Capítulo 40
Fabiola se quedó atónita: —¿Cómo sabes que compré una corbata?

Benedicto miró hacia la bolsa y sonrió con picardía: —Lo adiviné, ¿qué pasa? ¿No quieres dármela?

—No es eso, solo que esta corbata es para agradecerte por la pulsera de jade que me diste, y ahora me das una caligrafía, yo... realmente no sé cómo agradecerte.

La garganta de Benedicto se movió con dificultad, y la tensión en su corazón se relajó.

—Entonces, ayúdame a ponerme la corbata.

—¿Qué, qué?

Las orejas de Fabiola se tiñeron discretamente de rojo.

Nunca había ayudado a ningún hombre a ponerse una corbata antes.

Porque ese gesto es muy íntimo, solo las personas cercanas lo hacen.

Y ahora Benedicto hizo esa solicitud...

—El próximo mes tengo que ver a mi padre, todavía estamos muy distantes entre nosotros, no parecemos una pareja de recién casados enamorados a primera vista. Así que pienso, si realmente quieres agradecerme, adapta tu rol de esposa con anticipación, para evitar que nuestras familias duden de nuestra relac
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