¿Ah sí? ¿Según tu como son las chicas de mi clase?— El castaño lanzó un suspiro, tomándose la libertad de contemplarla largamente sin descaro. Lejos de sentirse apenada por el escrutinio del joven, Violette percibió el rubor en sus mejillas, podría apostar que eso no pasaría desapercibido ante la mirada del chico. ——Hija de papá, viajes por Europa, ropa de marca. La mayoría son tan predecibles, nada fuera de lo común. — Sentencio el chico. —Ultrajada, Violette alcanzó sus libros. No perdería más el tiempo con un chico que solo le causaba molestias. Muy en el fondo, él tenía razón, cuando mencionaba cada una de las “cualidades”, recordaba uno a uno todo lo que la conformaba. Había crecido rodeada llena de lujos y conocía muy poco sobre la vida. Percibió el suave agarre sobre su brazo, impidiéndole continuar con su desfile hacia la salida. El sitio donde se encontraba estaba completamente solo, ella temió durante algunos minutos pero indispuesta a mostrarle su fragmentación, opto por
—Buenos días, consultorio de la doctora Dubois. —Los segundos transcurridos mientras aguardaba por una respuesta se hacían eternos. Ansiaba con todo su ser escuchar la voz de Edmond, podría jurar que en ese preciso momento le confesaría cuanto lo quería y cuanto deseaba estar a su lado. Mordió su labio inferior, golpeando el bolígrafo contra la agenda, no tenía citas programadas para ese día, o mejor dicho, para toda la semana, aun así, confiaba plenamente en que Greta le ofrecería unas cuantas cirugías para matar el rato.—Violette, soy yo, Eugene. — La sonrisa desapareció de sus labios. No ocultaría la decepción, aun así el no podría apreciar el abrupto cambio de expresión en su faz. ——Ah, Eugene. — Sentencio. — ¿Está todo bien?—¿Esperabas la llamada de alguien más?— Indagó antes de responder. — Si, por supuesto, todo está tranquilo. ——Oh, no, por supuesto que no, solamente que me impresionó el hecho de que fueras tú, eso es todo. — Un largo suspiro exteriorizo la presión en su p
Horas de búsqueda fueron invertidas para encontrar el atuendo adecuado. Violette deducía que jóvenes veinteañeros andarían rondando por el lugar, no quería lucir mayor utilizando alguna prenda que no iba acorde al evento. Recordaba que gran parte de su guardarropa de fiestas pasó a formar un segundo plano cuando Katherine llegó a su vida y con ella más responsabilidades como los estudios y el trabajo, por ende, los vestidos entallados y las minifaldas quedaron descartados por siempre, sumándole a esto que la mayoría de sus vestidos estaban destinados a eventos de mayor importancia. Contempló la hora en el reloj colgado en la pared, ya pasaban de las siete, demasiado tarde para acudir a la vasta gama de opciones que ofrecía el centro comercial.Afortunadamente o para su desgracia, Katherine podría ayudarle. Su madre había planteado la situación y en cuanto el nombre de su padre salió a relucir no demoro más y puso manos a la obra. Pasaron horas seleccionando posibles atuendos que dejar
¿Estas bien?— Aquella voz tan reconocida logro paralizarla tanto como al chico frente a ella. De la nada, Edmond aparecía como nada más y nada menos que un salvador. Impulsado por los celos, el hombre se abrió pasado entre la gente a base de empujones, logrando arribar hasta la barra. Había seguido discretamente los movimientos de la peli-negra mientras él se encontraba charlando con el dueño del lugar, un antiguo conocido de Gerard. Al ver como la madre de su hija era asechada por un lobo hambriento, no dudo en acudir y remarcar su posición, hasta el momento un tanto incierto. ——Si. — Sonrió nervioso. —¿Hablando con mi novia?— Carraspeo un poco, percibiendo por arriba del hombro como la etiqueta logro consternar a la chica.¿Tu novia?— Preguntaron Violette y el chico al unisonido. Afortunadamente, el cuestionamiento dubitativo por parte de la oji-verde paso desapercibido para oídos del galante joven, quien estaba aterrorizado por la sepulcral e intimidante apariencia del hombre. —
Poco a poco las manos de Edmond, un tanto inquisitivas, acariciaban con mesura la extensión de sus piernas. Apegó sus labios al blanquecino cuello de la chica, embriagándose con el aroma tan singular que desprendía su cuerpo, esparciendo besos mientras trazaba un camino, dejando pequeñas marcas rojizas. Regresó a su labios, siendo recibido con la misma alevosía de hace unos minutos, Violette lo apegaba a su cuerpo, ejerciendo presión con sus piernas, situadas a los costados del pelinegro. La temperatura incrementaba, pronto su insistencia no sería apaciguada con tiernas caricias.La peli-negra contemplaba el pecho, notaba la demanda que Edmond ejercía. De un momento a otro, recordó lo que Katherine le dijo antes de partir. Lo que estaban haciendo no era lo adecuado para iniciar una relación, esta vez llevaría las cosas con calma.—Espera, Edmond-. — Aclamó en un gemido contenido. El hombre se detuvo, alejándose solo unos cuantos centímetros de su rostro.— No…veras, hace tiempo me prom
Los rayos del sol invadían la habitación, anunciando la llegada del nuevo día. El ruido de las ajetreadas rutinas escasamente era perceptible hasta el piso de Edmond, sin embargo, comunicaban el inicio de las labores.Estiró cada uno de sus músculos, lanzando un suspiro. Tomó asiento al borde de la cama, deduciendo que tal vez, Edmond debió haberla llevado ahí para descansar mejor. Escuchaba el ruido proveniente del baño, el hombre también se preparaba para asistir a la oficina, regresando a la cruda realidad. Inmediatamente, alcanzó su teléfono, contemplando el buzón de llamadas y mensajes, la mayoría provenían de Lena, percibiendo la desesperación en las palabras plasmadas. Rápidamente una llamada consiguió alertarla más de la cuenta; Greta, su jefa, preguntaba donde se encontraba, debía llevar a cabo una vital cirugía, ya que la directora del hospital se encontraba atendiendo un congreso de medicina en Nueva York, por lo tanto, la principal encargada de fungir trascendentales tarea
¿Y bien?— Cuestionó inquisitiva, inclinándose un poco hacia el hombre. ——Planeaba ir a desayunar y después dejarte en el trabajo. —Confesó Edmond. — No me atrevería a denominar lo que sucedió anoche como una cita así que ¿Qué dices si esta noche cenamos en Shambles?—Violette fue incapaz de ocultar la emoción que la invadía. Shambles podría catalogarse como un lugar significativo para ellos dos. Ahí acudieron al escabullirse en la fiesta de Bastian. Luego de doce años, el establecimiento parecía adecuado para festejar el inicio de su relación.—Por supuesto, me encantaría. — Atareada, sus labios rozaron la comisura de los de Edmond. Antes de alejarse, el hombre lo impidió, aferrándose a su cintura, mientras degustaba con parsimonia la boca de la peli-negra, marcando un compás lento hasta arrebatarles el aliento. Con una sonrisa bobalicona, se alejó. ——Pasare por ti a las ocho. — Violette asintió, no sin antes probar los labios de su amante una vez más. Descendió del automóvil, conte
Al igual que los eventos sociales, si existía algo que consternaba hasta la sien a la peli-negra era reunirse con su futura familia política. Era absurdo sentirse tan ansiosa puesto que conocía al clan Da Silva desde que era una niña.La noticia de su relación con Eugene no solo tomo por sorpresa a sus padres, sino también a toda la estirpe del castaño, quienes se oponían rotundamente a que el futuro heredero de las empresas se hiciera cargo de una pequeña con la cual no compartía ningún lazo sanguíneo. Lejos de prestarle atención a los comentarios mal intencionados, el Da Silva acepto con alegría a Katherine, intentando ser el padre sustituto de la niña.Claramente, los Dubois no podían estar más felices por tal unión, sobre todo Sasha, quien no dudaba en ocultar la alegría de que Violette por fin tomara una decisión asertiva en su vida. Violette creía firmemente que el fantasma del hombre debía desaparecer de su vida, y ciertamente, Eugene fue una enorme distracción para desviar sus