Bueno, cariñitos, aquí les dejo el segundo capítulo del día!! Muchas gracias por leer y no olviden comentar y dejar su reseña en el perfil de la historia. Besoooos
NicklausLos lobos somos territoriales por naturaleza, pero si a eso le sumas el hecho de que MI esposa está en celo y me he estado apareando con ella en las últimas 48 horas, entonces puedo asegurarte que soy una bomba de tiempo si otro macho la mira.Sin embargo, eso no parece importarle al imbécil de Blake. Un gruñido retumba dentro de mi pecho chupando él lleva sus ojos hacia la mujercita yel infeliz lo único que hace es sonreir de manera petulante.Quiero partirle el cuello ahora mismo.—Peaches, ve a tu habitación—le digo y sé muy bien que va poner pelea incluso antes de que hable.—¿Qué? ¡¿Por qué?!—me dice irritada—él dijo que yo estaba involucrada en la información, asi que me quedo.Santa diosa, es que acaso ella no puede ver lo tensa que es la situación y lo cerca que estoy de partirle el cuello al que fue mi mejor amigo.Antes de que pueda decir algo, Blake se aclara la garganta antes de decir:—Voy a mantenerme alejado, Nick y te prometo que no me voy a demorar, solo he v
PenelopeNunca había leído tanto sobre magia y hechizos en mi vida.Ha pasado una semana desde la visita de Blake, lo que nos deja con dos meses y un poco más desde el matrimonio, y estoy volviendome loca ahora mismo.La desesperación me está empezando a pasar factura, pues si queremos irnos antes de la próxima vuelta de la luna solo nos quedan tres semanas, tal vez un poco menos.Estoy sumida en una vorágine de páginas y palabras, buscando desesperadamente en los libros de mi padre, esperando encontrar alguna pista, algún rastro sobre lo que le hicieron a Nicklaus. Mi mente trabaja sin descanso, recorriendo línea tras línea, pero todo es en vano. Nada aquí habla de maldiciones que aten a alguien a una manada o que lo condenen a no poder cruzar las fronteras.Arrastro mi mano por el borde de un viejo grimorio, sus hojas ajadas por el tiempo. Un suspiro de frustración escapa de mis labios mientras cierro el libro con fuerza. —¡Debe haber algo!—me digo con rabia, mientras me tallo los
NicklausCada vez que estoy junto a Penelope, un torbellino de emociones me abruma, incomprensible e incontrolable. y lo odio. No me gusta que una hembra me haga sentir débil y mucho menos me gusta la incertidumbre de no saber si ahora puede estar embarazada.En estos momentos, cazar se convierte en mi único refugio. No puedo entender lo que me sucede. La chiquilla es un enigma que me inquieta más de lo que debería, me distrae más de lo que es seguro.El arco tenso en mis manos vibra cuando suelto la cuerda, la flecha volando y perforando la piel de un ciervo con una precisión despiadada. La bestia cae, y una sensación de logro efímera se desvanece tan rápido como aparece. Aún falta para el almuerzo, pero no puedo evitar la urgencia de regresar. Algo tira de mí, algo más que mi necesidad de verla. Es como si su presencia fuese una fuerza magnética incontrolable.Me encamino hacia la cabaña con la presa a cuestas, pero algo me detiene en seco. El viento me trae un olor familiar, uno q
PenelopeApoyado contra mí, Nicklaus lucha por mantenerse erguido. Sus gruñidos y refunfuños retumban como truenos suaves mientras lo ayudo a entrar en la cabaña, cada paso una batalla contra su orgullo. Su cuerpo herido pesa más de lo que imaginaba, y aunque él insiste en que puede manejarse solo, sus pasos tambaleantes y la sangre que empapa su camisa cuentan otra historia.—Déjame ayudarte, Nicklaus —digo, el tono más firme de lo que realmente siento. Cada fibra de mi ser está tensa, temiendo que se desmorone en cualquier momento.—No necesito ayuda —gruñe, el sonido vibrante y áspero—. Estoy bien.Sus palabras son tan tercas como él, pero las ignoro y lo guío hacia la cama. Lo obligo a sentarse, sus movimientos torpes y rígidos mientras se desploma en el colchón.—Estás actuando como un cachorro malcriado. Déjame que te cure —le digo, con una mezcla de exasperación y preocupación.Él vuelve a gruñir, un sonido bajo que retumba en su pecho, pero al menos se queda quieto. Una pequeñ
NicklausMe despierto con un dolor sordo en todo el cuerpo, pero es la vibración en mi pecho lo que realmente me alerta. Abro los ojos, sintiendo la energía pulsando, como si una corriente invisible me conectara a Penelope. La habitación está sumida en un silencio expectante, interrumpido solo por el suave murmullo de su respiración.—Peaches... —murmuro, mi voz ronca y débil. No es solo el dolor físico, es algo más profundo, algo que late con fuerza dentro de mí.Penelope está sentada junto a la cama, su expresión una mezcla de preocupación y asombro. Nuestros ojos se encuentran, y en ese instante, algo indescriptible pasa entre nosotros. Es como si una ola de energía nos uniera, un puente invisible que conecta nuestros corazones y mentes.—¿Lo sientes también? —pregunta, su voz temblorosa pero cargada de una extraña certeza.Asiento lentamente, la comprensión abriéndose paso en mi mente. La resonancia... siempre había oído hablar de ella, una conexión tan profunda que puede unir dos
PenelopeTonta, soy una completa tonta.Salgo de la habitación con el corazón apretado, cada paso resonando en el pasillo como un eco de mis propios pensamientos. La discusión con Nicklaus sigue dando vueltas en mi cabeza, su silencio cuando le pregunté si confiaría en mí incluso sin la resonancia me duele más de lo que quiero admitir. ¿Cómo puedo significar algo para él cuando ni siquiera puede responder esa pregunta?La sala se abre ante mí, y me encuentro en el amplio espacio lleno de estanterías y libros que se apilan hasta el techo. Respiro hondo, intentando sacudirme la sensación de rechazo, y me dirijo a la estantería más cercana. Necesito algo para distraerme, algo que me dé una pista sobre cómo romper la maldición que mantiene a Nicklaus prisionero en los límites de la manada y asi poder irnos de aquí, pues por muy enojada que esté no pienso dejarlo atrás.—Estupido lobo—dijo entre dientes y saco un grimorio grande, sus páginas amarillentas crujen al abrirse. Intento concen
NicklausLas horas se arrastran y siento como el peso del tiempo se convierte en un yugo alrededor de mi cuello. La sala está llena del suave murmullo de las páginas del grimorio pasando una y otra vez, interrumpido solo por los suspiros frustrados de Penelope. La he visto repetir el hechizo una y otra vez, su magia destellando en sus ojos mientras se lleva a sí misma al límite. Cada vez que trato de intervenir, me encuentro con su feroz determinación. He tenido que obligarla a comer, casi forzando la comida en sus manos, su insistencia en seguir adelante eclipsando incluso su necesidad básica de alimentarse.Ahora, mientras miro desde la entrada, el celular que Blake me dejó vibra en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Lo saco y veo su nombre parpadear en la pantalla. El mensaje es corto, pero suficiente para hacer que mis músculos se tensen.“El alfa se ha enterado de la pelea con Robert. Está furioso. Cuida tu espalda.”El aviso de Blake no es algo que pueda tomar a la li
PenelopeTodo pasa como un borrón después de la llegada de Micka. Me muevo casi por instinto, llenando un bolso para mí y otro para Nicklaus, metiendo cualquier prenda y pertenencia que pueda encontrar en la prisa. Echo una bolsa con los libros más importantes junto a la puerta.El miedo y la angustia hacen un hueco en mi pecho mientras corremos hacia la frontera. Nicklaus lleva a Micka en brazos, el pequeño temblando aún, su rostro pálido y sucio apoyado contra el pecho de Nick. La imagen de su vulnerabilidad me parte el alma.Mi mente sigue repitiendo la misma pregunta: ¿Podré hacerlo? ¿Podré lanzar el hechizo de liberación y permitir que Nick salga? Pero no quiero pensar en eso ahora. La idea de fallar es demasiado aterradora. Necesito concentrarme en lo inmediato, en el escape.Entre jadeos, intento romper el silencio que nos envuelve. —¿A dónde iremos una vez que salgamos? —pregunto, mi voz temblorosa.Nicklaus me lanza una mirada de reojo, sus ojos brillando con una determinac