Los intercambios estaban de moda entre el sector estudiantil. Bastian y Edmond se sumaban al selecto grupo de jóvenes dispuestos a crecer en el extranjero. Según decían los expertos, esto ayudaba a los chicos a adquirir cierta relevancia en el mercado laboral, ayudándolos a establecerse en una empresa donde llevaran a cabo prácticas relacionadas con la carrera predilecta.La familia Lemaire y Meyer-Montaner, poseían fuertes relaciones en el extranjero, optando por enviar a sus hijos a Suiza. Magnus Lemaire se encargó de instalarnos en una famosa constructora ubicada en Zúrich, ahí ambos jóvenes permanecerían como practicantes por un lapso de seis meses y gozarían de un sueldo afable.Inmediatamente Edmond y Bastián emprendieron un viaje a lo desconocido, las cosas que sabían sobre Suiza eran escasas la información que tenían era gracias a un folleto de turismo. Debían aprender el idioma, permanecerían ahí un año, Suiza se convertiría en su nuevo hogar.Así pasaron los meses, entre cla
¿Qué fue eso?— Preguntó Bastian anonadado, mirando a la chica con poca discreción. Notando que ella posaba sus ojos grises sobre el hombre, quien la ignoraba olímpicamente. — Vamos viejo, es hermosa, acércate. ——No. — Bisbeo, pidiendo la segunda bebida de la noche. —¡¿Por qué no?!— Exclamó exaltado, manteniendo un tono de voz discreto para llamar la atención de los otros comensales. ——No estoy interesado en ella. — Edmond podía ser demasiado directo en ocasiones. No era un chico que pasara la noche con diferente mujer, en realidad, se encontraba indispuesto. ——Vaya, sí que eres duro. — Bastian regresó el cuerpo a la barra, terminando la parte más amarga de la cerveza. — No te vendría mal un poco de compañía femenina. ——No la necesito y no insistas. — Un largo y ruidoso suspiro escapó de su pecho, delatándolo con el rubio. No tenía más remedio que confesar sus pecados para recibir la debida expiación. — Estoy interesado en otra chica. — Los ojos de Bastian se iluminaron al escucha
Aparcó el lujoso automóvil en el estacionamiento del hospital. Descendió con suma elegancia del deportivo, cerrando la puerta y activando la alarma que lo alertaría de un posible robo. Utilizaba trajes hechos a la medida, la mayoría de ellos pertenecían a reconocidas marcas, era sumamente extraño contemplar a Lemaire Edmond con un atuendo casual, normalmente su guardarropa estaba compuesta por camisas, sacos y pantalones de vestir.Poseía un porte que podía intimidar a cualquiera y enamorar a una que otra mujer. Cambiaba con parsimonia, levantando ligeramente la maravilla y evitando plasmar expresiones en su rostro. La seriedad era importante para el pelinegro.Abrió de par en par las puertas de cristal, dirigiéndose hasta la recepción, donde la enfermera encargada lo avizoraba boquiabierta. No todos los días se tenía a un visitante así en la sala de espera. Tardó unos cuantos minutos en gesticular palabra alguna, la mirada de Edmond no ayudaba demasiado.El pelinegro se registró, cla
¿Qué hay de los periodos vacacionales?— Violette siempre trataba de idear algo para pasar el rato con Katherine. Nunca pasaban los días de descanso en casa, siempre había algo por hacer en la casa de las Dubois. ——Son quince días durante tres periodos. Puedo tomarme una semana libre para estar con ella, claro, si eso no te molesta. ——En lo absoluto, tú eres su padre, tienes derecho a pasar tiempo con ella. — Edmond contemplo una vez más el tiempo en su reloj, terminando de beber el café se puso de pie y estrecho su mano con la de Violette, pactando con una cordial despedida. ——Deberíamos hablarlo con Katherine. ¿Qué dices de ir a cenar esta noche?— Preguntó, deteniéndose en el umbral de la puerta mientras abotonaba su saco. ——Sí, está bien…— Violette no tenía cabeza para nada más que asentir. Todo era una sorpresa, una no muy grata. —¿Ocho treinta?— Cuestionó, avizorando la reacción de Violette. — Perfecto, pasare por ustedes. — El tono de su voz indicaba una clara orden, lo cual
—He vuelto hace unos cuantos días. Me tome la libertad de conocer a fondo el país y creo que ha valido la pena, ¿verdad, preciosa?— La chica, sonrojada asintió, depositando un beso en respuesta. — Tu eres el que ha estado fuera de circulación últimamente, ¿acaso debo culpar a esta hermosa mujer por tu ausencia?——Mamá ¿Qué está sucediendo?— Pregunto Katherine suavemente, uniéndose a la incómoda conversación. ——Ella es Violette y Katherine. — Interrumpió Edmond. Por dentro lanzaba miles de maldiciones a Thomas. El tipo se desaparecía por tres meses enteros y decidía asistir ese preciso día al mismo restaurant, existiendo una diversidad de locales esparcidos por el centro de la ciudad. — Thomas y yo fuimos compañeros en la universidad. — Explicó con parsimonia. ——Disculpa, cariño ¿acaso no has olvidado algo?— Cuestionó su acompañante con fastidio. Comenzaba a sentirse desplazada, no había abandonado Rusia para ser ignorada. ——Preciosa, debes entender que este momento tengo que sabore
La pelirroja ignoro por completo la petición de pasar y se adentró en el apartamento sin decir más. Tenía un rictus de tensión en la boca, el ceño fruncido y cruzaba los brazos en posición defensiva. Edmond omitió el saludo, tal como ella lo había hecho, y tomando en cuenta la indisposición del tiempo se propuso ir al grano.¿A qué se debe tu visita?— Cuestión serio. Karina aparecía en los momentos menos oportunos, comenzaba a creer que la pelirroja estaba conspirado contra él. —¿Aun tienes el descaro de preguntarlo?, Edmond, tenemos mucho trabajo en la oficina y tú decides tomarte el fin de semana libre. — Reprocho. Como abogada del pelinegro, debía resolver asuntos de vital importancia lo antes posible. ——Soy el jefe, Karina. Claramente avise que todos podían tomarse el día libre, es absurdo retenerlos en la oficina mientras yo no estoy. — El hombre continúo con lo que estaba haciendo. Resguardaba su celular y una chaqueta de cuero en una mochila, planeaba regresar por la noche. —
—No sé qué decir…yo. — Miranda tomo asiento con ayuda de Isela. La prometida de Gerard se apresuró a ofrecerle un vaso de agua, incitándola a beber poco a poco. ——Me he comprometido a tomar las responsabilidades que me conciernen. Así mismo, Katherine llevara nuestro apellido dentro de dos semanas. — La seguridad en su voz no dejaba nada que desear, un segundo de determinación era suficiente para sentirse satisfecho consigo mismo. —¿Quién es la madre? ¿Acaso la conocemos?— Cuestión la pelinegra, estrujando con fuerza la mano de Isela, mientras ambas posaban sus ojos sobre su persona. ——No. — Espetó. — La historia es verdaderamente complicada. Pido el debido respeto a la madre de Katherine. Violette y yo nunca mantuvimos una relación, fue algo fugaz. Ella desapareció, ocultándome la verdad por miedo, todos estos años ha criado a mi hija como madre soltera, reprochar y juzgar no será de ayuda. Admiro su posición, cuando acudió a mi oficina no fue para reclamar que yo reconociera a Ka
Confinada en un rincón del sillón, sosteniendo un bote de helado de chocolate, Violette hipeaba una y otra vez, preguntándose ¿Por qué últimamente las películas románticas tenían un final agridulce? Culpaba a las hormonas por la sensibilidad, últimamente su cuerpo también estaba en contra suya, no era de extrañarse que ciertas cosas cambiaran en ella.Esa noche era la típica velada cliché, ahí estaba, utilizando un hermoso babydoll de seda, llorando por la devastadora trama, ahogando el hambre voraz con grandes porciones de helado. Eugene había cancelado la salida a último minuto, arruinándole los planes. Su prometido estaba evitándola, al igual que Katherine no hace muchos días. Lanzó un largo suspiro, toda su vida parecía estar inmersa en una tragicomedia, donde ella era el personaje principal, la manada de la discordia, la mismísima Pandora en persona.Atendió al llamado a la puerta, no sin antes pasar la película, dejar el envase de helado sobre la mesa y mirar por la ojiva. Su co