—No es nada de lo que debamos preocuparnos, solo se le ha bajado la presión, con unas papas fritas y descanso ya estará bien —anuncia con tranquilidad  el medico de pie al lado de la cama de Lucía.

—De hecho ya comienzo a sentirme mejor, ya podría levantarme —afirma Lucía destapándose para levantarse de la cama.

 —¡Por supuesto que no, debe quedarse en la cama esta noche! —reclama el doctor mirando con seriedad a la mujer.

—No se preocupe, yo me encargaré personalmente de que no salga de la cama, es solo que parece sentir la necesidad de no permitir que nadie le diga lo que debe hacer —asegura Alexander con una sonrisa volviendo a tapar a la empresaria que lo mira con desafío.

—En caso contrario pediré que venga una ambulancia y la lleve a la clínica para dejarla en observación durante la  noche —advierte el galeno frunciendo el ceño ante la testarudez de su paciente.

  —Eso no será necesario, ¿Verdad ca