MORGANAlejandro, mi viejo amigo, más que un socio de su empresa, era como un padre para mí, todo lo descubrí y aprendí, gracias a sus enseñanzas. Y ahora no solo está muerto, desde antes de la llegada de su nieta Megan, ya me había encargado que iniciara su búsqueda, ya que no confiaba en Brandon para hacerlo. Nunca comprendí por qué ante todos era el mejor nieto, cuando muy en el fondo pensaba todo lo contrario. Cuando la encontró, una tarde, mientras hablábamos en su oficina, dijo las simples palabras "Si Brandon la envuelve entre sus brazos, ella estará perdida" Por esa razón, se empeñó en que llevara mi papel a cabo, como su pretendiente. Al principio no lo tomé muy en serio, Megan no me interesaba ni un poco, luego, la fui conociendo y su interés por Brandon era tan palpable, que los miedos de Alejandro crecieron en secreto. No comprendí la razón real, hasta que lo vi con mis propios ojos. Una noche, mientras estábamos hablando sobre las cláusulas de su testamento, me confesó
MEGAN—¡Megan! No detengo mi paso hasta que llego al otro lado de la acera, ¿cómo pude ser tan ingenua? Yo estoy preocupada para que mi primo y él obtengan lo que por derecho es suyo, me preocupa su estado de doble personalidad, y él, como si nada, solo se va a drogar con su esposa Elizabeth, follándola en público como si nada estuviera pasando. Yo le fallé, lo admito, pero es que él me ha roto el corazón más veces en tan poco tiempo, comienzo a creer que llegar a esta familia ha sido el peor error de mi vida. —¡Qué haces aquí! —Brandon tira de mi brazo. Me giro para enfrentarlo, empujando las lágrimas para que no le vea en este estado. —Conociendo una parte de ti que no me habías mostrado —digo tragando duro. —Estabas con Morgan —me mira fijo. —Creo que eso ya no es de tu incumbencia, no después de ver como follas a tu esposa frente a toda esa gente —replico.—Nos vamos a divorciar —arguye.—¿Para esto me pedías que empezáramos de cero? ¿Una nueva oportunidad? Como le llamaste
MEGANMe quedo sin aliento, todos los presentes están pálidos, tan sorprendidos como yo, pero ellos son el menor de los problemas, es Lena quien me preocupa, ya que rechina los molares con tanta fuerza que incluso a mí me duele. —¡Mentira, ese testamento debe ser falso! —grita apuntando al abogado con el dedo. —No lo es, puede comprobarlo por todos los medios posibles —responde el anciano con tanta seguridad que es convincente. —¡Eso no puede ser, yo estaba presente cuando Alejandro hizo el testamento, recuerdo que usted estaba presente! —Está en lo correcto, pero pocos días después, el señor Lewis me fue a visitar, solicitando que se anulara, no me dio explicaciones, solo hizo otro, en el que se estipula que si su única nieta mujer, se casaba con Morgan Shaw, la herencia y todo pasaba a sus manos, es él quien manejará las partes que les corresponden solo a sus nietos, Gabriel y Brandon Lewis, hasta que el señor Morgan considere que están preparados para tomar posesión de lo que e
MEGANLa mirada fiera hace me den escalofríos, no, no es Brandon, quien está parado frente a mí, con ojos de asesino, es su doble personalidad, intento buscar con la mirada una salida, o algo con lo que me pueda defender, pero al poco tiempo desisto, no hay nada y mucho con mi estado actual. —¿Dónde estamos? —insisto con la misma pregunta. —Lejos de Morgan, si eso es lo que te interesa saber —hasta su voz es diferente, más oscura, más… cruel. —¿Para qué me quieres? —musito—. ¿Me vas a matar? Él suelta una sonora carcajada que me nubla la razón. —¿Crees que podría dañar a la persona que más amo en el puto mundo? —bufa—. No soy tú, querida Megan. —Yo te amaba…—¡No, tú no me amas, tú solo jugaste conmigo todo este tiempo, en cuanto tuviste la oportunidad le abriste las piernas a Morgan!Mi valor se borra del mapa con el tono de voz que usa, Brandon es un peligro para mí en estos momentos, bueno, no solo para mí, sino, para todos en general, incluso para Gabriel.—¿Qué es lo que qu
MORGANMegan sigue sin responder el maldito teléfono, estoy comenzando a creer que Lena tiene algo que ver con su desaparición, camino de un lado al otro, cuando salí de la oficina, pensé que estaría en la suya, pero no, imaginé que no hablaba en serio cuando dijo que se marcharía, lo hizo, no está en el departamento tampoco, no hay rastro de ella, es como si solo se hubiera esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Me paso una mano por el cabello, ya está amaneciendo, me encuentro a nada de llamar a la policía, cuando la puerta se abre y mi sangre se congela al darme cuenta de que se trata de ella, trae la misma ropa, pero hay algo extraño en ella, su aura y… su boca, tiene un golpe. Las alarmas se disparan en mí rápidamente, y me acerco a ella incluso antes de que pueda hablar. —¿Dónde estabas? —la agarro de ambos hombros. Detallo su rostro. —¿Quién te golpeó? —inquiero ajustando mi agarre. —Dios, relájate un poco —parece salir de su trance y se remueve inquieta entre mis brazos
MEGANDebo estar loca, demente, al decirle o mejor dicho, pedirle algo como esto a Morgan, quien con su mirada lo dice todo, en menos de un pestañeo lo tengo sobre mí, rodeando mi cuerpo desnudo, levantando mi mentón con fiereza, maldito defecto que tiene al hacerlo, solo me provoca. —No sabes lo que dices —gruñe.—Hazme tuya —le repito—. Por favor. Tensa la mandíbula con fuerza, un brillo sádico se ancla en sus ojos y creo que me he vuelto loca, pero juro que siento su dureza debajo de sus pantalones, una que se muere por salir. Sintiéndome un poco más suelta, desciendo la mano hasta su miembro y compruebo que en efecto, está duro, lo toco y él solo me besa. Es un beso voraz, lleno de deseo, lleno de lo que necesito en estos momentos, después de lo que voy a hacer, quiero llevarme un buen recuerdo de Morgan, lo voy a necesitar. —Estás perdida, Megan. Comienza a quitarse la ropa, la garganta se me seca al ver su escultural cuerpo, aunque todo eso es borrado cuando mis ojos se an
MEGANTodo va a estar bien, o al menos eso es lo que no dejo de repetirme una y otra vez, mientras Brandon se sirve agua de una botella que le ha dado la azafata, no quiso que nos fuéramos en algún avión privado, por temor a que Morgan, Gabriel o cualquiera se enterara, nos rastreara, por ello, usó identificaciones falsas, para que nadie nos reconociera. Cuando le expuse que pensé que todo el mundo conocía a los Lewis, él dijo que a dónde íbamos no, eso me dejó callada, sin aliento, sin palabras. Así que estoy pasando las peores o más extras horas de mi vida, no importa a que posiciones recurra para no tener que cruzar la mirada con él, encuentra una excusa para tocarme. Ya sea colocar su mano sobre mi pierna, o simplemente recostar su cabeza entre la curvatura de mi cuello, me incomoda, aunque trato de fingir que me parece bien, y por supuesto, a cada segundo me pregunto si Morgan ya se habrá dado cuenta o no, de mi ausencia. Lo más probable es que sí. —Disculpe, señor, ¿se le of
MORGANLa sangre me hierve, mientras manejo en dirección a la casa de los Lewis, no dejo de pensar una y otra vez en la maldita carta que me dejó Megan, ¿quién cree que es para pensar que puede escapar de mi? Aprieto el volante con fuerza, hace horas que no contesta el celular, intenté hablar con mis contactos para que la localizaran y sigo esperando respuestas. La cabeza me estalla en mil pedazos, quiero tenerla y estrangularla, si ha hecho lo que pienso, está en graves problemas, hace cinco minutos que Gabriel Lewis me avisó que estaba en camino a Dublín, no me dijo más, no es que tengamos la mejor relación de socios, sin embargo, ahora que soy el único heredero de la fortuna Lewis, supongo que ya me he ganado un enemigo más. Muevo el cuello con estrés, piso el acelerador y en cuanto llego a la propiedad de los Lewis que ahora por derecho es mía, entro sin avisar. —¡Oiga, señor, no puede pasar así! —exclama una de las chicas del servicio. La ignoro, no estoy con ánimos de tratar