Virginia sintió la respiración suave de Connor contra la piel de su nuca. Se estremeció recordando lo que habían hecho hacía solo unas horas y él abrió los ojos al instante.
—¿Estás bien, linda?
—Pensé que estabas dormido —murmuró ella quedándose acurrucada entre sus brazos.
—No, solo estaba descansando y… vigilándote.
Virginia se dio un poco la vuelta hasta quedar boca arriba y él le acarició el rostro y el pecho muy suavemente, con las yemas de los dedos.
—¿Vigilándome?
—Mmmjjjm. Me daba miedo de que fueras a sentirte mal por… bueno por todo. No fue precisamente un paseo por el parque lo que te hice —murmuró.
—No, no fue un paseo por el parque, pero definitivamente fue muy bueno —admitió Virginia con una mueca de burla—. ¿
Virginia se miró el vestido frente al espejo. Llevaba un modelo sencillo, bastante cubierto para el frío que ya empezaba a sentirse en el aire. Se dejó el cabello suelto, largo hasta la mitad de la espalda y luego alcanzó a Connor en el salón. Él había insistido en que salieran a cenar esa noche, y se había encargado de echar por tierra todas las propuestas de Virginia para hacer su voluntad.Connor vestía con formalidad y hasta parecía nervioso, tanto que ninguno de los dos dijo nada mientras conducían hacia uno de los restaurantes italianos más agradables de la ciudad.Connor había reservado una mesa apartada y romántica junto a un ventanal enorme que permitía ver gran parte de la ciudad.Les sirvieron de la mejor champaña del lugar y Connor y Virginia estuvieron mirándose casi cinco minutos. de repente se echaron a reír y ella se abri&
«¿Entonces, Virginia? ¿Nos vamos a casa de una vez, o vas a seguir jugando con este payaso un rato más?»Quizás que lo chocara un auto de carreras a toda velocidad hubiera impactado menos a Connor que aquellas palabras de Jason Miller. Sus ojos se abrieron al instante, su respiración se cortó y se dio la vuelta para enfrentar a Virginia, soltando su mano con rudeza.—¿Cómo?La vio pálida, tensa, intentando balbucear una respuesta que no llegaría.—Espera… ¿No le habías dicho? —se carcajeó Jason en las narices de Connor, haciendo que se pusiera rojo de la ira—. ¿El gran Connor Sheffield no tenía idea de que tenía una cita con la hija de Tadeo Vanderville…? ¡Vaya! ¡No te imaginaba tan ingenuo!—¡Cállate, maldito infeliz! —gruñó Connor y tom&
Virginia caminó detrás de Jason dando tropezones. Le dolía ese brazo por el que la llevaba agarrada, pero más le dolía el corazón. Connor le había hecho una promesa absurdamente vacía. Había esperado su protección o al menos un poco de comprensión de su parte, pero todo lo que había encontrado de su parte era una rabia ciega como si le hubiera hecho la peor de las traiciones.¡Qué idiotez! ¡Tenía que hacer un huracán por algo que ni siquiera se acercaba al dolor de la traición verdadera! Ese dolor que solo se sentía cuando descubrías que tu propio padre era el asesino de tu madre.Se soltó de la mano de Jason de un tirón en cuanto llegaron a la calle y vio a más personas. Sabía que Jason era extremadamente peligroso y aún le tenía miedo, pero algo en ella había cambiado. Quizás
Connor detuvo un taxi para irse a casa, porque había caminado sin rumbo después de aquella pelea con Virginia, y ni siquiera tenía idea de dónde había dejado el coche.Decir que su departamento esa noche había recibido la descarga de todas sus frustraciones de su vida, pero realmente lo único que le faltó fue abrir los almohadones del sofá con un cuchillo.Tenía el corazón atorado en la garganta. No podía entender que Baby le hubiera mentido de aquella manera, que se hubiera aprovechado de su reputación y de su carácter para usarlo contra Tadeo Vanderville.El hombre era una basura, eso lo sabía muy bien, pero ir contra él en un caso parcializado, quizás lleno de evidencia viciada y comprometida, podía destruir la reputación que a Connor le había costado tantos años construir. Todo, absolutamente todo podía arr
Virginia retrocedió vivamente, pero una mano furiosa de Jason se cerró sobre sus cabellos y la arrastró escaleras arriba, de regreso a su habitación. El suelo estaba lleno de restos de comida y la señora del servicio desapareció en cuanto el hombre le dio dos gritos para que se largara.—¡Ya me hartaste, mosquita muerta! –siseó apretando el rostro de Virginia entre sus manos hasta hacerla gritar.—¡Suéltame imbécil! ¿O quieres que todo el mundo se entere de tus cochinadas?—¡Pues a la mierda! ¡Que se enteren! —gritó Jason fuera de sí mientras la abofeteaba—. ¡Vuelve a amenazarme, maldita hija de put@ y te juro que te mato yo mismo!—¡Suéltame! ¡Me das asco! —gritó Virginia sintiendo cómo el cuerpo del hombre la aprisionaba contrala pared.—¿En
Virginia se dio la vuelta y se miró al espejo.—Nunca has sido una cobarde —se dijo—. ¡Levántate!Y como si acabara de pronunciar una frase mágica, aquello le dio fuerzas para levantarse y empezar a hacer lo que Mireya le había dicho. Jamás se le había ocurrido que la mujer quisiera ayudarla, y muy en su interior todavía sentía recelos, pero no tenía precisamente tiempo para pensar en sus intenciones.Se conformaba con escapar de la casa. Luego vería cómo se las arreglaba. No sería la primera vez que no tendría un techo sobre su cabeza o un lugar a dónde ir.Echó en un bolso ropa casual y sencilla, jeans, camisetas de mangas y un par de zapatos cómodos. Se puso un pantalón de algodón, tenis deportivos y un suéter largo. Guardó todo lo esencial y sacó una foto de su madre del álbum
Virginia miró a Connor a los ojos por un segundo con el corazón estrujado.—¿Qué sentido tiene que hable contigo si no vas a escucharme? —preguntó mientras los ojos se le llenaban de lágrimas—. Vas a oírme, pero no me vas a escuchar.—Tú sola te buscaste eso Baby.—¡Virginia! Mi nombre es Virginia. ¡Virginia Lynn Vanderville! Y no me lo busqué —replicó ella—. Créeme que me he buscado menos desgracias de las que me han pasado en la vida y aún así no voy haciendo drama.Connor la miró con ojos encendidos.—¿Drama? —gruñó—. ¿Crees que estoy haciendo un berrinche? ¡Perdona, no sabía que la traición contaba como algo irrelevante!—¡Yo no te traicioné…! —se defendió Virginia.—&iexc
Salió de allí tambaleándose. El corredor parecía estrecharse poco a poco a su alrededor. Las náuseas le movían el suelo pero algo en su interior era más fuerte y le decía que no podía desmayarse. Apretó el botón de estacionamiento en el panel del ascensor y se hizo un pequeño ovillo en un rincón hasta que lo sintió detenerse.Salió a la semipenunbra del estacionamiento y miró a todos lados, sin ver el auto de Mireya. La verdad era que no sabía cuánto tiempo había pasado en el departamento de Connor, pero jamás en toda su vida se había sentido más desamparada.Cerró los ojos por un segundo, apoyando la cabeza contra la pared, pero volvió a abrirlos cuando escuchó un coche deteniéndose junto a ella.—Vamos, niña. Hora de irnos —la apremió la mujer y Virginia s