-Alfa, estoy... profundamente apenado. No he dado mi clase a los cachorros el día... de hoy. - Dijo el maestro Han apoyado sobre el hombro de Reinelle.

Acabábamos de llegar y Alfa Alan ya nos esperaba en la puerta con los brazos cruzados.

-Si me concede otra oportunidad, no volveré a fallarle. Por favor, permítame seguir siendo el maestro de sus cachorros.

Tanto la osa como yo guardamos silencio. Este lobo que había sufrido graves heridas se encontraba más preocupado porque el Alfa no le quitara su puesto que por la experiencia.

Alfa Alan no contestó enseguida, sino que directamente se acercó al señor Han y lo abrazó.

-Lamento que hayas sido gravemente dañado bajo mi protección. No tengo palabras para expresar cuanto lo siento por haberlo permitido. Por supuesto, seguirás siendo el maestro de mis cachorros por el tiempo que desees, pero me gustaría compensarte adecuadamente por mi descuido. Quizá un aumento de sueldo.

El señor Han siguió estático cuando el Alfa Alan volvió a tomar su