. ——En lo absoluto, tú eres su padre, tienes derecho a pasar tiempo con ella. — Edmond contemplo una vez más el tiempo en su reloj, terminando de beber el café se puso de pie y estrecho su mano con la de Violette, pactando con una cordial despedida. ——Deberíamos hablarlo con Katherine. ¿Qué dices de ir a cenar esta noche?— Preguntó, deteniéndose en el umbral de la puerta mientras abotonaba su saco. ——Sí, está bien…— Violette no tenía cabeza para nada más que asentir. Todo era una sorpresa, una no muy grata. —¿Ocho treinta?— Cuestionó, avizorando la reacción de Violette. — Perfecto, pasare por ustedes. — El tono de su voz indicaba una clara orden, lo cual
—He vuelto hace unos cuantos días. Me tome la libertad de conocer a fondo el país y creo que ha valido la pena, ¿verdad, preciosa?— La chica, sonrojada asintió, depositando un beso en respuesta. — Tu eres el que ha estado fuera de circulación últimamente, ¿acaso debo culpar a esta hermosa mujer por tu ausencia?——Mamá ¿Qué está sucediendo?— Pregunto Katherine suavemente, uniéndose a la incómoda conversación. ——Ella es Violette y Katherine. — Interrumpió Edmond. Por dentro lanzaba miles de maldiciones a Thomas. El tipo se desaparecía por tres meses enteros y decidía asistir ese preciso día al mismo restaurant, existiendo una diversidad de locales esparcidos por el centro de la ciudad. — Thomas y yo fuimos compañeros en la universidad. — Explicó con parsimonia. ——Disculpa, cariño ¿acaso no has olvidado algo?— Cuestionó su acompañante con fastidio. Comenzaba a sentirse desplazada, no había abandonado Rusia para ser ignorada. ——Preciosa, debes entender que este momento tengo que sabore