Apenas subimos al auto un silencio incómodo reinó entre nosotros, el único ruido era el de la radio. Jamás debí haber aceptado regresar a casa con él, ¡ni siquiera acepté! Fui obligada.
—No debiste haber dejado a tu novia sola en ese lugar —murmuré viendo a la ventana, estábamos yendo por un camino diferente. Estoy segura de que era el camino equivocado — El edificio no está muy lejos, podía regresar caminando.
—Te estoy haciendo un favor Summer, deberías agradecerme—siseó. Dios mío que poca paciencia tenía este hombre.
—Sabes, si no me soportas no entiendo porque me seguiste a Rockefeller Center o porque te ofreciste a llevarme de regreso a casa —lo regresé a ver, su mandíbula se tensó y respiró profundo.
—Fui a patinar con mi novia, no te estaba siguiendo.
—No te creo —fruncí el ceño — No creo que sea una coincidencia que nos encontremos en el mismo lugar y a la misma hora. Me estabas siguiendo —aseguré.
—Creo que la caída te afectó un poco —dijo burlón — ¿Y qué me asegura que tú no me estabas siguiendo? Chocaste apropósito conmigo para obtener algo de mi atención.
—¡Ja! Ni en tus sueños Harry Ward, los tipos como tú no merecen ni un poco de mi atención —puse los ojos en blanco.
Se quedó callado por unos segundos, el auto se detuvo en un semáforo en rojo y volteó su mirada a mí — ¿Los tipos como yo? ¿Qué quieres decir con eso? —había enojo en su mirada — Después de todo no me equivoqué contigo, eres una más de esas niñitas ricas de Manhattan, que se sientan en su banquillo a juzgar a los demás y que creen que todo se trata de ellas. En verdad admiro a tu novio, tiene que soportar a una engreída y narcisista.
—Lucas no es mi novio —es lo único que salió de mis labios, no sabía que responder a lo demás que me había dicho. ¿En verdad daba esa impresión? — Es mi mejor amigo.
—Genial, aun así lo admiro por tener que soportarte—murmuró poniendo en marcha el auto.
—Si no me soportas deberías dejarme bajar.
—Si lo sigues sugiriendo lo haré, no creas que no soy capaz Summer.
—Hazlo, no creo que estemos tan lejos de casa —solo recibí un suspiro como respuesta, lo estaba haciendo perder la paciencia, lo notaba — ¿Por qué te portaste como un idiota esta tarde? Solo quería ayudarte.
—Si no lo recuerdas, te dije que no necesitaba ayuda. Eres una persona muy necia y eso me irrita —apretó el volante con fuerza provocando que sus nudillos se pongan blancos.
En verdad no entendía porque perdía la paciencia tan rápido, ¿era así con todos o solo conmigo?
—Ward, tienes que aprender a controlar tu ira. Pareces un cavernícola.
De un segundo a otro el auto freno bruscamente, giré asustada hacia Harry quien tenía una mirada furiosa sobre mí y la respiración acelerada. Lo había hecho enojar, una vez más. Vaya, debería acostumbrarme a que se enfade por cada palabra que sale de mi boca. Era la primera vez que trataba con un tipo así.
—No puede ser que puedas sacarme de mis casillas con esos comentarios tan tontos —murmuró — Te agradecería que cerraras la boca si vas a seguir diciendo tonterías como esas.
—¿Y si no, qué? —lo reté. Se quedó callado y solo soltó un suspiro — Eso pensé.
Me echó un último vistazo y arrancó el auto nuevamente ignorando por completo los insultos que se había ganado por frenar de golpe y quedarse parado por unos segundos en una vía muy transitada, que por cierto no reconocía. Tal vez solo cogió otro camino.
—Bueno, ya basta de pelear como perros y gatos —soltó una risita — Mejor cuéntame un poco más sobre ti, lo único que sé es, que te llamas Summer, vives frente a mí y el dato más importante, eres una terca insoportable.
—¿Ahora te intereso? —fingí sorpresa, me volteé un poco quedando mi espalda apoyada a la ventana — ¡Wow! Debería sentirme especial.
—Cállate, el sarcasmo no te queda bien —sonrió mostrando los dientes. Esto sí que era un gran avance, ahora ya se reía de mis comentarios — Ahora que vamos a ser vecinos creo que deberíamos llevarnos mejor. Querías que fuera amable ¿no?
Agradecía el hecho de que haya cambiado su actitud tan repentinamente y no se esté comportando como un cretino. Hacía el viaje más…soportable.
—Pues sí, quiero que seas amable. Es lo único que te pido —respondí — Bien…tengo dieciocho años, he vivido en Nueva York desde que tengo memoria, a los diez me mudé a Manhattan por el trabajo de mi padre —pensé en que más podía contarle, sentía que no era una persona interesante. A comparación de los chicos de mi edad, no he vivido nada, no he hecho nada divertido. Jamás me he atrevido a salir de mi zona de confort.
—¿Dónde vivías antes? —preguntó interesado.
—En Queens, teníamos un pequeño apartamento ahí.
—Vaya una chica de Queens, igual que el hombre araña.
—Así es —dije entre risas — Es tu turno, cuéntame sobre ti.
Se quedó callado unos segundos que parecieron eternos, mis ojos vagaron por su rostro hasta que se detuvieron en sus labios rosados, me hipnoticé al ver como sus dientes jugaban con su labio inferior.
—Mi nombre es Harry Ward, soy de Inglaterra… —eso explicaba su acento que me resultaba tan encantador — Solía trabajar en una panadería cuando vivía allí, de esa forma pude ahorrar y venir a América.
—¿Por qué dejaste Inglaterra? —lo miré curiosa.
—No es de tu incumbencia Samantha —murmuró con incomodidad — No seas curiosa, solo te diré lo necesario. Es más, tu tampoco me contaste mucho sobre ti, así que estamos a mano.
No iba a insistir más sobre el asunto, por el momento estábamos llevando las cosas bien, no había razón para arruinarlo. Tal vez en un futuro, si llegamos a confiar más en el otro, podría contarme la razón por la que se fue de Inglaterra.
—Tienes razón —fue lo último que dije antes de acomodarme bien en mi asiento y girar mi rostro al lado la ventana.
Me sobresalté al no saber en qué lugar nos encontrábamos y cuando vi la hora casi me muero, eran casi las diez de la noche
— Harry, ¿a dónde nos trajiste?
—¿Quieres que sea sincero contigo? —asentí — Desde hace más de cuarenta minutos que no sé dónde estamos. Quería evitar todo el tráfico e intenté ir por otra ruta, pero me perdí.
—¡Por qué no me lo dijiste! Oríllate ya —grité histérica — Pongamos el gps y regresemos a casa.
—No, espera un segundo —me quitó el teléfono — Llegué hace una semana y no he conocido la ciudad, esta podría ser una buena excusa para hacerlo.
—Lo siento mucho pero no pienso acompañarte —estaba histérica, bueno, más que histérica, preocupada. Mis padres eran muy estrictos con la hora de llegada, sé que ya no era una niñita pero como ellos me lo repetían todo el tiempo, mientras viva bajo su techo, debía seguir sus reglas — Me bajo aquí.
—Claro que no Winston —se cruzó de brazos — Sería muy irresponsable de mi parte que te deje bajar en un lugar que ninguno de los dos conoce.
—Quita el seguro, ahora —ignoró todo lo que dije, intenté arrebatarle las llaves del auto pero él fue más rápido y se las guardó en el bolsillo — Harry, si no abres esa puerta ahora mismo te voy a…
—¿Qué harás? —me miró burlón, el idiota sabía perfectamente que no iba a hacer nada. Sostuvimos las miradas por largos segundos — Está bien Summer, tú ganas.
El click sonó y salí del auto cerrando la puerta a mi paso, miré alrededor tratando de descifrar en donde demonios estábamos. Oh no…estábamos en el lado sur del Bronx a cuarenta y cinco minutos de Manhattan, este lado era conocido por ser peligroso a altas horas de la noche, no me hubiera importado si fuera de día, ¡pero era de noche! Eso cambiaba por completo la situación.
Intenté subir nuevamente al auto, pero el click volvió a sonar, dándome a entender que el rizado había asegurado todas las puertas. Bajó un poco el vidrio del copiloto y me miró con una tonta sonrisa burlona.
—Pensé que querías bajarte, Sun —ladeó su cabeza con diversión.
—Deja de llamarme Sun y abre la puerta que quiero entrar —supliqué.
—En verdad no te entiendo, hace unos minutos estabas histérica porque querías bajarte y ahora suplicas que te abra la puerta —negó con la cabeza.
—Harry, por favor —forcejeé la puerta pero era inútil.
—¿Por qué cambiaste de parecer? —dijo intrigado — Déjame adivinar, ¿Acaso tienes miedo Summer Winston?
—Te equivocas Ward, como siempre —solté intentando disimular el temblor en mi voz.
—¿En serio? —se inclinó un poco hacia el lado del copiloto para verme mejor — Si no tienes miedo, ¿por qué tus piernas han comenzado a temblar al igual que tu voz?
—Estamos casi a cuatro grados Ward, me estoy congelando.
No iba a admitir frente a él que me estaba muriendo del miedo, jamás lo haría.
—No te creo —sonrió de lado.
—Deja de hablar y mejor ábreme la puerta —forcejeé otra vez.
—Calma, dijiste que no tenías miedo —enarcó una ceja. Me irritaba la forma en la que esta situación lo divertía.
—Porque no lo tengo.
—Bien, en ese caso nos vemos en casa —me guiñó el ojo y arrancó el auto.
Quedé atónita mientras veía que el auto desaparecía por una esquina, no podía creer que me había dejado aquí, completamente sola.
—Idiota —murmuré enfadada.
Comencé a caminar en línea recta, no sabía a dónde me dirigía, me avergüenza admitirlo, pero no sabía diferenciar en qué lado estaba el sur y en qué lado estaba el norte. Caminar en línea recta era la opción más factible, no podía quedarme parada esperando a que Harry regresara a recogerme, aun no asimilaba el hecho de que se había ido sin mí.
Ahora mismo me arrepiento aún más de haber aceptado que me lleve a casa, bueno no acepté, de hecho, fui obligada a ir con él.
[…..]
Llevaba caminando varias cuadras, lo único que veía eran varios edificios viejos de ladrillo y menos gente, claro, quien estaría caminando por las calles de un barrio peligroso a las diez y media de la noche. La hora dejó de importarme, ya era un hecho que me iban a regañar apenas ponga un pie dentro de casa.
Lo único que pensaba era en llegar, tomar un chocolate caliente y meterme a la cama, sentía los dedos de mis manos entumecidos, había olvidado mis guantes en casa y aunque tenía las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo no era suficiente para entrar en calor.
Quien diría que justo ahora me iba a encontrar en una situación así, caminando sin rumbo a altas horas de la noche, sin teléfono celular porque en el calor de la discusión olvidé que Harry me lo había quitado y algo mucho peor, sin dinero para poder coger un taxi, también olvide mi bolso en el auto del rizado. Ahora comenzaba a darle la razón a Harry cuando me dijo en la pista de hielo que era una despistada.
Apresuré el paso al notar que un auto se estacionó algunos metros atrás de mí y alguien salió de este, podía escuchar sus pisadas cada vez más cerca. Mi corazón latía tan fuerte y juraba que en cualquier momento se me saldría del pecho. Los ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, odiaba a Harry por hacerme esto, si antes pensaba que era un idiota, ahora mismo lo confirmaba. Sentí que era mi fin cuando unos brazos rodearon mi cintura y me obligaron a detener el paso, lo único que se me ocurrió hacer en ese momento fue impactar mi puño contra el rostro de la persona que me había agarrado.
—¡Maldita sea, Summer! —gruñó, volteé para ver al rizado agarrando su nariz.
—¡¿Dónde estabas?! —golpeé su pecho furiosa, como se le ocurría aparecerse de esa forma.
—Yo debería preguntar eso —se quejó aun agarrando su nariz — Volví al lugar en donde te habías quedado y ya no estabas, llevo dando vueltas durante media hora.
—Esto no te lo voy a perdonar nunca Harry —le di un manotazo en el hombro — ¿Acaso sabes dónde estamos? En el lado sur de Bronx, es un lugar sumamente peligroso en la noche.
—¿Y por qué no me lo dijiste antes? Si lo hubiera sabido…
—¿Si lo hubieras sabido? Eso no es una excusa, jamás debiste haberme dejado —ni siquiera podía verlo a los ojos del enojo que sentía — Llévame a casa, ahora.
El camino de regreso fue extremadamente incómodo, Harry no dejaba de lanzarme miradas, cuando parecía que iba a decir algo, se callaba. La verdad, esperaba una disculpa, pero nunca llegó, ahora entendía que no debía esperar nada de su parte.
Apenas el auto se estacionó me bajé y caminé a paso rápido al ascensor, no quería lidiar más con él, por lo menos no más por esta noche, había tenido suficiente. Antes de que las puertas se cierren el rizado logró entrar, maldecí por mis adentros. Quedamos frente a frente, giré mi cabeza para no hacer contacto visual.
—Vaya día de m****a, ¿no? —habló, lo ignoré — ¿En serio no vas a hablarme? Se me hace muy extraño que no hayas soltado algún comentario tonto en todo el camino —se acercó unos pasos, sentí mis piernas flaquear. Tenía que mantenerme serena — Vamos, di algo.
—Algo —respondí.
Soltó una carcajada.
—Eso no me lo esperaba. Bien jugado Winston
Luego de unos segundos sentí su mano helada agarrando mi mentón y levantándolo un poco para que nuestras miradas se conecten, su tacto me ponía los vellos de punta, mis piernas temblaban al sentirlo tan cerca. Su aliento a tabaco y menta chocaba contra mi rostro, por segunda vez quedé hipnotizada con sus labios rosados y carnosos. Apuesto que Harry Ward tenía a cientos de chicas detrás de él.
—Sum, no quería hacerte sentir mal —relamió sus labios — Esa broma pesada se salió de control.
—Pues sí, fue lo más tonto que pudiste haber hecho —carraspeé con nerviosismo y retrocedí unos pasos, no podía estar así de cerca con Harry sin que me falte el aliento y mi corazón lata como loco.
Dios mío, jamás voy a entender porque siempre me atraen los chicos que no me hacen ningún bien, debía controlarme. No quería que se repita lo de la última vez.
Agradecí cuando las puertas del ascensor se abrieron, cuando salí de allí al fin sentí como mis pulmones se llenaban de aire nuevamente y mi corazón se calmaba.
—¿Puedo preguntarte algo? —asentí — Pero no te enfades, solo es una pregunta.
—Hazla ya.
—Si el lado sur de Bronx es peligroso, porque no caminaste hacia el norte. Cuando te encontré estabas muy al sur.
Mi cara inmediatamente se puso más roja que un tomate.
—Porque…—jugué con mis manos — Estaba muy obscuro y muy nerviosa.
Pude ver en su expresión que mi respuesta no lo convenció. Obviamente no le diría la verdad, no quería que me molestara por eso.
—Claro —sonrió — Entra ya, no vaya a ser que tus padres te regañen.
—No me van a regañar —mentí — Nos vemos otro día.
—Nos veremos mañana en la cena —me recordó — No creas que rechazaré esa amable invitación de tu madre.
—No estás obligado a venir —dije mientras buscaba las llaves de casa en mi bolso — Inventaré alguna excusa por ti, así nos libramos de ese martirio de noche en la que tendremos que soportarnos por más de una hora.
—Pero quiero ir.
—Si insistes —murmuré y sonreí victoriosa al encontrar las llaves — No llegues tarde. Adiós —sacudí mi mano despidiéndome.
—Hasta mañana Sun —dijo burlón.
—No hay nada que pueda hacer para que dejes de decirme Sun, ¿no? —enarqué una ceja y el negó con diversión — Vete ya, debes estar agotado.
—No me iré hasta que entres —se cruzó de brazos.
—Buenas noches, Harry —le di un último vistazo y entre en silencio a casa.
Por un minuto pensé que mis padres ya se habían ido a dormir, hasta que las luces de la sala se encendieron revelando a mi padre sentado en un sofá de la esquina y con la mirada histérica. Casi suelto una risotada de tan solo imaginarme a mi padre en la obscuridad, esperando a que regrese a casa para hacer su entrada de película.
—Summer Winston —se levantó del sofá y camino en mi dirección — ¿Sabes la hora que es? Nos tenías preocupados.
—Lo siento papá —agaché la cabeza avergonzada — Con Lucas perdimos la noción del tiempo y cuando vimos la hora ya era tarde —mentí. Si supiera todo lo que pasó esta noche no me dejaría volver a salir en mi vida.
—Es la segunda vez que usas esa excusa Summer, ve buscando una mejor —me señaló.
Por lo que veo no ha olvidado lo que hice el pasado cuatro de julio, era algo que yo tampoco iba a poder olvidar ya que me divertí mucho. Aquella vez Lucas me había invitado a una reunión que iban a hacer sus amigos, no sé cómo, pero conseguí permiso hasta la media noche. Nos estábamos divirtiendo tanto que cuando dieron las doce decidimos quedarnos media hora más, pero esa media hora se convirtieron en cuatro horas más. Fue la primera vez en mi vida que llegaba a las cuatro de la mañana a casa, mis padres estaban tan enfadados, al día siguiente salieron de paseo antes de que me despierte y regresaron al anochecer.
—Pero es la verdad.
—Lo mismo dijiste la primera vez.
—Lo siento papá, no se volverá a repetir —suspiré rendida, no quería discutir con él, no después de la noche que tuve — La próxima vez los llamaré si pienso llegar más tarde a casa.
Dicho esto, me encaminé a mi habitación, estaba muy exhausta como para prepararme ese chocolate caliente que tanto anhelaba, solo quería tirarme en la cama y dormir. Mi teléfono vibró en mi bolso, al sacarlo vi que se trataba de un mensaje de un número desconocido, supe al instante quien era por el tonto apodo que me había puesto.
Harry: Descansa Sun :)
Yo: Igualmente Harry
Yo: Puedo preguntar como conseguiste mi número
Harry: Dejaste tu teléfono en mi auto, ya sabes, cuando te hice pasar ese mal rato
Yo: Mejor olvidemos eso
Harry: Nos vemos mañana. Descansa Summer