Connor respiró hondo, sabía que Baby necesitaba espacio, y él necesitaba tiempo para pensar en cómo solucionar el desastre que había hecho. Pero ni la ducha le refrescó la cabeza, ni las dos horas que pasaron sin que Baby saliera de su habitación fueron las más dulces de su vida.
Finalmente la frustración le ganó y empujó aquella puerta como si fuera un huracán.
—¡No voy a permitir que…! —estaba listo para entrar en batalla cuando vio los ojos somnolientos de Baby. Estaba acurrucada entre las mantas, durmiendo con un sueño intranquilo y cansado.
Connor se acercó a la cama y se sentó detrás de ella. Que estuviera durmiendo a las seis de la tarde no era precisamente bueno. Baby tenía todos los complementos necesarios para deprimirse clínicamente, solo que era tan buena ocultándolo que quiz&aacut
Se dejó arrastrar, esa era la única palabra posible. Virginia se dejó arrastrar hacia la cama y se acostó de lado, ocupando su parte mientras Connor se acostaba del otro lado.—¿Una serie? —preguntó él con coquetería.—Sí, por favor… —murmuró Virginia intentando no mirarlo.—¿De qué la quieres?—Terror. —Pero si Baby creía que una serie de terror le quitaría lo romántico y lo erótico a compartir la cama con Connor Sheffield, estaba muy equivocada.Pasó la siguiente media hora con la nariz escondida bajo las mantas, hasta que el sueño la fue venciendo poco a poco. Estaba en ese punto dulce donde ya no quería abrir los ojos cuando sintió el brazo de Connor llevándola hacia el centro de la cama y dándole la vuelta. Él
Virginia se pasó todo aquel almuerzo con el corazón en la boca, rezando para que el Juez Ordaz no volviera a mencionar el nombre de su madre o hiciera ningún comentario parecido.Por suerte, la conversación pronto se centró en la campaña del juez para lanzarse como senador. Parecía haber un aprecio y un respeto mutuo entre Connor y él, así que estuvieron debatiendo todas las estrategias para controlar los aspectos legales de su campaña.—¿Tengo que preocuparme porque estés aquí? ¡Sabes que te necesito en Los Ángeles! —resopló el juez.—No te preocupes, Jacob está allá y puedes confiar en él como si fuera yo mismo. Resolveremos todos tus asuntos así esté yo en Nueva York o en el mismísimo infierno —le aseguró Connor.—Te lo agradezco, mi jefe de campaña insist&ia
Virginia dejó escapar un jadeo ahogado mientras Connor comenzaba a levantarle la camiseta. Sintió sus labios calientes sobre su vientre, y una mordida suave sobre la parte baja de su seno que la hizo apretar las piernas inconscientemente. Estaban a nada de cruzar aquel punto de no retorno cuando unos golpes insistentes en la puerta los hicieron detenerse.Connor levantó la cabeza sobre el sofá y gruñó con fastidio por la interrupción, pero aunque la puerta tenía un timbre perfectamente funcional, la persona que estaba afuera seguía golpeando con desesperación sobre la madera.—¡Maldición! ¡SI es Jake te juro que lo voy a matar! —exclamó Connor por lo bajo mientras hacía un esfuerzo supremo por esconder la erección que tenía.Abrió la puerta a punto de ponerse a gritar, pero del otro lado de la entrada lo esperaba la figura de un
Quizás en otro momento Virginia hubiera dejado pasar aquello, pero por desgracia aquel no era el día para hacerla enojar. Se paró frente a Nichols con una sonrisa encantadora y le susurró: —¿Sabe qué va a pensar la gente? Van a pensar que tiene el buen gusto para elegir una mujer hermosa, el poder para conseguírsela joven y el dinero suficiente para mantenerle sus caprichos. Y haga lo que haga, jamás estará bien. —Virginia rio cansada—. Si se enreda con una mujer mayor que él, lo hará por su dinero. Si se enreda con una mujer menor que él, lo hará porque tiene una crisis de mediana edad. Si se enreda con una mujer de su edad será porque quiere mantener las apariencias mientras se desfoga en clubs de mala muerte… ¡Para la gente nunca estará bien! ¿Sabe por qué, señor Nichols? ¡Porque no pueden ser como él… y tampoco pueden tolerar eso! Así que ¿por qué mejor no se ocupa de su propia reputación, en vez de estar poniendo en entredicho la de los demás? Nichols se puso ro
A Virginia se le secó la boca, le temblaron las piernas y retrocedió instintivamente mientras Connor sonreía.—Oye, no soy comida —murmuró mientras él la alcanzaba y la rodeaba con sus brazos.—Esta noche sí… —aseguró él, encontrando sus labios en un beso perfecto y delicioso.Sus lenguas se enredaron y Virginia sintió aquel sabor dulce y penetrante invadiendo cada uno de sus sentidos. Connor paseó el dorso de los dedos sobre los brazos de la muchacha con una caricia íntima y sensual, haciendo que se estremeciera de pies a cabeza. Le sacó la chalina y la tiró a un lado, y bajó la cabeza para besar su hombro con adoración.Baby tenía la piel suave y casi brillante a la luz suave del salón. Estaba nerviosa, era normal, pero aún así encontró el valor para desabotonarle el saco y quitá
Virginia sintió la respiración suave de Connor contra la piel de su nuca. Se estremeció recordando lo que habían hecho hacía solo unas horas y él abrió los ojos al instante.—¿Estás bien, linda?—Pensé que estabas dormido —murmuró ella quedándose acurrucada entre sus brazos.—No, solo estaba descansando y… vigilándote.Virginia se dio un poco la vuelta hasta quedar boca arriba y él le acarició el rostro y el pecho muy suavemente, con las yemas de los dedos.—¿Vigilándome?—Mmmjjjm. Me daba miedo de que fueras a sentirte mal por… bueno por todo. No fue precisamente un paseo por el parque lo que te hice —murmuró.—No, no fue un paseo por el parque, pero definitivamente fue muy bueno —admitió Virginia con una mueca de burla—. ¿
Virginia se miró el vestido frente al espejo. Llevaba un modelo sencillo, bastante cubierto para el frío que ya empezaba a sentirse en el aire. Se dejó el cabello suelto, largo hasta la mitad de la espalda y luego alcanzó a Connor en el salón. Él había insistido en que salieran a cenar esa noche, y se había encargado de echar por tierra todas las propuestas de Virginia para hacer su voluntad.Connor vestía con formalidad y hasta parecía nervioso, tanto que ninguno de los dos dijo nada mientras conducían hacia uno de los restaurantes italianos más agradables de la ciudad.Connor había reservado una mesa apartada y romántica junto a un ventanal enorme que permitía ver gran parte de la ciudad.Les sirvieron de la mejor champaña del lugar y Connor y Virginia estuvieron mirándose casi cinco minutos. de repente se echaron a reír y ella se abri&
«¿Entonces, Virginia? ¿Nos vamos a casa de una vez, o vas a seguir jugando con este payaso un rato más?»Quizás que lo chocara un auto de carreras a toda velocidad hubiera impactado menos a Connor que aquellas palabras de Jason Miller. Sus ojos se abrieron al instante, su respiración se cortó y se dio la vuelta para enfrentar a Virginia, soltando su mano con rudeza.—¿Cómo?La vio pálida, tensa, intentando balbucear una respuesta que no llegaría.—Espera… ¿No le habías dicho? —se carcajeó Jason en las narices de Connor, haciendo que se pusiera rojo de la ira—. ¿El gran Connor Sheffield no tenía idea de que tenía una cita con la hija de Tadeo Vanderville…? ¡Vaya! ¡No te imaginaba tan ingenuo!—¡Cállate, maldito infeliz! —gruñó Connor y tom&