Tercer capítulo del día!! espero que les haya gustado, mañana les daré un mini maratón, aunque no sean seguidos, serán 4 capítulos en un día! Muy atentas, cariñitos!! Besooos y gracias por leer!
NicklausMe despierto con un dolor sordo en todo el cuerpo, pero es la vibración en mi pecho lo que realmente me alerta. Abro los ojos, sintiendo la energía pulsando, como si una corriente invisible me conectara a Penelope. La habitación está sumida en un silencio expectante, interrumpido solo por el suave murmullo de su respiración.—Peaches... —murmuro, mi voz ronca y débil. No es solo el dolor físico, es algo más profundo, algo que late con fuerza dentro de mí.Penelope está sentada junto a la cama, su expresión una mezcla de preocupación y asombro. Nuestros ojos se encuentran, y en ese instante, algo indescriptible pasa entre nosotros. Es como si una ola de energía nos uniera, un puente invisible que conecta nuestros corazones y mentes.—¿Lo sientes también? —pregunta, su voz temblorosa pero cargada de una extraña certeza.Asiento lentamente, la comprensión abriéndose paso en mi mente. La resonancia... siempre había oído hablar de ella, una conexión tan profunda que puede unir dos
PenelopeTonta, soy una completa tonta.Salgo de la habitación con el corazón apretado, cada paso resonando en el pasillo como un eco de mis propios pensamientos. La discusión con Nicklaus sigue dando vueltas en mi cabeza, su silencio cuando le pregunté si confiaría en mí incluso sin la resonancia me duele más de lo que quiero admitir. ¿Cómo puedo significar algo para él cuando ni siquiera puede responder esa pregunta?La sala se abre ante mí, y me encuentro en el amplio espacio lleno de estanterías y libros que se apilan hasta el techo. Respiro hondo, intentando sacudirme la sensación de rechazo, y me dirijo a la estantería más cercana. Necesito algo para distraerme, algo que me dé una pista sobre cómo romper la maldición que mantiene a Nicklaus prisionero en los límites de la manada y asi poder irnos de aquí, pues por muy enojada que esté no pienso dejarlo atrás.—Estupido lobo—dijo entre dientes y saco un grimorio grande, sus páginas amarillentas crujen al abrirse. Intento concen
NicklausLas horas se arrastran y siento como el peso del tiempo se convierte en un yugo alrededor de mi cuello. La sala está llena del suave murmullo de las páginas del grimorio pasando una y otra vez, interrumpido solo por los suspiros frustrados de Penelope. La he visto repetir el hechizo una y otra vez, su magia destellando en sus ojos mientras se lleva a sí misma al límite. Cada vez que trato de intervenir, me encuentro con su feroz determinación. He tenido que obligarla a comer, casi forzando la comida en sus manos, su insistencia en seguir adelante eclipsando incluso su necesidad básica de alimentarse.Ahora, mientras miro desde la entrada, el celular que Blake me dejó vibra en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Lo saco y veo su nombre parpadear en la pantalla. El mensaje es corto, pero suficiente para hacer que mis músculos se tensen.“El alfa se ha enterado de la pelea con Robert. Está furioso. Cuida tu espalda.”El aviso de Blake no es algo que pueda tomar a la li
PenelopeTodo pasa como un borrón después de la llegada de Micka. Me muevo casi por instinto, llenando un bolso para mí y otro para Nicklaus, metiendo cualquier prenda y pertenencia que pueda encontrar en la prisa. Echo una bolsa con los libros más importantes junto a la puerta.El miedo y la angustia hacen un hueco en mi pecho mientras corremos hacia la frontera. Nicklaus lleva a Micka en brazos, el pequeño temblando aún, su rostro pálido y sucio apoyado contra el pecho de Nick. La imagen de su vulnerabilidad me parte el alma.Mi mente sigue repitiendo la misma pregunta: ¿Podré hacerlo? ¿Podré lanzar el hechizo de liberación y permitir que Nick salga? Pero no quiero pensar en eso ahora. La idea de fallar es demasiado aterradora. Necesito concentrarme en lo inmediato, en el escape.Entre jadeos, intento romper el silencio que nos envuelve. —¿A dónde iremos una vez que salgamos? —pregunto, mi voz temblorosa.Nicklaus me lanza una mirada de reojo, sus ojos brillando con una determinac
NicklausLo hizo. La chiquilla realmente consiguió romper el hechizo.Ni siquiera sé cómo sentirme al respecto. Han pasado diez largos años desde la última vez que pude poner un pie fuera de los terrenos de la manada, antes de que el simple pensamiento de poder hacer una vida lejos demi hermano pareciera una realidad y ella lo ha conseguido.Mis ojos van hasta dónde ella se encuentra y sin importarme que ella no me haya aceptado aún, coloco mis manos en ambos lados de su rostro y junto mis labios con los suyos, consiguiendo que un pequeño jadeo salga de ella cuando mis dientes capturas su labio inferior.—Gracias, peaches. Ella me mira con la respiración alterada, con ojos brillantes y mejillas sonrojadas consiguiendo a mi pecho vibrar con fuerza ante ella.—N- no hay nada que agradecer. De alguna manera tú también me has salvado, Nick.Quiero preguntarle más al respecto pero el sonido del claxon del auto de Blake nos recuerda que no tenemos tiempo.El crujido del asfalto bajo las rue
PenelopeDespierto con un sobresalto, sintiendo la tensión en el aire incluso antes de abrir los ojos. La habitación del motel está oscura, pero la luz del amanecer comienza a filtrarse a través de las cortinas. Miro a Nicklaus a mi lado, su respiración tranquila, y por un instante, me siento segura.Sin embargo, algo no está bien. Un zumbido de ansiedad recorre mi cuerpo, la resonancia vibrando con una urgencia que no puedo ignorar. Me levanto con cuidado, tratando de no despertar a Nicklaus, y me acerco a la ventana. Corro la cortina ligeramente y observo la oscura carretera. Todo parece tranquilo, pero mi instinto me dice que estamos en peligro.De repente, un ruido fuerte en la puerta me hace dar un respingo. Me vuelvo hacia Nicklaus justo cuando sus ojos se abren, alertas.—¿Qué pasa, peaches? —pregunta, su voz somnolienta pero atenta.Antes de que pueda responder, la puerta se abre de golpe y Blake aparece, sus ojos llenos de pánico.Nicklaus reacciona al instante, su cuerpo se m
NicklausLa puerta de hierro se abre con un chirrido, revelando a Samuel, el Alfa de la manada Ashwood. Su presencia imponente está enmarcada por la tenue luz de la luna, y puedo ver el reconocimiento en sus ojos al vernos.—Nicklaus Blackwood —respondo, mi voz firme—. Estoy aquí para cobrar un favor.Samuel inclina la cabeza en un gesto de bienvenida, pero su mirada se endurece cuando nota a Penelope en mis brazos.—Parece que has tenido una noche complicada —dice, abriendo más la puerta para permitirnos pasar.—Necesitamos una sanadora, urgentemente —digo, sintiendo el peso de Penelope aumentar con cada paso.Samuel asiente y hace una señal a uno de los guardias. —Llévalos a la enfermería. Trae a Lyla, que esté preparada.Mientras seguimos al guardia por el sendero iluminado hacia la casa principal, me acerco a Penelope y susurro: —No le digas a nadie sobre tus poderes. ¿Entendido?Ella asiente, sus ojos brillando con una mezcla de dolor y determinación. Acaricio su rostro con el pul
PenelopeEstoy sentada en una camilla en la enfermería, el aire cargado con el olor a antiséptico y hierbas. La incomodidad se mezcla con el dolor que palpita en mis heridas, haciéndome sentir aún más fuera de lugar en esta manada desconocida. Mis manos juegan nerviosamente con el borde de mi chaqueta mientras espero.Lila, la sanadora de la manada, se mueve con destreza a mi alrededor, sus manos ligeras y suaves mientras prepara sus suministros. Parece amable, casi unos dos años mayor que yo, con una serenidad que me resulta envidiable. Pero estar sola en este lugar, sin saber si puedo confiar en ella, me pone los nervios de punta.Micka duerme profundamente en la camilla al otro lado de la sala, su pequeño cuerpo envuelto en una manta cálida. La preocupación por él y por Nicklaus se enreda en mi mente, aumentando mi ansiedad.Lila se acerca, su expresión amable pero concentrada mientras evalúa mis heridas. Tiene una suavidad en sus ojos que me recuerda a alguien que ha visto mucho