En Arabia Saudí, Rania y Karim estaban cada vez más cercanos, entregados al proyecto y disfrutando de compartir el tiempo juntos la mayor parte del día. Karim ya estaba tan acostumbrado a tenerla cerca que cuando su esposa se quedaba en el palacio para estudiar, él no se resistía a hacerle un videollamada, buscaba cualquier excusa para verla y por más que Rania intentaba huir de los sentimientos que Karim despertaba en ella, estaba cada día más cautivada por las virtudes de su esposo. Karim era un príncipe en toda la extensión de la palabra. Jax a su vez pasaba las mañanas con el príncipe en la empresa, pero por las tardes buscaba la manera de acercarse a Malika, pero era prácticamente imposible. La chica pasaba la mayor parte del tiempo rodeada de mujeres y la princesa Samira no tardó en darse cuenta de que el mejor amigo de Amín miraba a la esposa de Amín con cierto interés, entonces empezó a vigilarlos con más atención. Amín Al Thani a su vez se dedicaba a rebuscar en el pasado d
—¡¡Estás ensuciando el nombre de mi familia maldita ramera!! –Exclamó Fátima con rabia y Rania agarró el periódico para verlo sin entender lo que estaba ocurriendo. La chica estaba cansada de la madre de su esposo, cada vez que veía la cara de Fátima Al Thani recordaba su noche de bodas, aquella horrible humillación que la mujer le obligó a vivir. Entonces se levantó de la silla y la encaró sin importarse con la noticia del periódico. —¿Desde cuándo demostrar que soy una mujer segura de mí misma y trabajadora significa manchar la reputación de alguien? –Rebatió Rania y tanto Fátima como la princesa Samira y las criadas de la Emira se escandalizaron con su actitud, era una afronta. –No hay nada de malo en ser una mujer de verdad y no apenas un trofeo al lado de un macho, como ciertas mujeres amargadas que no saben valerse solas y se dedican a someter a otras a vivir una vida de mierda como ellas. —¡Maldita! –Exclamó Fátima indignada y la abofeteó. –¡Jamás permitiré que usurpes mi lu
FLASHBACK—¿Por qué debo aprender a bailar mamá? –Preguntó Rania con tan solo nueve años.—El baile es la liberación de la mujer Rania, en ese instante cuando eres dueña de tu cuerpo y de tu alma es cuando tienes en tus manos la posibilidad de poner a cualquiera a tus pies. Será la única forma en la que no estarás sometida a nadie, sino en posición de someter. El baile hechiza y domina al hombre, nunca lo olvides. –Explicó Yasmina peinando los cabellos de su hija. —El tío Idris dice que bailar es pecado y que las bailarinas son odaliscas que arderán en las llamas del infierno. –Dijo la niña mirando el reflejo de su madre en el espejo y Yasmina apoyó la barbilla en el hombro de su hija. —Ser mujer en esta sociedad es pecado mi amor. Por lo tanto, no tengas miedo a seguir tu corazón, aunque otros te digan que eso no está bien. —No lo entiendo mamá. —Lo entenderás cuando bailes mi pequeña amira (princesa) –Respondió su madre con una sonrisa y Rania frunció el ceño. —¿Cuándo baile par
La estaba devorando, Rania sentía que no podía respirar con la urgencia que tenía Karim por besarla y tenerla en sus brazos. En esa ocasión los besos de su esposo eran diferentes, más profundos, más urgentes y considerablemente más lascivos. Rania notó su peso sobre ella mientras la besaba y chupaba sus labios hasta dejarlos rojos e hinchados y cada vez que Karim rompía un beso para mirarla más le excitaba ver a su mujer jadear, su boca entreabierta buscando oxígeno, pero también pidiendo más de sus labios. No sabían en qué momento habían terminado sobre la alfombra persa y tampoco les importaba. La emergencia de Karim por hacerla suya era tan grande, que no le preocupaba lo más mínimo manchar aquella alfombra de trescientos años. Solo quería darle el mejor orgasmo de su vida y más sabiendo que sería el primero. También quería correrse con ella, todas las veces que hiciera falta, pues la necesitaba como necesitaba el maldito aire para vivir. Rania gimió cuando sintió el calor
Los dos gimieron de placer y sus gemidos resonaron por toda la suite cuando la cabeza de su pene entró en ella, alargando su agujero hasta ajustarlo a su tamaño. Rania recibió los primeros centímetros con dificultad y antes de llegar a la mitad ella comenzó a clavar las uñas en su espalda mientras que Karim sentía la tensión en su abdomen. Ya estaba duro antes de penetrarla, pero cuando aquellas paredes estrechas empezaron a cerrarse alrededor de su miembro sintió que iba a explotar. Notaba incluso sus ventas más hinchadas. —No puedo con todo Karim, me duele. –Dijo jadeando por el dolor. —Es muy grande. —Mírame amor, mírame. —Pidió acariciando su rostro, dejando varios besitos suaves en sus labios. —Mírame a lo ojos. —No puedo, siento que me estás rompiendo… —Ya me has tenido dentro de ti una vez y ahora también podrás hacerlo. Solo confía en mí y mírame, ¿ok? —Murmuró calmando su propia excitación para no embestirla cómo un animal en celo y Rania lo miró a los ojos, viend
—¿Tengo que llevar el velo, Adessa? —Preguntó viendo como la mujer le ponía el velo negro después de haber recogido todo su cabello. —Karim me dijo que solo debía hacerlo si así lo deseaba y no por obligación. —El príncipe está en el desierto majestad y es a donde irá a encontrarse con él. —Dijo la mujer sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo. —Allí los lugareños son más tradicionales e incluso los hombres deben ir vestidos de forma tradicional. –Explicó y Rania asintió con una sonrisa débil, entendía que Karim quería respetarlos y le parecía bien. —¿Todavía tiene molestias mi señora? —Algunas. —Contestó con las mejillas sonrojadas, a pesar de los masajes Rania sabía que no iba a caminar bien en todo el día. —Pero estoy segura de que estaré bien. Cuando ya se vio lista para salir, Adessa tomó la pulsera de diamantes y la puso en el brazo de Rania. —No veo que sea necesario que lleve una joya como esta ahora, Adessa. —Habló apenada mirando a la mujer. —No existe una ocas
Cuando llegaron al desierto el primer rostro que Rania vio fue el de Jax y se impresionó de verlo vestido con el típico traje árabe, el Thawb, un vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos, de mangas largas, con botones dorados y un turbante oscuro con hilos de oro. La princesa saludó al piloto y después su mirada fue directo al príncipe. Karim estaba vestido exactamente como su amigo, pero su turbante era rojo y llevaba un collar de oro en su cuello con el emblema de la familia Al Thani. Rania lo vio rodeado por tres niños y dos adolescentes que ponían atención a todo lo que decía. Pero lo que la había dejado impresionada era lo que el príncipe tenía enganchado en el brazo. Un halcón, grande y hermoso, de plumaje oscuro. —No sabía que Karim practicaba la cetrería. —Murmuró embobada cubriendo un poco su rostro, pues los lugareños la miraban con curiosidad, después miró a Jackson. —Mucho menos tú, Jax. —Karim me metió en esto cuando éramos niños. Cada vez que teníamos vacacio
Karim llevó a su esposa a un pequeño oasis en medio del desierto, donde habían dos tiendas con toda clase de lujos y comodidades preparadas para recibir a los príncipes. Una de las tiendas era enorme, donde pasarían el resto del día y la noche, y al lado había otra menor, donde Karim solía pasar el tiempo leyendo. Rania ya estaba embobada con la belleza del lugar y al bajarse de la camioneta mucho más. Era hermoso y muy íntimo. —Por Alá esto es bellísimo, Karim, jamás había visto un lugar tan hermoso. Un pequeño paraíso en medio de la nada, un oasis. —Habló Rania mirando todo lo que les rodeaba. —Es un oasis artificial, ordené que lo hicieran hace años, pues necesitaba un lugar para mí… para huir de todo, estar tranquilo con mis estudios y con mis pensamientos. —Reveló. Rania sintió cierta curiosidad por saber si alguna mujer había estado antes que ella en aquel lugar, pero pensó que era mejor no preguntar. La chica tenía claro que no era la primera en la vida de su esposo y segur