Algo preocupada por no tener noticias de su ex, Samantha vuelve a llamarlo por tercera esa mañana. No porque le interese que vuelva a la casa de la playa o siquiera porque le interese si está bien, sino porque quiere tratar con él la cuestión de que Antonia ha decidido salir con Alexander, un hombre mayor y socio de la compañía. Si bien no está segura que la intervención del padre de su hija sea del todo productiva, pero al menos espera su apoyo en hacer entrar en razón a la terca mente de esa muchacha. —¿A quién estás llamando tan temprano? —pregunta Antonia sirviéndose una taza de café para desayunar con las facturas que están en un plato sobre la mesa. —He estado intentando comunicarme con tu padre, pero por lo visto se encuentra demasiado ocupado como para responderme —masculla la empresaria torciendo la boca con disgusto ya que no le agrada que se la ignore. —Bueno, ya sabes como es, en algún momento va a aparecer. Quizás solo se siente ofendido porque lo echaste de la casa —mu
Lucía llena una taza de café hasta arriba luego de una larga noche en la que no ha sido capaz de dormir ni una sola hora seguida, por lo que espera que la cafeína corriendo por su organismo sea capaz de brindarle la energía que necesitará para hacer frente al ajetreado día que le espera. —N-no puede ser… —murmura la mujer al ver la taza que utilizaba Roberto apoyada sobre la mesada, un escalofrío le recorre la espalda ante esa visión, eso es simplemente imposible. —¿Crees que a mi taza le falte algo, cariño? ¿Quizás algunas pastillas? —pregunta Roberto con una sonrisa maliciosa en los labios levantando su taza. Soltando un grito de horror, la mujer se echa hacia atrás cerrando los ojos para no ver ese rostro pálido, esa piel sin brillo que da cuenta de que ya no hay sangre corriendo, que ya no hay un corazón latiendo, ya no hay vida en ese cuerpo. Y todo eso porque ella lo asesinó, lo mató y luego envolviéndolo en una alfombra y en plástico como si fuera un paquete lo hizo cargar en
Acostado en la cama junto a su novia, Sebastián acaricia con cariño el vientre de su mujer que está dormida luego de que hacer el amor. Con una sonrisa imagina a su pequeño creciendo allí dentro, a su hijito que no ve la hora de poder cargar en sus brazos. Lo cierto es que nunca se había hecho a la idea de ser padre, simplemente parecía que la mujer de su vida no aparecía, así que tener un hijo era algo que no ocupaba su mente siquiera remotamente. Pero desde que recibió esa noticia siente una alegría latente en el pecho que lo hace sentir que finalmente todo ha encajado en su vida, que cada pieza está en su lugar y que solo le queda ser feliz, disfrutar de lo que la vida le ha brindado tan amablemente. Camila ha demostrado ser una compañera formidable, una mujer que quizás incluso es más de lo que merece, y junto a la que está dispuesto a formar esa familia. No tiene dudas respecto, aunque debe ser sincero respecto a cierta inquietud que no ha dejado de rondar su mente, el hecho de
Al pasar frente a una joyería Alexander se detiene para admirar las brillantes y hermosas alhajas trabajadas con suma exquisitez, sus ojos se posan en un brillante anillo de oro blanco con una esmeralda de considerable tamaño en el centro. Sin duda ese sería un anillo ideal para pedir casamiento, ante este pensamiento frunce los labios al darse cuenta de lo que está considerando. Si bien no puede negar que Antonia parece haberlo conquistado en cuerpo y alma, no está seguro de que deba considerar la posibilidad de que eso llegue a ese punto. No porque no crea que ella pueda ser una buena compañera de vida, sino porque empezando por Samantha habría muchos que no estarían de acuerdo. Además del hecho de no estar seguro de estar listo para volver a comenzar una nueva relación, ha pasado mucho tiempo desde la muerte de su esposa, pero el miedo a terminar en nuevo fracaso lo ha hecho resignarse de volver a intentar amar. Quizás por el momento solo deba optar por un collar, uno no demasiado
Sintiendo que el aire comienza a faltarle, Lucía abre las ventanas de su apartamento sintiendo una suave brisa acariciando su rostro. Inhalando profundamente intenta llenar sus pulmones que parecieran no querer recibir su suministro de aire, provocándole una presión en el pecho que simplemente no es capaz de hacer desaparecer. —Deberías haberlo sabido, que no podrías librarte de mí, cariño. Lo único que has logrado es que podamos estar juntos por toda la eternidad —sostiene Roberto recostado a un lado de la ventana con una gran sonrisa burlona en sus pálidos labios. —No quise hacerlo, yo solo quería dejarte inconsciente para que te llevarán, no era mi intención matarte, no soy un monstruo —solloza la empresaria sintiendo las lágrimas corriendo por sus mejillas. —No es cuestión de lo que querías, sino de lo que hiciste. ¡Me asesinaste, me envenenaste como si fuese una rata, no pudiste soportar no tener el control y decidiste hacer lo necesario para recuperarlo! —acusa el hombre de cu
Camila se mira en el espejo observando su vientre que aún no muestra señal de llevar un niño dentro, le gustaría tener esas pancitas redondas que llegan a tener algunas embarazadas, esas que dan ganas de acariciarlas aunque esa mujer sea una completa extraña. Posándose la mano con suavidad, como si un movimiento demasiado brusco pudiese llegar a hacerle daño a su pequeño, se acaricia la barriga con una mezcla de cariño y pesar. No tiene dudas que ese embarazo es una de las cosas más maravillosas que ha llegado a experimentar, pero la verdad es que a pesar de creer que así podría obtener la atención completa de su marido, comienza a darse cuenta que se ha equivocado. A esta altura considera que nada podrá evitar que Sebastián salga corriendo detrás de Lucía, y la verdad es que no está segura de tener que aceptar ser la segunda en el corazón de su novio. Pero lo cierto es que tampoco está dispuesta a dejar ir a Sebastián, él es el hombre de su vida, uno como nunca llegó a conocer, y qu
Sebastián sale del ascensor de la empresa pasándose la mano por el rostro nerviosamente, durante toda la noche estuvo despertándose cada cinco minutos, su consciencia cargada por el secreto que carga ha comenzado a alterarlo. Mucho más de lo que habría imaginado, creyó que sería capaz de lidiar con eso como con tantas otras cosas, pero lo cierto es que no está muy seguro de que ocultar el asesinato de un hombre resulte tan sencillo como ocultar una mala decisión administrativa. Caminando hacia su oficina intenta pensar la manera en que justificará la prolongada ausencia de Lucía en la compañía, sabe que Uriel no perderá esa oportunidad para terminar de enterrarla. Aunque dadas las circunstancias no está muy en desacuerdo de que quizás sea lo mejor para ella, no tiene idea cuál es la forma en que alguien es capaz de recuperarse de la experiencia de haber quitado una vida, pero duda que tener que lidiar con los problemas de la empresa sea una buena opción. —¡Sebastián, querido, te esta
Caminando nerviosamente en la sala de la casa de la playa de Samantha, Alexander espera a su invitada. Sabe que ante esa oportunidad que ha tenido de entrar a esa casa debería mostrarse más confiado o al menos un poco más cuerdo, pero lo cierto es que ante la propuesta que ha decidido hacer no puede evitar sentir que pierde el control de cada fibra de su cuerpo. —Para alguien de tu edad y experiencia esperaría más confianza, ¿O acaso es una especie de acto para mí? —cuestiona Samantha con una media sonrisa divertida mirándolo con cierta curiosidad apoyada en el umbral de la puerta de la cocina. —Aunque te cueste creerlo hay gente que es capaz de ser honesta, que no tienen un motivo oculto detrás de todo lo que hacen —replica el empresario sin importarle arruinar el reciente acuerdo de paz que ha logrado con ella. —Eso no es lo que yo he aprendido a lo largo de estos años, rara vez la gente llega a ser sincera, sobre todo si al serlo pueden poner en peligro lo que quieren conseguir —