KARIM.Dos meses. Dos meses desde que Zayed se desvaneció de nuestras vidas. El tiempo ha seguido su curso, pero yo sigo estancado, como si la mitad de mí hubiera quedado atrás, atrapada en la última vez que lo vi.Zayed no solo era mi jefe, también mi amigo, y como un hermano. Crecimos juntos, compartimos secretos, victorias y derrotas, cosas que solo pueden vivir los verdaderos hermanos. Nuestros lazos se forjaron en años de complicidad, de enfrentamientos, de apuestas y de risas, siempre con la promesa de que nada nos separaría. Aun cuando él era el líder, el gran hombre que todos temían, había un espacio en su vida donde compartía su humanidad, su vulnerabilidad. Esa parte de él la conocía yo, nadie más.Maldije mi suerte. Me culpé por no haber estado con ellos ese día, por haberlos convertido en un blanco fácil. Quizás si hubiera estado allí, quizás si hubiese estado más cerca, podría haber hecho algo, algo que hubiera cambiado el curso de los eventos. Pero los "si hubiera" no so
MESES ANTESZAYEDEl frío me cala hasta los huesos, un frío que no solo se siente en la piel, sino que se instala en el alma. Estoy siendo arrastrado por alguien, pero mi cuerpo apenas responde. Es como si todo el peso del mundo hubiera caído sobre mí, y lo único que logro hacer es dejarme llevar por la gravedad. Las piedras del suelo se clavan en mi espalda, cortando la carne de mi piel ya laserada. Cada respiración es un esfuerzo monumental; mis pulmones se niegan a cooperar, y el aire entra con dificultad, como si me estuviera ahogando con cada intento.Quiero mantener los ojos abiertos, pero es inútil. La oscuridad me envuelve, aunque a momentos el mundo parpadea ante mí, entre imágenes borrosas y sonidos lejanos. Ramas crujen bajo los pies del hombre que me lleva, y el olor a tierra húmeda llena mis fosas nasales. Mi pecho arde, un dolor punzante que se intensifica con cada sacudida. No sé cuánto tiempo pasa, pero la sensación de ser lanzado al suelo me arranca un gemido que apen
Clara Fontaine siempre había sido una mujer decidida. Con una altura que alcanzaba los 1.70 metros, su figura esbelta y tonificada reflejaba su compromiso con un estilo de vida activo y saludable. Su piel clara, con un ligero tono rosado, contrastaba con su cabello largo y ondulado, de un rubio cenizo que caía con gracia hasta la mitad de su espalda. Los ojos de Clara eran de un azul vibrante, capaces de transmitir tanto la determinación de una ejecutiva de negocios como la calidez de una amiga leal. Desde pequeña, su belleza había llamado la atención, pero fue su inteligencia y ambición lo que la llevaron a destacarse en un mundo dominado por hombres.Clara había crecido en una familia que valoraba la educación y el trabajo duro. Su padre, un reconocido ingeniero, siempre había alentado a sus hijos a superar las expectativas, a desafiar los límites de lo que se creía posible. Su madre, una ejecutiva de marketing, había enseñado a Clara el arte de la persuasión y la negociación desde
CLARAEl calor me golpea apenas bajo del avión. El viento caliente del desierto roza mi piel como una caricia abrasadora, y me siento invadida por una mezcla de incomodidad y emoción. Siempre es lo mismo cuando aterrizo en un país nuevo: esa ansiedad por lo desconocido, combinada con la adrenalina de saber que estoy a punto de enfrentar otro desafío. No soy de las que se intimidan fácilmente, pero Dubái, con su inmensidad y opulencia, emana una energía que no se puede ignorar.Desde la pista del aeropuerto, puedo ver el horizonte dominado por rascacielos imposibles, modernos y brillantes como espejos gigantes que desafían al cielo. Todo aquí parece haber sido elegido para demostrar poder, y me pregunto si esto es un reflejo de Zayed Al-Nahyan, el hombre al que estoy a punto de conocer. Un hombre del que he oído tantas historias, un hombre que, según dicen, tiene todo bajo control. Incluyendo a las personas que lo rodean.Pienso en los correos y las llamadas que precedieron este viaje.
ZAYEDEstoy sentado detrás de una elegante mesa de mármol blanco, la luz del sol se filtra a través de las grandes ventanas, creando un ambiente que irradia tanto poder como opulencia. Sin embargo, el brillo de la habitación no puede competir con la presencia de Clara Fontaine. Desde que entró en la sala, ha desafiado todo lo que he conocido sobre el comportamiento de las mujeres en mi mundo. Es imponente, como un rayo de sol en medio de una tormenta, y no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y frustración.Clara se sienta frente a mí, su postura erguida y decidida. Lleva un traje negro que resalta su figura esbelta, una declaración de su autoridad en un entorno que se siente demasiado masculino. Sus ojos, azules y brillantes, me observan con una confianza que resulta desconcertante. No estoy acostumbrado a que una mujer me mire así, como si supiera exactamente lo que quiere y no tuviera miedo de ir a por ello. He tenido tratos con muchas mujeres, pero ninguna ha tenido el pod
CLARALa noche se despliega sobre Dubái, llenando el aire de misterio y promesas. La ciudad brilla intensamente, un mar de luces que iluminan la oscuridad. Sin embargo, mi mente está en un torbellino. Desde la reunión con Zayed, siento una inquietud que no puedo sacudir. No solo es atractivo, con una confianza que irradia poder, sino que desafía todo lo que creo saber sobre la dinámica de género en los negocios. Su mirada intensa y su voz firme han dejado una huella en mí que no puedo ignorar.Frente al espejo, me miro con determinación. No tengo interés en acercarme a él de una forma que no sea profesional. Decir que tenía otros compromisos fue una mentira. Simplemente no quiero ir más allá.Esta noche, después de cerrar un trato que podría cambiar el rumbo de Fontaine Consulting, quiero celebrar. Me visto de manera seductora con un vestido negro ajustado que resalta mis curvas y unos tacones altos que me hacen sentir poderosa. El escote es llamativo, lo suficiente para captar la ate
ZAYEDLa frustración y el deseo que siento por Clara me trastornan de una manera que nunca antes había experimentado. Es una mezcla de ira y necesidad, un fuego abrasador que me consume desde el interior. No puedo entender cómo esta mujer, una extranjera insolente, osa rechazarme y salir impune. Cada vez que me enfrenta, que se niega a sucumbir a mi voluntad, siento que pierdo el control. No soy alguien acostumbrado a no tener lo que deseo, y lo que siento por ella me desquicia.El recuerdo del pequeño encuentro en el bar me sigue atormentando. La imagen de todos esos hombres observándola, devorándola con los ojos, hace que mi sangre hierva. ¿Cómo puede vestirse de esa manera y esperar no llamar la atención? Es como si quisiera provocarme, hacerme perder la compostura. Cada mirada lasciva que recibe es como una puñalada en mi orgullo, en mi deseo por tenerla solo para mí.La puerta de mi despacho se abre de golpe, interrumpiendo mis pensamientos. Karim entra con la cabeza inclinada, c
CLARALa furia que siento cuando subo al auto no puede compararse con nada que haya sentido antes. La rabia hierve en mi interior mientras me siento en la parte de atrás del auto, el suave cuero me recuerda que estoy en un mundo donde los hombres se sienten con derecho a tocarme sin mi consentimiento. ¿Cómo se atreve a llegar a tanto? Cada fibra de mi ser tiembla, recordando el toque de su mano en mi pierna y su beso que aún quema como fuego abrasador. Ningún hombre jamás va a tocarme sin mi permiso. ¿Quién se ha creído?La ira de lo que ocurrió no me permite pensar con claridad. El trato con Zayed es económicamente jugoso, pero prefiero tirar todo por la borda a permitir que un hombre crea que tiene derechos que realmente no posee. Este trato significa mucho, sí, pero mi dignidad es más valiosa que cualquier contrato.Zayed es el típico hombre caprichoso, acostumbrado a conseguir todo lo que desea sin que nadie se atreva a negarse. Estoy decidida a que, conmigo, chocará contra un mur