Una vez más Rania estiró la mano sobre la cama buscando el calor de su esposo, pero no lo sintió. Su lado estaba vacío y frío aquella mañana como ya era de costumbre. Suspiró con tristeza creyendo que había amanecido sola después de su intensa noche de amor. Ella se esperezó quitando los mechones de cabello que caían por su rostro y resopló por lo largo que estaba, ya que Karim no permitía que ninguna tijera se acercase a sus cabellos. Después se sentó en la cama cubriendo su cuerpo con la sábana y lo vio, más hermoso que nunca y al mismo tiempo con un semblante tan triste. Karim estaba apoyado en la ventana, perdido en sus pensamientos. Solo llevaba puesto un pantalón de franela y como siempre estaba descalzo. Rania salió de la cama y llamó su atención cuando puso las manos sobre sus brazos acariciándolos suavemente. —¿Qué tienes habibi? —preguntó con preocupación y Karim bajó la cabeza. —¿No has podido descansar? —Sí lo hice Rania, es solo que… —el príncipe suspiró un p
Rania tenía delante a un completo extraño, porque jamás llegó a pensar que Brian pudiera llegar tan lejos por una obsesión. —¡Te he dicho que lo amo y que lo nuestro ha terminado, Brian...por favor mete eso en tú cabeza! —bramó alejándose de él, pero Brian avanzó despacio mirándola como si fuera una presa y que no sería capaz de escapar de él. —Lo que sientes por ese hombre es algo impuesto por un matrimonio forzado. Tú no lo elegiste a él, pero sí me has elegido a mí. Lo nuestro es verdadero, una relación que nació de forma libre, pero lo que tienes con ese maldito príncipe es solo un puto caso grave de síndrome de Estocolmo. —¡No, estás completamente loco…yo no estoy enferma, estoy enamorada Brian, enamorada de mi esposo! —rebatió Rania con vehemencia. —Solo estás cautiva, tu mente te está engañando para sobrevivir a ese encierro, pero se acabó Rania te voy a sacar de aquí y lo haré por las malas. —declaró abalanzándose sobre ella para atraparla ente sus brazos, pero la much
No hay nada más desesperanzador para una madre que verse imposibilitada de proteger a su hijo, así se sentía Rania en ese momento encerrada en una celda. —¿Te sientes victoriosa verdad? —preguntó Rania mirando a la mujer que caminaba de un lado a otro delante de su celda, esperando el gran momento de saborear su triunfo. —Es más que una victoria, zorra plebeya… mucho más que eso. Es como una liberación, como si estuviera extirpando un cáncer que amenaza con destruir mi familia. —escupió Fátima y Rania se apoyó en los barrotes para mirarla. —No eres digna de ser la esposa de mi hijo. —Por eso me pusiste esa trampa con la ayuda de Brian, porque no soy digna de ser la mujer de Karim y tampoco mi bebé es digno de ser su hijo. —respondió Rania con una sonrisa amarga.—Mataste a un inocente hace tantos años y ahora volverás a hacer lo mismo.—la acusó y Fátima la miró con interrogación. —¿Se puede saber de qué inocente estás hablando? —Lo sabes perfectamente Fátima. Los rumores de
Farid estaba acostumbrado a ver la peor cara del Emir, pero incluso un hombre como él estaba horrorizado con la escena tan brutal a la que estaba siendo obligado a asistir. Cualquiera que estuviera a unos metros de la mujer que estaba encadenada, escuchando cada golpe del látigo en su piel, tenía la sensación de estar recibiéndolos en su propia carne. Los labios de Fátima estaban ensangrentados, los mordía para no darle el gusto a su esposo de escucharla gritar. Hudad estaba cansado, tenía calambres en los dedos por tantos latigazos que le había propinado, pero como era de esperar la muy desgraciada los soportaba. No importaba la sangre en su espalda a causa de los desgarros en su piel, Fátima apretaba los puños alrededor de la cadena que la mantenía atada soportando los latigazos que su esposo le daba como la fiera que era. —¡Te dije que dejarás de actuar a mis espaldas! —rugió Hudad lanzando lejos el látigo, después se puso delante de su esposa para enfrentarla. La vio a
—Karim no se va a divorciar de mí, sé que mi esposo creerá en mi inocencia. ¡Nos amamos y nadie nos va a separar! La médico suspiró sentándose en la cama delante de ella, soltó el aire que tenía en sus pulmones con frustración y explicó lo que la muchacha necesitaba saber. —Según los doctores que se encargaron de las heridas del príncipe, él decretó que ya no pueden hacerte daño…que ya pagaste tu castigo y así lo impone la ley, pero fuiste acusada de adulterio después de ser encontrada en los brazos de otro hombre. En ese caso, el divorcio es un hecho, nadie puede detenerlo y menos tratándose de un miembro de la familia real, ni siquiera tu esposo. —Pero yo no engañé a mi marido, fue una trampa y sé que Karim no se creerá nada de lo que digan, además por mi tiempo de embarazo sabrá que es imposible que mi bebé sea de Brian… Solo tengo que explicarle todo y sé que encontraremos una solución para evitar el divorcio. —aseguró Rania. —Rania el príncipe está despierto, pero muy deb
—Solo quiero que repitas lo que me acabas de decir, padre…solo eso. —pidió Karim con la voz baja y la mirada puesta en la pulsera del hilo rojo, que era lo único que llevaba en su muñeca. —Rania está embarazada y asegura que su hijo es del estadounidense. —escupió Hudad mientras los médicos intentaban tratar a su hijo, pero Karim seguía con una mano en alto impidiéndoles acercarse a él. Tuvo que repetir en su cabeza una y otra vez aquella noticia. Su corazón apenas latía mientras la asimilaba. Su mujer estaba embrazada, pero el hijo no era suyo. Si otra persona se lo hubiera dicho, Karim pondría en duda cualquier afirmación, pero ese hecho…esas duras palabras salieron de la boca de su esposa. Entonces como pudo apartó la sábana que había sobre sus piernas, decidido a levantarse ignorando los fuertes dolores que sentía. Karim sabía que escuchar directamente de Rania, que ella lo había engañado con otro hombre, le iba a romper el corazón pero necesitaba hacerlo. El príncipe
Varias semanas después, una voz fría y sin denotar ninguna emoción rompió el silencio sepulcral que había en el ambiente. —¿Ya está lejos de aquí, de mí? —preguntó Karim con la mirada perdida en la ventana de su habitación en el hospital donde seguía ingresado. —Sí señor, me han confirmado que la señorita Rania Hassan ya está en Estados Unidos. — confirmó Jasaf. — Ella abandonó el país apenas con lo que llegó, tampoco pudo despedirse de ninguno de los empleados del palacio o hablar con nadie. También ya está prohibida su entrada en el país, en caso de que intenté volver. —Dudo mucho que Rania decida regresar por voluntad propia a este país, después de todo lo que pasó. —masculló el príncipe levantándose de su cama. —Majestad, usted aún no está del todo recuperado, debería seguir en la cama. —aconsejó Jasaf acortando la distancia para ayudarlo, pero Karim se negó recibir cualquier tipo de ayuda. —Yo solo quiero la mejor botella de whisky que tengan en este planeta y olvi
Rania no pudo decir ni una palabra más para suplicar por un techo para ella, porque Hamza la envolvió en un fuerte abrazo de repente dejándola asombrada.La chica hubiera esperado que Hamza la echara a patadas, que la repudiara o incluso que llamara a su tío Idris para no tener que hacerse cargo de ella, pero fue todo lo contrario. —Tío… —murmuró mirándolo a los ojos y se emocionó cuando vio que Hamza estaba llorando. —Lo siento mucho, siento que esto haya afectado tu nombre. — se disculpó limpiando las lágrimas del hombre que sonreía emocionado. —Mi llamita del infierno, poco me importa mi nombre, porque un apellido y una estúpida reputación no vale más que la niña de mis ojos. —contestó Hamza con sinceridad. —Puede que ya no seas la princesa de esa gente, pero siempre serás la princesa de este hogar. —Pero ¿y el bebé? —preguntó Rania insegura llevando la mano a su vientre. —Sé lo que debe significar para ti que esté embarazada, divorciada y encima acusada de adulterio.