Las citas médicas durante el tercer trimestre del embarazo eran constantes, una por semana, tal como lo indico Samantha, su nueva doctora.La fecha estipulada para el parto estaba cerca, no era de extrañarse que la obstetra procurara mantener todo bajo control, inclusive a la madre primeriza. Como bien sabia, Violette se encargaría de la crianza del bebé ella sola, Samantha estaba al tanto de la situación con el padre, quien para la comodidad de la peli-negra lo seguía manteniendo en incógnita.Aquella mañana era la primera reunión de la semana. Con treinta y seis semanas de embarazo, Violette se veía imposibilitada a realizar ciertos movimientos con facilidad. Un vientre pequeño pero abultado resaltaba en su pequeña complexión, era imposible emplear tareas tan sencillas como sentarse, levantarse, caminar y agacharse, todas esas acciones suponían un esfuerzo descomunal. Por suerte, ella se caracterizaba por ser una chica aguerrida, sus compañeros respaldaban esa versión. Constantement
Las mañanas en la casa de las Dubois siempre estaban atiborradas de energía positiva. El ambiente denso se dejaba atrás para comenzar bien el día.El turno en el hospital había cambiado, lo que le daba a Violette tiempo para prepararle a su hija un desayuno adecuado antes de ir a la escuela. Como madre un tanto sobreprotectora, se preocupaba demasiado por la alimentación de Surada, la primera comida del día siempre era la más importante, por ende, esa mañana ponía en práctica sus conocimientos culinarios, preparando un poco de arroz cocido, salmón a la placa y sopa de miso mientras la pelinegra terminaba de alistarse.En la habitación contigua, Katherine colocaba con parsimonia el saco que constituía parte del uniforme del colegio. Le llevaba unos cuantos minutos colocar una prenda tras otra, algunas normas le parecían absurdas, como utilizar tantas cosas para conformar el atuendo diario. Dejó escapar un largo suspiro, esa misma tarde su madre la había prometido llevarla al consultori
Una importante junta se llevaba a cabo en la constructora Lemaire. La familia estaba a punto de llevarse a la bolsa un prominente proyecto que llevaban persiguiendo durante algunos años. Edmond había sido el encargado de encaminar a los futuros socios hasta la empresa, la reputación y trabajo del clan fueron difíciles de ignorar y lo que ofrecían parecía ser ventajoso tanto para la constructora como para los financiadores.El hombre explicaba con parsimonia cada uno de los planos, mostrando una estilizada maqueta virtual en la que trabajó durante horas, señalando puntos de vital importancia e innovadores. Según decía, las construcciones llevarían alrededor de dos años pero el resultado sería fantástico, no solamente crearían un edificio digno para resguardar los mejores conciertos, no, eso no entraba en los planes de Edmond, sino que construirían una obra de arte que perduraría entre las construcciones más memorables a lo largo de la historia. Aquello sonaba más que tentativo, el dueñ
Tal como lo dijo Edmond, solo quedaba esperar. Ambos padres aguardaban pacientes en la sala de espera, Violette se rehusaba a mantenerse en la camilla, no estaría nada tranquila al no obtener noticias sobre la salud de Katherine.Los fanales verdes de la peli-negra se iluminaron al contemplar a su mentora; Greta. Si de algo estaba al tanto, Lena y la directora del hospital llevarían a cabo la cirugía de su hija, por lo tanto, no existía motivo alguno para preocuparse. Los dos se pusieron de pie al ver a la mujer acercarse, Violette con más dificultad, comenzaba a resentir el dolor de los golpes.—Greta-. — Habló Violette, conteniendo la respiración. — Él es el padre de Katherine, Lemaire Edmond. ——Mucho gusto. — Replicó Greta, estrechando la mano del pelinegro en un cordial saludo. Edmond sonrió levemente, limitándose a aceptar la introducción. —¿Cómo….Como se encuentra Katherine?— Con discreción, Violette estrujo el brazo del pelinegro, estaba preparándose para escuchar lo peor, no
Lo que encontró fue aún más portentoso que Eugene y Edmond hablando. Toda la familia Lemaire estaba congregada en el salón de espera, lo único audible era la voz de Edmond, quien se encargaba de esclarecer todo el embrollo de la mañana. Por un momento pensó en huir de ahí, no era la mejor manera de conocer a la familia paterna de su hija, en realidad, nunca planeo que algo así sucedería pronto. Trataba de buscar la salida perfecta pero en un espacio abierto y un lugar poco ventajoso era dificultoso pasar desapercibida.Un par de irises negros se posaron sobre ella. Podría jurar que Edmond sonreía ínfimamente a medida que se aproximaba. Una mano se posó en su cintura y los labios del pelinegro rozaron su oído, provocándole un escalofrió que recorrió de arriba hacia abajo toda su espina dorsal.¿Qué estás haciendo?— Indagó alarmada. De todas las tesituras posibles esta era la menos indicada. ——Mi fíala está ansiosa por conocerte. — Mascullo Edmond un tanto divertido con las expresiones
¿Por dónde comienzo?— Apartó los cubiertos, colocándolos con delicadeza en el plato. — Mi padre es Antoine Dubois, un empresario reconocido, mi madre es Sasha Dubois. Tal vez deban conocerlos. —¡Así que tú eres la hija de los Dubois! Vaya, eso sí que es otra arable sorpresa. No los conozco a fondo pero en una reunión tuve la oportunidad de conocerlos, charle con tu madre durante horas. Nunca menciono que tuvieran una hija. — Violette sonrió nerviosa, bebiendo un poco de agua para tragarse el nudo en la garganta. ——Bueno, normalmente no me mencionan. — Mascullo resignada. — Durante mi niñez practiqué ballet, aprendí varios idiomas y gran parte de mi adolescencia la pasé en un internado en Europa. A mi regreso ingresé a la universidad pública de Paris para estudiar medicina. Conocí a Edmond en una clase, después de algunos meses, coincidimos en una fiesta. Eventualmente me entere del embarazo cuando estuve en Inglaterra. A mi regresó, no volví a saber nada sobre Edmond…el no había hec
La ciudad lucia tan pequeña desde el cielo. Las luces parecían pequeñas estrellas iluminando la tierra, durante la noche, las personas regresaban a casa después de un largo día, una historia similar a la de ella, quien retornaba a su hogar luego de seis largos meses de travesía por Inglaterra.Violette e Lena empacaron sus cosas, se despidieron de sus nuevos amigos, quienes tendrían siempre un lugar en su corazón y recuerdos, tomaron las maletas y partieron al aeropuerto a primera hora del día. La peli-negra odiaba el caos que generaba el papeleo, normalmente debían estar en el lugar tres horas antes de abordar, a eso se le sumaba las doce horas del viaje. Todo era sencillo para la rubia, en cambio, la oji-verde no solo cargaba con valijas atiborradas de recuerdos y cosas personales, llevaba consigo un bebé, el mismo que mantuvo oculto de sus padres durante las charlas por video llamada o simplemente telefónicas. Al inicio, la consternación recaía sobre si podría regresar a Francia, n
¡¿En que estabas pensando?!— Exclamó Sasha exasperada. — ¡Me siento decepcionada!— Añadió, como si sus palabras no fueran lo suficientemente hirientes. ——Sasha, guarda silencio. — Antoine intervino. — Vas a seguir con tu plan, Violette. No dejaremos de ayudarte. — Dijo su padre, resguardando ambas manos en las bolsas del pantalón. ——Antoine, por esa razón es una niña malcriada, siempre recompensas sus errores. ——Sasha, he dicho que guardaras silencio. — Él, alzó la voz, contemplando y dirigiéndose nuevamente a Violette. — En un futuro te arrepentirás de tus palabras, porque, a pesar de todo, ese bebé va a ser lo mejor de nuestras vidas. Las circunstancias no son las adecuadas pero de igual forma, vamos a amarlo ¿no es así?— Sasha, cabizbaja acató la orden de su esposo, mientras tanto, Violette estaba de acuerdo con lo dicho por su padre pero en su mirada podía contemplar un atisbo de decepción.A final de cuentas, Antoine tuvo razón, Katherine sería lo mejor de sus vidas.: : : : :