Lucía ojea con atención las noticias en línea desde su computadora mientras muerde una tostada con mermelada de fresa, según puede ver el nuevo dueño de Kenia Motors ha sido bien recibido. Ya que hay varios empresarios que han confesado estar ya en negociaciones con Alexander, con vista en las promesas que ha dado en su presentación, masticando con lentitud la mujer admira a su adversario que resultó ser mucho mas convincente de lo que hubiese imaginado en ese discurso. Pero no solo puede verle habilidad para hablar, sino incluso para elegir a los invitados a ese evento, mirando el video que un diario online ha subido reconoce a varios empresarios de renombre, algunos clientes suyo, y otros tras los cuales anda desde hace un tiempo. Según parece Yoshimoto tenía razón en que la nueva mente detrás de su compañía contrincante es astuta, quizás más de lo que estaba dispuesta a aceptar, un par de golpes sucesivos en la puerta de su apartamento la obligan a dejar la noticia y acudir a atend
Lucía mira con ansiedad el reloj de pared de la cafetería en la que ha decidido ir personalmente en busca de un cappuccino, una decisión que comienza a lamentar al ver que aun tiene a cinco persona por delante. Y ciertamente la paciencia no suele ser su mejor virtud, sobre todo cuando se tarta de hacer una fila.—Disculpe, ¿Puedo pedirle un favor? —pregunta una mujer que carga a su beba detrás de la empresaria.—Sí, mientras esté a mi alcance —responde Lucía preguntándose de qué puede tratarse.—¿Le molestaría cargar a mi pequeña un minuto? Es que se me ha perdido la tarjeta entre el lio que tengo en el bolso —pide la joven mujer algo avergonzada por tener que molestarla.—Oh, claro, no hay problema —se apresura a responder la empresaria tomando con suma suavidad a la pequeña bebé que no debe de tener mas de dos meses, y que para su suerte aún sigue dormida.—No debería ser tan descuidada, pero soy madre primeriza y haya muchas cosas que aun estoy aprendiendo, y la verdad que la falta
—Ya le he enviado todos los informes, señor. ¿Necesita algo más? —pregunta Bárbara parada en el umbral de la puerta de la oficina.—No, gracias, con esto tengo lo que necesitaba —responde Sebastián ojeando los archivos en la computadora.—¿Está buscando algo en especial? —pregunta la secretaria queriendo serle útil en alguna otra cosa.—No, solo quiero hacer una especie de auditoria para determinar nuestro crecimiento y ver la mejor manera de enfrentar a Kenia Motors en su nueva etapa —responde el empresario que quiere estar preparado para que ese tal Alexander no tenga ninguna ventaja sobre ellos.—Le he traído los informes de los últimos cuatro años, son en los que la compañía ha tenido su mayor crecimiento, y de hecho el tiempo que lleva nuestra relación con el señor Yoshimoto —comenta Bárbara que si bien sabe que ya debería salir de esa oficina no puede evitar intentar seguir en la presencia de su jefe.—¿Cuatro años? —pregunta Sebastián frunciendo el entrecejo mientras busca en l
Antonia observa con satisfacción los exhaustivos informes que ha realizado sobre los clientes que la compañía cuenta y de los que podrían convertirse en clientes potenciales, desde su visita al nuevo dueño de la compañía se ha dedicado a la realización de esa tarea con el fin de impresionarlo. Se ha decidido a demostrarle lo que vale sea de la manera que sea, y si bien podría llegar a tenerla en menos por su edad, tendrá que reconocerla por su capacidad.—¿Cómo está mi pequeña? —pregunta Samantha entrando en la oficina con una gran sonrisa.—¿Qué haces aquí, mamá? Creí que ibas a seguir apartada de Kenia Motors por un tiempo más —exclama la joven alarmada de verla allí, algo que quizás podría llegar a estorbar en su propósito.—Sí, cariño, pero digamos que solo estoy asegurándome de que las cosas marchen bien, y según veo tú estás haciendo lo mismo —comenta la mujer mirando los informes que su hija ha realizado.—He decidido hacerme notar por Alexander, creo que nos vendría bien logra
Lucía se encuentra una vez más viendo el video de la conferencia que dio Alexander, ni siquiera está segura de la razón por la cual se ve en la necesidad de verlo una y otra vez, a tal punto que la voz de él le comienza a parecer un sonido agradable. De hecho hasta puede recordar esos fugaces momentos en Bariloche junto a él en los que se sintió a gusto, en la que resultó una compañía reconfortante, aunque quizás no tanto como la compañía de Sebastián, su cuñado siempre le ha resultado como una especie de columna en la que puede sostenerse, alguien a quien la sola idea de perderlo podría ser quizás lo único capaz de derrumbarla.—Me estoy comportando como una idiota que no sabe lo que quiere —murmura la mujer tomando una manzana de la canasta de frutas que tiene sobre la mesada y dándole un mordisco como si quisiese desquitarse con la fruta por la frustración que siente.Según parece ese suceso en la cafetería le ha afectado más de lo que esperaba, desde ese instante en el que tuvo es
Samantha permanece parada frente a la puerta del apartamento de Sebastián intentando juntar el valor para tocar el timbre, ese día al saber que su ex comenzó a indagar sobre su presunta inocencia en el episodio que causó su ruptura, sintió que aun le queda esperanza, que existe una posibilidad de poder recuperar a su pareja. Siendo sincera debe admitir que en un primer momento su coqueteo con él fue con el objetivo de poder conseguir alguna especie de ventaja sobre su competencia, pero con el paso del tiempo, y a medida que más compartía con él se fue enamorando hasta el punto que desde su separación siente como si una parte de ella le hubiese sido extirpada.—Este mundo no es para los cobardes —susurra la mujer soltando un largo suspiro y presionando el timbre tratando de asegurarse de que su rostro no refleje el nerviosismo que siente.—¿Samantha? ¿Qué haces aquí? —interroga Sebastián sorprendido al abrir la puerta y verla apoyada en el umbral con una gran sonrisa en el rostro.—Cre
—¿Así que soy la primera privilegiada en venir a este lugar? ¿Debo creerlo realmente? —cuestiona Lucía con una sonrisa divertida en los labios.—Aunque creerme queda a tu criterio, puedo asegurarte que digo la verdad, y de hecho me alegra haber esperado, porque creo que nadie podría verse tan radiante como tú a tal punto de lograr opacar este lugar —afirma Alexander que si bien se ha puesto en modo de galán lo dice con total franqueza.—Ya basta de tantos halagos por favor, ya que lo único que lograrás con eso será hacerme pensar que he desperdiciado mi noche, sueles agradarme más cuando puedo mantener una conversación seria contigo —señala la empresaria para dejar en claro que ese jueguito no le servirá con ella.—Usualmente en este tipo de salidas la seriedad es lo que menos me gusta invocar, sobre todo porque tengo suficiente de ella en el trabajo. Pero esta noche está dedicada exclusivamente a agasajarte así que cederé a tu deseo, por cierto te recomiendo el Risotto, ese plato es
—He visto que no incluiste a Yoshimoto en la lista de clientes potenciales que formulaste, quisiera conocer la razón —plantea Alexander a su empleada entrelazando los dedos de su mano sobre el escritorio.—Aunque Yoshimoto resulta un cliente atractivo lleva años de relación beneficiosa con Lucía, una que se basa en la lealtad y confianza, cosas que él no estaría dispuesto a traicionar solo por ganar apenas unos dólares más —responde Antonia que siempre ha seguido de cerca cada una de las negociaciones que el cliente asiático ha hecho.—Yo le ofrecí un trato, fue mi primera jugada para llamar la atención de nuestra querida competencia, y la verdad es que sonó muy interesado al respecto —sostiene el empresario cuestionando la postura de la muchacha.—Tan interesado que sigue haciendo negocios con Lucía, la única manera de atraerlo hacia nuestro lado sería llevándose una gran decepción por parte de ellos. Un pedido defectuoso, una gran falta a la moral, o incluso algún negocio sucio, ya