Capítulo 91.

— ¿Qué te pasó? —inquirí, sintiendo algo parecido a la preocupación.

— ¿Tienes un botiquín? —preguntó con la respiración un poco agitada.

Asentí y me hice a un lado para que entrara. Lo dejé pasar, cerré la puerta y, casi corriendo, fui hasta el baño para tomar el pequeño botiquín que traje de mi casa. Aquí no había así que me sentí en la obligación de traerlo.

Tener un botiquín en casa es esencial, nunca se sabe.

Volví a la sala y noté que el castaño ahora estaba sentado en uno de los sofás.

— ¿Cómo pasó esto? —quise saber.

Tomé asiento en la mesita de café que quedaba justo frente al castaño, abrí el botiquín, tomé un poco de algodón y lo humedecí con agua

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