Dentro de la habitación Rania se asustó cuando escuchó a alguien dar un portazo detrás de ella y al girarse se encontró con la mirada sombría de su ex novio. —Brian no te acerques, no puedes estar a solas conmigo. —demandó Rania dando varios pasos hacia atrás, hasta que su espalda chocó con la pared, pero Brian no le hizo caso. —¡Dime, Rania dime a la cara que ya no me amas! —vociferó pegándose a ella y Rania lo apartó con un empujón con la mirada fiera. —¡No te acerques a mí, Brian te advierto que no lo hagas si no quieres arrepentirte! —replicó enojada. —No puedo estar a solas contigo, ni quiero hacerlo. ¡por favor, márchate y déjame en paz! —¿Quieres que me marche de esta habitación o de tu vida? —inquirió exasperado. —Primero me dijiste que ibas hablar con tus tíos de lo nuestro, después hiciste un viaje a Marruecos para terminar prometida de ese príncipe y cuando fui a buscarte me dijiste que todo era una farsa…¡Una jodida farsa y que volverías a estar conmigo!...¿Pero es
Brian tomó una escultura que tenía a la altura de su rostro y la lanzó contra la puerta por donde el amor de su vida decidió marcharse matando sus esperanzas, y soltó un grito que lo estaba ahogando, buscando aliviar su ira o aplacarla de alguna manera. Él terminó llorando con la frente pegada en el suelo sin saber cómo afrontar tantos sentimientos, pues no podía aceptar perderla. Rania era suya, la había reclamado y no podía simplemente dejarla ir para estar con otro hombre. Entonces escuchó una vez, calma y amable. —Puedo ayudarte… Brian levantó la cabeza encontrándose con el rostro indescifrable y la mirada oscura de Fátima Al Thani. Sobresaltado Brian se alejó de ella mirando de un lado a otro para ver cómo había llegado a aquella habitación de repente. —¿Qué es lo que quiere…cómo ha entrado aquí? —inquirió con nerviosismo y se puso de pie manteniendo una distancia entre ellos. Fátima miró la puerta por donde había entrado y que seguía abierta, contestando de manera
Una vez más Rania estiró la mano sobre la cama buscando el calor de su esposo, pero no lo sintió. Su lado estaba vacío y frío aquella mañana como ya era de costumbre. Suspiró con tristeza creyendo que había amanecido sola después de su intensa noche de amor. Ella se esperezó quitando los mechones de cabello que caían por su rostro y resopló por lo largo que estaba, ya que Karim no permitía que ninguna tijera se acercase a sus cabellos. Después se sentó en la cama cubriendo su cuerpo con la sábana y lo vio, más hermoso que nunca y al mismo tiempo con un semblante tan triste. Karim estaba apoyado en la ventana, perdido en sus pensamientos. Solo llevaba puesto un pantalón de franela y como siempre estaba descalzo. Rania salió de la cama y llamó su atención cuando puso las manos sobre sus brazos acariciándolos suavemente. —¿Qué tienes habibi? —preguntó con preocupación y Karim bajó la cabeza. —¿No has podido descansar? —Sí lo hice Rania, es solo que… —el príncipe suspiró un p
Rania tenía delante a un completo extraño, porque jamás llegó a pensar que Brian pudiera llegar tan lejos por una obsesión. —¡Te he dicho que lo amo y que lo nuestro ha terminado, Brian...por favor mete eso en tú cabeza! —bramó alejándose de él, pero Brian avanzó despacio mirándola como si fuera una presa y que no sería capaz de escapar de él. —Lo que sientes por ese hombre es algo impuesto por un matrimonio forzado. Tú no lo elegiste a él, pero sí me has elegido a mí. Lo nuestro es verdadero, una relación que nació de forma libre, pero lo que tienes con ese maldito príncipe es solo un puto caso grave de síndrome de Estocolmo. —¡No, estás completamente loco…yo no estoy enferma, estoy enamorada Brian, enamorada de mi esposo! —rebatió Rania con vehemencia. —Solo estás cautiva, tu mente te está engañando para sobrevivir a ese encierro, pero se acabó Rania te voy a sacar de aquí y lo haré por las malas. —declaró abalanzándose sobre ella para atraparla ente sus brazos, pero la much
No hay nada más desesperanzador para una madre que verse imposibilitada de proteger a su hijo, así se sentía Rania en ese momento encerrada en una celda. —¿Te sientes victoriosa verdad? —preguntó Rania mirando a la mujer que caminaba de un lado a otro delante de su celda, esperando el gran momento de saborear su triunfo. —Es más que una victoria, zorra plebeya… mucho más que eso. Es como una liberación, como si estuviera extirpando un cáncer que amenaza con destruir mi familia. —escupió Fátima y Rania se apoyó en los barrotes para mirarla. —No eres digna de ser la esposa de mi hijo. —Por eso me pusiste esa trampa con la ayuda de Brian, porque no soy digna de ser la mujer de Karim y tampoco mi bebé es digno de ser su hijo. —respondió Rania con una sonrisa amarga.—Mataste a un inocente hace tantos años y ahora volverás a hacer lo mismo.—la acusó y Fátima la miró con interrogación. —¿Se puede saber de qué inocente estás hablando? —Lo sabes perfectamente Fátima. Los rumores de
Farid estaba acostumbrado a ver la peor cara del Emir, pero incluso un hombre como él estaba horrorizado con la escena tan brutal a la que estaba siendo obligado a asistir. Cualquiera que estuviera a unos metros de la mujer que estaba encadenada, escuchando cada golpe del látigo en su piel, tenía la sensación de estar recibiéndolos en su propia carne. Los labios de Fátima estaban ensangrentados, los mordía para no darle el gusto a su esposo de escucharla gritar. Hudad estaba cansado, tenía calambres en los dedos por tantos latigazos que le había propinado, pero como era de esperar la muy desgraciada los soportaba. No importaba la sangre en su espalda a causa de los desgarros en su piel, Fátima apretaba los puños alrededor de la cadena que la mantenía atada soportando los latigazos que su esposo le daba como la fiera que era. —¡Te dije que dejarás de actuar a mis espaldas! —rugió Hudad lanzando lejos el látigo, después se puso delante de su esposa para enfrentarla. La vio a
—Karim no se va a divorciar de mí, sé que mi esposo creerá en mi inocencia. ¡Nos amamos y nadie nos va a separar! La médico suspiró sentándose en la cama delante de ella, soltó el aire que tenía en sus pulmones con frustración y explicó lo que la muchacha necesitaba saber. —Según los doctores que se encargaron de las heridas del príncipe, él decretó que ya no pueden hacerte daño…que ya pagaste tu castigo y así lo impone la ley, pero fuiste acusada de adulterio después de ser encontrada en los brazos de otro hombre. En ese caso, el divorcio es un hecho, nadie puede detenerlo y menos tratándose de un miembro de la familia real, ni siquiera tu esposo. —Pero yo no engañé a mi marido, fue una trampa y sé que Karim no se creerá nada de lo que digan, además por mi tiempo de embarazo sabrá que es imposible que mi bebé sea de Brian… Solo tengo que explicarle todo y sé que encontraremos una solución para evitar el divorcio. —aseguró Rania. —Rania el príncipe está despierto, pero muy deb
—Solo quiero que repitas lo que me acabas de decir, padre…solo eso. —pidió Karim con la voz baja y la mirada puesta en la pulsera del hilo rojo, que era lo único que llevaba en su muñeca. —Rania está embarazada y asegura que su hijo es del estadounidense. —escupió Hudad mientras los médicos intentaban tratar a su hijo, pero Karim seguía con una mano en alto impidiéndoles acercarse a él. Tuvo que repetir en su cabeza una y otra vez aquella noticia. Su corazón apenas latía mientras la asimilaba. Su mujer estaba embrazada, pero el hijo no era suyo. Si otra persona se lo hubiera dicho, Karim pondría en duda cualquier afirmación, pero ese hecho…esas duras palabras salieron de la boca de su esposa. Entonces como pudo apartó la sábana que había sobre sus piernas, decidido a levantarse ignorando los fuertes dolores que sentía. Karim sabía que escuchar directamente de Rania, que ella lo había engañado con otro hombre, le iba a romper el corazón pero necesitaba hacerlo. El príncipe