Capítulo 389
—¿Hay alguna pregunta más? —preguntó Fabiola con calma.

El impulso de la multitud disminuyó un poco.

Todos se miraron, ninguno se atrevió a decir algo más y murmuraron que no había problema antes de salir rápidamente.

Una vez fuera, no pudieron evitar quejarse.

—¿Qué le pasa, comió pólvora?

—¿Cómo no va a estar furiosa? Si yo fuera ella y perdiera mi última esperanza, Rosalía, también estaría furiosa.

—Esto es lo que llaman furia impotente. Ay, antes les decía a mis amigos que iba a trabajar en Grupo Salinas, me advirtieron que la compañía ya no era lo que era, no les creí, insistí en unirme. Parece que después del lanzamiento de los nuevos productos el próximo mes, todos podremos irnos.

—No será tan malo —dijo el jefe del departamento de diseño, que veía a Fabiola como su ídolo. —Creo que aún podemos competir con los de arriba.

Todos miraron al jefe del diseño como si fuera un ingenuo.

En ese momento.

En la oficina de Rodrigo, justo después de que la policía se fue, el secretario llam
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