El estilista no dejaba de rondar alrededor de ella. Se aseguraba de hacer lucir a Violette como una princesa. Llevaba horas invirtiendo paciencia y dedicación al peinado y el maquillaje de la novia. Satisfecho con el maquillaje y el complicado peinado, sonrió ampliamente, girando la silla de la peli-negra para contemplarse en el espejo.Podría asegurar que deshacer la monumental obra maestra llamado “updo” le llevaría toda la noche, sumándole a esto las extensiones que le otorgaron otro largo a su cabello, sería un martirio irse a dormir con un sinfín de pasadores y el cabello enmarañado. Sus fanales esmeralda resaltaban gracias a la perfecta combinación de sombras y pestañas postizas, todo era balanceado en la novia, ni muy dramático ni muy sencillo, la compaginación exacta se representaba en ella.No tuvo más tiempo para contemplarse. La habitación estaba atiborrada de mujeres, ahí se encontraba su madre y algunas tías, dispuesta a ayudar a la novia en lo que fuera necesario, otras
—No, no acepto. — Sentencio con determinación. Escuchó como algunos contenían la respiración y otros comenzaban a murmullar a sus espaldas. — Lo lamento, Eugene, no puedo hacerlo. — Entrelazo sus manos con las del castaño, contemplándolo firmemente. — En verdad te amé pero ahora…algo cambio entre nosotros. No estoy segura de querer estar contigo y creo que tu también sientes lo mismo, puedo sentirlo. ——Violette ¿Qué está pasando?— cuestionó su madre, acercándose a la pareja junto a su padre y Clarence Da Silva. Nadie entendía lo que estaba sucediendo, todo era tan melodramático. ——Dime si estoy en lo correcto, de lo contrario, te ruego que me perdones pero esto no será justo para ninguno de los dos. ——Violette, coincido contigo pero nuestra relación dejo de funcionar hace mucho tiempo atrás. Forzamos todo esto que perdió el encanto. — Murmuro Eugene, contemplando la ínfima sonrisa que surcaba los labios de la aludida. ——Eugene, será mejor que vuelvas ahí y cumplas con tu obligació
—Voy a contártelo pero ambos debemos ser sinceros.— Condicionó.— También pasa algo contigo…te has resguardado muchas cosas desde la aparición de Lemaire.— Violette no respondió, solo se limitó a terminarse la cerveza y recurrir a otra.——Han acontecido muchas cosas desde ese día. — Murmuro resignada. — Pero comienzas tú. —Eugene volvió a beber. Confesar su infidelidad era más complejo de lo que imaginaba. Exhaló con fuerza, cerrando los ojos y permitiendo que la brisa bañara su rostro en un suave movimiento.—Mantuve un affaire con mi socia, Teresa. Es inadecuado que justifique mi falla o intente aparentar que nada sucedió. Antes de la ceremonia me llamó, diciendo que está esperando un hijo mío. — La confesión estaba a la orden del día. Sentía como un peso disminuya sobre sus hombros. Contempló la expresión de Violette, claramente todo la tomaba por sorpresa que ni siquiera sabía cómo reaccionar. —¿Te refieres a que te acóstate con ella mientras aun salíamos?— Cuestionó molesta. Eug
Deliberadamente, tomo sus valijas y salió de la habitación. Subió el elevador, recibiendo un par de miradas indiscretas y curiosas al ver a la novia fugitiva honrándolos con su presencia. Violette no presto mucha atención, necesitaba llegar a casa lo antes posible. Descendió con dificultad del artefacto de metal, caminando con elegancia hasta la recepción, donde la chica, amablemente, acepto su salida, pidiéndole educadamente que registrara la hora y sellara aquello con una firma.Buscó las llaves de su auto entre la enorme bolsa sobre su hombro. Al encontrarlas, sonrió triunfante y desactivo la alarma, lanzando las maletas en la cajuela y tomando asiento en su respectivo lugar. Olvidaba lo complejo que se tornaba la simple acción de manejar cuando utilizaba tacones. Era demasiado tarde para detenerse en la carretera y sustituir los hermosos zapatos de marca por unos más cómodos. Ya tendría tiempo de hacerlo en la próxima gasolinera.Aceleró un poco, rememorando todo lo acontecido en
De regreso a su lugar de origen, Violette yacía en una estadía temporal gracias a las vacaciones de verano del internado. Su padre había insistido con vehemente persistencia traerla de regreso a Paris, al menos durante el periodo vacacional.El verano era la época preferida de la peli-negra. Independientemente de la infernal temperatura, amaba la temporada de festivales, los cuales tendría oportunidad de presenciar. Establecida en una de las tantas casas que le pertenecían a su familia, Violette, un tanto aburrida opto por emprender una travesía hacia la biblioteca. Su padre pasaba las tardes en la oficina, la importante compra de una empresa requería el tiempo de Antoine, al menos mientras se efectuará el trato, en cuanto a su madre, Sasha pasaba las mañanas confinada en el selectivo grupo de la alta sociedad, donde acudían a desayunar a los mejores restaurantes de la ciudad, visitar spas, ir de comprar o rara vez organizar eventos de caridad.Decidida, contemplo el techo durante lar
¿Ah sí? ¿Según tu como son las chicas de mi clase?— El castaño lanzó un suspiro, tomándose la libertad de contemplarla largamente sin descaro. Lejos de sentirse apenada por el escrutinio del joven, Violette percibió el rubor en sus mejillas, podría apostar que eso no pasaría desapercibido ante la mirada del chico. ——Hija de papá, viajes por Europa, ropa de marca. La mayoría son tan predecibles, nada fuera de lo común. — Sentencio el chico. —Ultrajada, Violette alcanzó sus libros. No perdería más el tiempo con un chico que solo le causaba molestias. Muy en el fondo, él tenía razón, cuando mencionaba cada una de las “cualidades”, recordaba uno a uno todo lo que la conformaba. Había crecido rodeada llena de lujos y conocía muy poco sobre la vida. Percibió el suave agarre sobre su brazo, impidiéndole continuar con su desfile hacia la salida. El sitio donde se encontraba estaba completamente solo, ella temió durante algunos minutos pero indispuesta a mostrarle su fragmentación, opto por
—Buenos días, consultorio de la doctora Dubois. —Los segundos transcurridos mientras aguardaba por una respuesta se hacían eternos. Ansiaba con todo su ser escuchar la voz de Edmond, podría jurar que en ese preciso momento le confesaría cuanto lo quería y cuanto deseaba estar a su lado. Mordió su labio inferior, golpeando el bolígrafo contra la agenda, no tenía citas programadas para ese día, o mejor dicho, para toda la semana, aun así, confiaba plenamente en que Greta le ofrecería unas cuantas cirugías para matar el rato.—Violette, soy yo, Eugene. — La sonrisa desapareció de sus labios. No ocultaría la decepción, aun así el no podría apreciar el abrupto cambio de expresión en su faz. ——Ah, Eugene. — Sentencio. — ¿Está todo bien?—¿Esperabas la llamada de alguien más?— Indagó antes de responder. — Si, por supuesto, todo está tranquilo. ——Oh, no, por supuesto que no, solamente que me impresionó el hecho de que fueras tú, eso es todo. — Un largo suspiro exteriorizo la presión en su p
Horas de búsqueda fueron invertidas para encontrar el atuendo adecuado. Violette deducía que jóvenes veinteañeros andarían rondando por el lugar, no quería lucir mayor utilizando alguna prenda que no iba acorde al evento. Recordaba que gran parte de su guardarropa de fiestas pasó a formar un segundo plano cuando Katherine llegó a su vida y con ella más responsabilidades como los estudios y el trabajo, por ende, los vestidos entallados y las minifaldas quedaron descartados por siempre, sumándole a esto que la mayoría de sus vestidos estaban destinados a eventos de mayor importancia. Contempló la hora en el reloj colgado en la pared, ya pasaban de las siete, demasiado tarde para acudir a la vasta gama de opciones que ofrecía el centro comercial.Afortunadamente o para su desgracia, Katherine podría ayudarle. Su madre había planteado la situación y en cuanto el nombre de su padre salió a relucir no demoro más y puso manos a la obra. Pasaron horas seleccionando posibles atuendos que dejar