Capítulo 60
En Estados Unidos.

William abordó su avión privado rumbo a Playa Escondida, con su asistente cerca.

—Señor, ¿desea contactar a la señorita al llegar a Playa Escondida?

—¡El Martillo Gigante! Adrián, vamos a jugar en ese —exclamó Lorena, señalando emocionada la atracción, llena de entusiasmo.

Su cara pálido estaba un poco sonrojado, y la frente y la punta de su nariz sudaban. Los mechones de su cabello, húmedos por el sudor, se pegaban a sus mejillas.

Sin duda, se estaba divirtiendo mucho.

Adrián sacó una toallita húmeda y se la ofreció a Lorena, quien la tomó para limpiarse el sudor.

Él la miraba con ternura, aunque un poco resignado.

—Doña Lore, estás embarazada. No puedes ir a atracciones peligrosas como el Martillo Gigante o el Barco Pirata.

—Ya te dejé subir a una montaña rusa pequeña, y eso fue mi límite.

Lorena suspiró en silencio. Esa montaña rusa era claramente para niños pequeños.

—Entonces vayamos a la rueda de la fortuna —sugirió Adrián, señalando hacia otro lado.

El sol del
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