Reinhardt observó a su alrededor, dándose cuenta de que la situación era insostenible. Habían estado peleando no solo para protegerse de los policías, sino también para no perder aquel territorio ni todo el cargamento que había llegado en el barco.Sin embargo, todo se había salido de control. Ya muchos habían muerto y empezaban a quedar unos pocos. Además, ya no había nada que recuperar del cargamento, pues todo se había destruido. De pronto, vio a un policía hablando a través de su radio y pareció haber pedido apoyo, lo cual lo ponía en desventaja. Por lo tanto, no podía arriesgarse a quedarse allí mucho más tiempo. —¡Retírense! —exclamó Reinhardt a los hombres que sobraban—. ¡No hay otra opción! ¡Vámonos antes de que lleguen más policías! ¡Retírense, y ya saben lo que deben hacer! —expuso, refiriéndose al hecho de que, después de una emboscada como esta, los hombres sabían que estaba prohibido volver al cabaret, pues podían ser perseguidos por la policía. Por esa razón, debían al
Jordan lo contempló por unos segundos, y en ese instante, las imágenes de lo sucedido regresaron a su mente con una claridad devastadora. Recordó el momento exacto en que apretó el gatillo, el sonido ensordecedor de los disparos, y la caída de Matías y el policía. El peso de esas acciones lo abrumó de nuevo, y sin poder contenerse, comenzó a llorar. Sus lágrimas caían libremente y sus sollozos eran imparables, cada uno más desgarrador que el anterior.Reinhardt, desconcertado por la reacción de Jordan, intentó razonar con él.—¿Por qué estás así? ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó una vez más, buscando comprender.A Jordan se le dificultaba hablar debido al nudo en su garganta que había explotado en su interior y se desbordaba incesablemente. Sin embargo, hizo un esfuerzo para revelar su situación a Reinhardt.—Yo... yo maté... a dos personas... —expuso, con la voz quebrada.—¿Estás llorando por eso? —cuestionó, mostrándose indiferente al respecto—. ¿Estás así porque mataste a dos person
Separaron sus labios por un momento y Jordan se quedó mirando los labios de Reinhardt, aún sintiendo el calor residual del beso. Su corazón, que minutos antes estaba apretado por el peso del dolor y la culpa, se había relajado con ese inesperado gesto. La punzada en su pecho parecía disiparse con cada latido y un anhelo nuevo surgía en su interior, una necesidad de volver a experimentar esa sensación de alivio y consuelo que el beso le había proporcionado.Sin dudarlo, Jordan se puso de puntas, alzando ligeramente su cuerpo, y buscó nuevamente los labios de Reinhardt. Sus movimientos eran suaves pero decididos, y cuando sus labios se encontraron de nuevo, un fuego cálido se encendió en su interior. Los labios de Reinhardt eran firmes, seguros, guiando a Jordan en un ritmo lento y apasionado.Cada roce, cada movimiento de sus labios contra los de Reinhardt, enviaba ondas de calor a través del cuerpo de Jordan. Sentía cómo su piel se erizaba y cómo un temblor leve recorría su columna. E
Charlie salió de la oficina dando pasos decididos, consciente de la urgencia de sus tareas. Reinhardt también salió del lugar mientras sus ojos escudriñaban el cabaret hasta que se toparon con Jordan, quien estaba barriendo con una expresión angustiada.Reinhardt se quedó observándolo por un momento, en lo que recordaba el beso que se habían dado la noche anterior.—Campesino —pronunció, llamando la atención de Jordan. Éste levantó la mirada y vio al Jefe a una cierta distancia—. Ven.Jordan titubeó por un instante, luego dejó la escoba a un lado y siguió a Reinhardt hasta la pequeña oficina. Reinhardt cerró la puerta tras ellos, creando una burbuja de intimidad inquietante. —¿Qué ocurre? —preguntó Jordan, rompiendo el silencio. No entendía porqué el Jefe lo había llevado hasta allí.Reinhardt no respondió con palabras. En cambio, se acercó, tomando el rostro de Jordan entre sus manos. Sin previo aviso, sus labios se encontraron en un beso intenso. Jordan se quedó sorprendido, pero no
Después de separarse de los besos, Jordan habló de nuevo.—Tengo que admitir que lo que ocurrió anoche me dejó bastante afectado, pero reconozco que me tranquilicé mucho cuando te acercaste a mí —sus palabras estaban impregnadas de una verdad que ni él mismo podía negar: el beso de Reinhardt le había brindado una extraña sensación de paz en medio del caos—. Aún no lo he superado. Probablemente tenga pesadillas esta noche... y las noches siguientes.—Duerme conmigo —sugirió Reinhardt de repente y sin vacilar, dejando mudo a Jordan durante unos largos segundos.—N-No juegues —replicó, con una sonrisa nerviosa—. Si me duermo contigo, ¿quién me protegerá de ti?—Es verdad —agregó Reinhardt con un tono divertido—. Estás demasiado cerca como para ser seguro.—Tú eres precisamente la razón principal por la cual el peligro me acecha. O más bien, tú eres el peligro —señaló Jordan—. De todos modos no podemos dormir porque tenemos que trabajar.—Tienes razón. Debes volver a tocar el piano como s
Jasper hizo una pausa, contemplándolo con seriedad.—¿Qué harás si Reinhardt está con otras mujeres? ¿Le harás una escena de celos? Antes de que puedas siquiera hacerlo, te dará un tiro justo aquí —señaló, presionando suavemente el dedo índice en el centro de la frente de Jordan.El chico se quedó en silencio, en lo que sus pensamientos dieron vueltas y vueltas en su cabeza. De pronto, cierta idea se le vino a la mente.—¿No... vas a decir nada porque me gusta Reinhardt? Quiero decir... yo soy un hombre y él también.—A decir verdad, nunca me han importado los gustos de los demás. Si te gusta otro hombre, ¿cuál es el problema? Además, soy el menos indicado para juzgarte. Digo, me acuesto con hombres por dinero, ¿con qué cara te criticaría por fijarte en otro hombre? —replicó—. El único problema es que se trata de Reinhardt. No deberías involucrarte con él. Es demasiado peligroso.Jordan era plenamente consciente del peligro que representaba involucrarse con Reinhardt. No era una idea
Reinhardt permaneció inmóvil, de espaldas a Jordan, como si se estuviera tomando su tiempo para asimilar lo que acababa de escuchar. Nunca antes Jordan había tenido la iniciativa, así que le sorprendió por mucho. Poco a poco, giró sobre sus talones, con una lentitud que parecía eterna, hasta que sus ojos serios se encontraron con los de Jordan. La expresión de Reinhardt era inescrutable, un muro impenetrable que impedía a Jordan discernir sus pensamientos.—¿Qué acabas de decir? —preguntó, mostrándose escéptico.Jordan tragó saliva, reuniendo cada fragmento de valor que le quedaba.—Dije que si me besas, daré un mejor espectáculo allá afuera. Tocaré bien —repitió, con una seguridad tambaleante.Reinhardt, que raramente se dejaba sorprender, sintió un destello de asombro interno. Aunque por fuera se mantenía serio, por dentro, las palabras de Jordan resonaban con intensidad. Sin decir nada, comenzó a caminar hacia él, y con cada paso acortaba la distancia entre ambos. Sus pupilas nunca
Jordan lo escrutó por un largo instante, con el rostro congelado en una expresión inmutable. Había escuchado de Reinhardt exactamente aquello que más temía, algo que había evitado enfrentar desde el principio: la idea de que no significaba nada para él. Reinhardt había sido directo, casi cruel, y aunque esas palabras habían perforado el corazón de Jordan, no dejó que nada de ese dolor se reflejara en su rostro. Su mirada permaneció serena y no hubo rastro de tristeza, ni siquiera una mueca de decepción, simplemente lo observó fijamente.Reinhardt aún sostenía su mandíbula con firmeza, pero Jordan, en un movimiento decidido, apartó su mano. Con un gesto rápido, puso su brazo contra el torso de Reinhardt, ejerciendo una leve presión para intentar alejarlo.—Será mejor que vuelva al salón —articuló Jordan con una tranquilidad forzada, mientras que en el fondo luchaba por no quebrarse. Pero Reinhardt no se movió ni un milímetro.—No te he dado permiso para que te vayas —respondió con auto